¡®Broker¡¯: huyendo de la intemperie

Llevo una venturosa temporada en la que el atractivo de ir al cine se concentra en unas cuantas pel¨ªculas espa?olas. El resto, con alguna excepci¨®n, me resulta tan previsible como prescindible. Y en ese cine espa?ol existen t¨ªtulos que me han golpeado, pel¨ªculas que siguen dando vueltas en mi cabeza tiempo despu¨¦s de haber terminado, que me provocan sensaciones turbadoras. Me ocurri¨® con La consagraci¨®n de la primavera, que narra la compleja relaci¨®n, incluida la raci¨®n de sexo, entre un hombre tetrapl¨¦jico y una misteriosa cr¨ªa contratada por la madre de este para que le d¨¦ placer. El argumento es tan fuerte como excelentemente desarrollado. Y veo con lamentable retraso Mant¨ªcora, que lleva la identificable firma de Carlos Vermut. Este director me sorprendi¨® y me dej¨® removido con la perversa y enigm¨¢tica Magical Girl.

Vuelve a hacerlo en esta propuesta de planteamiento suicida. La protagoniza uno de los monstruos que m¨¢s aversi¨®n puede despertar en la gente. Es un ped¨®filo. Hay que tener valor para meterse en un territorio tan siniestro y embarrado. El oficio del tarado es crear mod¨¦licamente criaturas monstruosas para videojuegos, realidades virtuales, tres dimensiones, esas cosas tan modernas. Vermut crea una atm¨®sfera opresiva y una narraci¨®n inquietante. E incluso se permite el lujo de sentir piedad por el abominable, por ese fulano que est¨¢ m¨¢s solo que la una, que intenta cambiar su naturaleza iniciando una imposible historia de amor con una chica que posee un punto andr¨®gino. Todo es turbio, enfermizo, lacerante. Pero est¨¢ descrito con talento. Tambi¨¦n con humanidad. Y se agradece, ya que est¨¢ hablando de un dolorido monstruo. Y el retrato que hace de ¨¦l y de sus circunstancias provoca desasosiego.

El director japon¨¦s Hirokazu Kore-eda tampoco es convencional. Y en toda su obra existe una permanente obsesi¨®n. Es la familia. La necesidad de encontrarla y protegerse del insoportable fr¨ªo afectivo, de la soledad, encontrar un refugio s¨®lido. Su cine est¨¢ frecuentemente habitado por familias muy raras. En bastantes casos, a sus miembros no les une la sangre. Las describe con sensibilidad e inteligencia. Con un sentido del humor muy particular. Con tono agridulce. Recuerdo con especial cari?o y admiraci¨®n Un asunto de familia. Otras menos, pero siempre conviene echarle una mirada a universo tan particular.

En Broker Kore-eda retorna a su permanente obsesi¨®n. Deja Jap¨®n para trasladarse a Corea del Sur. Tambi¨¦n utiliza al actor que protagoniz¨® la triunfante Par¨¢sitos, de Bong Joon-ho. Y el tema que desarrolla, como el de Mant¨ªcora, tambi¨¦n posee riesgo moral. Lo habitan una se?ora que ejerce de puta y que se carg¨® a alguien, el beb¨¦ que acaba de parir y su intenci¨®n de que una familia le adopte. Espera sacar una pasta con ello. Y recurre para que la transacci¨®n llegue a feliz t¨¦rmino a unos hombres que se dedican al tr¨¢fico de beb¨¦s. Son profesionales y tratan de buscar los mejores padres para esos cr¨ªos, pero sus razones son fundamentalmente econ¨®micas. Hay gente que paga mucho dinero por lograr su sue?o de adoptar a una criatura.

Lo normal es que el espectador sienta alergia hacia los personajes que practican ese turbio negocio, pero Kore-eda se niega a condenarlos, a la simplificaci¨®n, a la tentaci¨®n de caer en la sensibler¨ªa. Acompa?a a sus protagonistas en su incesante viaje a trav¨¦s de Corea del Sur, les muestra fr¨¢giles y cre¨ªbles, crea v¨ªnculos y complicidades afectivas, muestra su desamparo, no moraliza, no es agrio ni esquem¨¢tico. Es una pel¨ªcula bonita.