Concierto de A?o Nuevo 2023: un gris¨¢ceo Strauss de biblioteca
Franz Welser-M?st dirige un anodino Concierto de A?o Nuevo de la Filarm¨®nica de Viena, que ha vuelto a llenar el aforo del Musikverein, con alg¨²n destello al final. Christian Thielemann lo dirigir¨¢, por segunda vez, en 2024
El director de orquesta Franz Welser-M?st (Linz, 62 a?os) hizo construir hace una d¨¦cada una biblioteca detr¨¢s de su casa en el lago Atter, en la Alta Austria. El resultado fue un edificio cuadrado a dos niveles, rodeado por una galer¨ªa, donde alberg¨® su gran colecci¨®n de libros y partituras. Leemos acerca de su fascinaci¨®n por las bibliotecas en su autobiograf¨ªa, Cuando encontr¨¦ el silencio. Un alegato contra el ruido del mundo (Brandst?tter Verlag, 2020). Lugares donde viajar por el tiempo y el espacio, y donde establecer asociaciones muy enriquecedoras, como las ¨®peras de Mozart con las obras de Voltaire y Rousseau o las sinfon¨ªas de Gustav Mahler con el psicoan¨¢lisis de Sigmund Freud.
Poco antes del confinamiento por la pandemia de coronavirus, en la primavera de 2020, M?st (pues su verdadero nombre es Franz Leopold Maria M?st; ¡°Welser¡± es un homenaje a la ciudad de Wels donde creci¨®) adquiri¨® toda la obra musical publicada de la familia Strauss. En adelante, pas¨® muchas horas en su biblioteca estudiando infrecuentes valses y polcas. Y cuando recibi¨® la propuesta para dirigir el Concierto de A?o Nuevo de 2023, lo ide¨® como ¡°un viaje de descubrimiento¡±, tal como reconoci¨®, el pasado 29 de diciembre, en el diario vien¨¦s Die Presse: ¡°Solo quiero mostrar cu¨¢ntos tesoros quedan por revelar¡±. El resultado ha sido un programa plagado de novedades, con 13 de sus 15 composiciones nunca antes programadas en las 82 ediciones anteriores del Concierto de A?o Nuevo. Y con un novedoso protagonismo de Josef Strauss, frente a su hermano Johann.
En su referida autobiograf¨ªa, Welser-M?st confiesa la principal dificultad que tiene el Concierto de A?o Nuevo para un director de orquesta: ¡°Si en una velada sinf¨®nica normal uno lidia con unos veinte tempos [grado de celeridad en la ejecuci¨®n de una composici¨®n musical] diferentes, en el Concierto de A?o Nuevo debes planificar unos 200 cambios de tempo, lo que requiere una constante atenci¨®n por parte del director y un di¨¢logo muy pr¨®ximo con la orquesta¡±. Su ambici¨®n por superar esa indudable dificultad, tras sus dos mediocres actuaciones de 2011 y 2013, ha marcado el fracaso de su tercera actuaci¨®n al frente del popular concierto del primero de enero.
Opt¨® por abrir el fuego con una polca r¨¢pida, al igual que hizo en 2013, en lugar de la habitual marcha. Una insustancial composici¨®n de Eduard Strauss, titulada ?Qui¨¦n sale a bailar?, estrenada en esta misma sala dorada del Musikverein, en 1886, durante uno de los conciertos populares de la Orquesta Strauss. Y en el primer vals, Poema heroico de Josef Strauss, ya comprobamos la obsesi¨®n del director de Linz por disponer un tempo diferente para cada una de las dos melod¨ªas que componen cada una de las cinco secuencias de vals que siguen a la introducci¨®n. Un trabajo admirable de planificaci¨®n, para subrayar los diferentes estados de ¨¢nimo que refleja un vals, pero tambi¨¦n un fracaso musical al no conseguir darles coherencia ni moldearlos con destellos de fantas¨ªa que tanto hemos admirado en otros directores.
Con extra?os batutazos e inexpresivos gestos, Welser-M?st transmiti¨® poco a una Filarm¨®nica de Viena que apenas levantaba la vista de sus atriles para mirarle. En la cuadrilla de la opereta El bar¨®n gitano, de Johann hijo, opt¨® por subrayar mucho los contrastes, pero las melod¨ªas m¨¢s conocidas sonaron irreconocibles por su lentitud o rapidez. Lo mismo pas¨® en el vals En la acogedora noche, de Carl Michael Ziehrer, de su opereta Los vagabundos, donde la bell¨ªsima melod¨ªa del aria de Roland, ¡°Alabada seas, noche acogedora¡± (por cierto que Ziehrer la copi¨® descaradamente del vals Espirales de Johann hijo), son¨® invariable y sin vuelo. Por fortuna, la primera parte termin¨® con una atractiva interpretaci¨®n de la polca r¨¢pida ?Vamos, entrad!, de Johann hijo.
Los realizadores Barbara Weissenbeck y Nicholas P?schl convirtieron el documental del intermedio en una divertida fantas¨ªa para conmemorar el 150? aniversario de la Exposici¨®n Universal de Viena. Fue protagonizado por el propio Welser-M?st, al que vemos evocar diferentes localizaciones por medio de animaciones virtuales aderezadas con m¨²sica por integrantes de la orquesta vienesa. Y la segunda parte arranc¨® con una atractiva interpretaci¨®n de la obertura de la opereta c¨®mica Isabella, de Franz von Supp¨¨, con ese color espa?ol que este cosmopolita compositor austroh¨²ngaro combina con lo vien¨¦s.
Los tres valses de Josef Strauss, en la segunda parte, plantearon los mismos problemas de cohesi¨®n y musicalidad ya comentados. El director austr¨ªaco aport¨® muchos tempos diferentes, pero con resultados impostados y muy poca variedad musical. Su apuesta personal por el temprano Perlas de amor (1857) no encontr¨® nada de melancol¨ªa, lo m¨¢s interesante de Los luganos (1861) fue la evocaci¨®n del canto de esos p¨¢jaros de plumaje verdoso tiznado de tonos ceniza, y Acuarelas (1869) no termin¨® por conducir toda tensi¨®n hacia la coda final, como hizo Lorin Maazel, en 1980, dentro de su primer Concierto de A?o Nuevo. En las polcas todo sali¨® un poco mejor, en especial, en la refinada Polca de Ang¨¦lica, de Josef Strauss, que Welser-M?st dedic¨® a su esposa Angelika M?st, muy presente en la detallada realizaci¨®n de Michael Beyer.
Las tres escenas de ballet, que hab¨ªan arrancado con Perlas de amor en el palacio Laxenburg, tuvieron su momento m¨¢s atractivo en la polca r¨¢pida Muy lejos de aqu¨ª, de Eduard Strauss. La coreograf¨ªa de Ashley Page fue capaz de contarnos una divertida historia sobre una rebelde mariposa, que termina cazando a su cazador, con el exquisito vestuario de Emma Ryott. Y concluy¨® en el famoso vals Junto al bello Danubio azul, de Johann hijo, con bell¨ªsimas localizaciones en el interior de la Abad¨ªa de Melk. La otra novedad interesante fue la inclusi¨®n de chicas entre Los Ni?os Cantores de Viena, en la polca francesa ?nimo alegre de Josef Strauss, que aportaron una riqueza adicional al bello color del conjunto.
La inclusi¨®n de la polca r¨¢pida Para siempre, de Josef Strauss, y la m¨²sica de Joseph Hellmesberger hijo para la escena de los telegrafistas, del ballet Excelsior, no aportaron nada especial. Sin embargo, lo mejor de esta edici¨®n del Concierto de A?o Nuevo lleg¨® con la extra?a fantas¨ªa Allegro fantastique, de Josef Strauss, que se subtitula Pieza de bravura para cuerda y permiti¨® el lucimiento de esa secci¨®n de la orquesta vienesa. El otro destello del concierto lleg¨® en la primera propina, donde Welser-M?st dirigi¨® una brillante interpretaci¨®n del Galop de los bandidos, de Johann hijo, una composici¨®n muy presente en el Concierto de A?o Nuevo desde 1947.
Con el inicio del vals Junto al bello Danubio azul escuchamos la tradicional felicitaci¨®n del nuevo a?o. El director austr¨ªaco empez¨® muy nervioso citando la famosa frase que Nietzsche escribi¨® a su amigo Heinrich K?selitz (¡°La vida sin la m¨²sica ser¨ªa sencillamente un error¡±) y resalt¨® el mensaje de esperanza y optimismo que trasmite al mundo este concierto. Pero su actuaci¨®n prosigui¨® con una plana versi¨®n del famoso vals de Johann Strauss hijo. Y concluy¨® mostrando su poca conexi¨®n con el p¨²blico, en el tradicional palmeado de la Marcha Radetzky, de Johann padre. En resumen, un gris¨¢ceo Strauss de biblioteca con alg¨²n destello al final. El a?o que viene volver¨¢ al podio del Musikverein el berlin¨¦s Christian Thielemann, que ya lo dirigi¨® en 2019 y acaba de publicar una integral Bruckner con la orquesta vienesa. ?Volveremos a escuchar valses vieneses como marchas prusianas? El 1 de enero de 2024 saldremos de dudas.
Babelia
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