Christian Gerhaher se reconcilia con Johannes Brahms
El bar¨ªtono alem¨¢n dedica un memorable recital al compositor hamburgu¨¦s con el pianista Gerold Huber en su anual visita al Ciclo del Lied
¡°Brahms no es para m¨ª una catedral g¨®tica, sino neorrenacentista, tambi¨¦n con naves y capillas maravillosamente relucientes y m¨¢gicas¡±. Esta enigm¨¢tica definici¨®n del compositor Johannes Brahms, que desliza el bar¨ªtono Christian Gerhaher (Straubing, Alemania, 53 a?os) en el segundo cap¨ªtulo de su libro de conversaciones con Vera Baur (Henschel Verlag, 2015), forma parte de una formidable diatriba contra sus lieder.
Comienza acusando a Brahms, junto a Richard Strauss, de optar por textos de menor calidad literaria por miedo a que otros mejores pudieran restar valor a su m¨²sica. El bar¨ªtono pone como ejemplo los dos primeros versos del poeta Franz Kugler, en St?ndchen op. 106/1, a los que Brahms puso m¨²sica, en 1885: ¡°Der Mond steht ¨¹ber dem Berge, / So recht f¨¹r verliebte Leut¡¯¡± (¡°La luna brilla sobre la monta?a, / lo ideal para gente enamorada¡±). Un inicio que no solo considera ¡°realmente espantoso¡±, sino que podr¨ªa contribuir a alejar de los recitales de lieder al p¨²blico con gustos literarios.
Despu¨¦s arremete contra sus Deutsche Volkslieder WoO 33-34, arreglos de canciones folcl¨®ricas alemanas donde, seg¨²n reconoce, el compositor opta por la complejidad t¨¦cnica y lo sentimental en detrimento de la reflexi¨®n. ¡°Creo que esto supone una grave desventaja tanto en su obra como en su intenci¨®n art¨ªstica. Y va encaminada fuertemente hacia el entretenimiento y la incapacitaci¨®n del oyente¡±, asegura. Para Gerhaher, el arte es incompatible con el entretenimiento, pero no quiere pecar de moralizador y tambi¨¦n confiesa en el libro su pasi¨®n por las novelas polic¨ªacas norteamericanas como forma de evasi¨®n.
Al final, concluye que Brahms no es un artista rom¨¢ntico ni tampoco un clasicista como Mendelssohn. Para ¨¦l es ¡°un compositor nost¨¢lgico, casi reaccionario¡±, de ah¨ª esa met¨¢fora de la catedral neorrenacentista. Pero tambi¨¦n reconoce algunos resultados grandiosos que le conmueven profundamente. No obstante, insiste en preguntarse por qu¨¦ fue tan diferente de Schumann, a quien tanto deb¨ªa y a quien tanto admir¨®. Y llega a la conclusi¨®n de que quiz¨¢ ten¨ªa una imagen desfigurada de su amigo y mentor, lo que explicar¨ªa ese veredicto de aburrimiento contra sus Escenas del Fausto de Goethe, la composici¨®n predilecta de Gerhaher y a la que dedica un interesante cap¨ªtulo en su libro.
El eximio bar¨ªtono alem¨¢n volvi¨® a actuar el pasado lunes, 19 de diciembre, en el Teatro de la Zarzuela, dentro del Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusi¨®n Musical, que cumple ya su XXIX edici¨®n. Era su decimos¨¦ptimo recital, desde marzo de 2003, y sorprendi¨® que cantase un monogr¨¢fico dedicado precisamente a Johannes Brahms. Curiosamente no era su primer recital dedicado al compositor hamburgu¨¦s en el Ciclo de Lied, pues en marzo de 2008 ya cant¨® un programa similar. Pero con una curiosa salvedad. En aquella ocasi¨®n, los Cuatro cantos serios op. 121, que son el principal logro musical de Brahms para voz y piano, se escucharon al final del concierto. Ahora, por el contrario, Gerhaher opt¨® por ubicar esa obra tard¨ªa, y tan focalizada en la muerte, como la ¨²ltima de la primera parte de su actuaci¨®n. Les sigui¨®, en la segunda parte, una exquisita selecci¨®n de canciones que abarca casi cuatro d¨¦cadas de su producci¨®n y resume todos sus logros. Luis Gago explica en sus magn¨ªficas notas todas las particularidades del programa, pero tambi¨¦n interpreta la nueva ubicaci¨®n del op. 121 brahmsiano como ¡°una llamada a la esperanza¡±. Quiz¨¢ estemos ante un signo inequ¨ªvoco de su reconciliaci¨®n con Brahms.
El recital comenz¨® con una muestra de la bendita inseguridad del bar¨ªtono alem¨¢n. Se anunci¨® por megafon¨ªa que iba a actuar enfermo por un resfriado, pero en su canto no se not¨® ning¨²n atisbo de afecci¨®n respiratoria. Compareci¨® visiblemente nervioso e inc¨®modo en un escenario donde se le quiere y admira. Nada extra?o, si exceptuamos su vestimenta, pues tuvo que actuar sin su habitual frac al haberse extraviado su maleta en el aeropuerto. Arranc¨® el recital con las Nueve canciones y cantos op. 32, un punto de inflexi¨®n en la colecci¨®n brahmsiana de lieder y donde combina versos de dos poetas menores, el conde August von Platen y el traductor pol¨ªglota Georg Friedrich Daumer. Ya en Wie rafft ich mich auf in der Nacht, se escucha admirablemente esa inquietud nocturna, que suena convertida en una l¨²gubre marcha a medio camino entre Schubert y Wolf. Y con esa voz que recuerda al ep¨ªgono de su maestro, el legendario Dietrich Fischer-Dieskau, algo que reconoce el propio Gerhaher, al tiempo que insiste en atribuir a un recital de Hermann Prey su historia de amor con los lieder.
Gerhaher plasm¨® admirablemente todas las inflexiones textuales y musicales de las primeras seis canciones del op. 32, todas ellas en modo menor y te?idas de melancol¨ªa, impotencia y desesperanza. Nada alter¨®, a continuaci¨®n, el tranquilizador amanecer inspirado en la Persia m¨ªtica de las tres ¨²ltimas, en modo mayor. Las traducciones de Daumer del Div¨¢n de Hafez de Shiraz sonaron exquisitas y, en especial, Wie bist du, meine K?nigin, que cierra la colecci¨®n plena de ex¨®ticas im¨¢genes admirablemente evocadas desde el piano por Gerold Huber.
En los crepusculares Cuatro cantos serios op. 121, el bar¨ªtono alem¨¢n evit¨® un tono l¨²gubre o teol¨®gico en favor de la intensidad expresiva. Y de estos fragmentos b¨ªblicos puestos en m¨²sica por el coraz¨®n agn¨®stico de Brahms sobresali¨® el sobrecogedor O Tod, wie bitter bist du, cuya fluidez y naturalidad fue defendida por Sch?nberg como un signo de modernidad. Gerhaher convirti¨® ese contraste del enunciado O Tod (¡°?Oh, muerte!¡±), de amarga tercera descendente, en la tonalidad mi menor, a la resignaci¨®n que provoca como sexta ascendente, en mi mayor, en uno de los mejores momentos de la noche. Y sigui¨® su ascenso expresivo en el canto final, Wenn ich mit Menschen und mit Engelszungen redete, que exalta el amor desde la popular primera ep¨ªstola de san Pablo a los corintios, y donde su compenetraci¨®n con Huber al piano volvi¨® a ser un factor determinante.
En la segunda parte vimos salir a un Gerhaher mucho m¨¢s seguro. Y se not¨® en la coherencia que despleg¨® su referida selecci¨®n que abarca toda la producci¨®n brahmsiana, desde 1854 hasta 1889. Empezamos por el final, Meine Lieder op. 106/4, donde exalta el poder de la canci¨®n elevando su calidad musical. El frescor y fluidez primaveral de Geheimnis op. 71/3 contrast¨® con la soledad de mayo que retrata Die Mainacht op. 43/2. Aqu¨ª el paso del sereno mi bemol mayor al estremecedor si mayor central fue otro de los momentos m¨¢s impactantes de la noche. Huber volvi¨® a elevar el efecto acu¨¢tico en Treue Liebe op. 7 y Gerhaher hizo volar et¨¦rea su exquisita media voz como las alondras en Lerchengesang op. 70/2.
La selecci¨®n de Ocho canciones y cantos op. 59 excluy¨® los temas de Goethe y M?rike para concentrarse en los versos de Klaus Groth, amigo del compositor. Gerhaher intensific¨® la conexi¨®n mel¨®dica entre Regenlied y Nachklang, que comparten la melod¨ªa que Brahms utiliz¨® como primer tema del finale de su Sonata para viol¨ªn y piano n¨²m. 1, pero tambi¨¦n su paso de la melancol¨ªa a la nostalgia, con esas gotas de lluvia que se transforman en l¨¢grimas. Y en medio ubic¨®, en orden inverso, el irreal final de la colecci¨®n y el patetismo del s¨¦ptimo lied.
Auf dem Kirchhofe op. 105/4 fue otra maravilla de la noche con ese tono casi teatral de Gerhaher y el piano casi orquestal de Huber, pero que confluyen en un austero coral donde reconocemos una referencia a la bachiana Pasi¨®n seg¨²n san Mateo. Sigui¨® el admirable affaire teatral, en Von ewiger Liebe op. 43/1, donde escenifica una apasionada escena amorosa. Todav¨ªa faltaron tres lieder donde Brahms parece evocar a Schumann y Schubert. Gerhaher intensific¨® esa conexi¨®n con una musicalidad insuperable en O k¨¹hler Wald op. 72/3, esa loa del bosque alem¨¢n en los versos de Clemens Brentano. Pero tambi¨¦n evoc¨® en Herbstgef¨¹hl op. 48/7 el Doppelg?nger schubertiano y acerc¨® Die Kr?nze op. 46/1 a las delicias de los Liederkreis schumannianos.
Para terminar, el bar¨ªtono alem¨¢n cant¨® dos bellas propinas. Dos lieder que ya incluy¨® en su anterior recital Brahms de 2008. Primero escuchamos Der Gang zum Liebchen op. 48/1 (¡°El camino a la amada¡±) donde sigui¨® insistiendo en las conexiones entre Brahms y Schubert con esta suerte de vals sentimental. Y el recital termin¨®, parad¨®jicamente, con un volkslied de Brahms: Vor dem Fenster op. 14/1 (¡°Ante la ventana¡±). Brahms lo redact¨®, en 1858, para amenizar el ardiente verano que pas¨®, en G?ttingen, junto a la soprano Agathe von Siebold. Y Gerhaher lo acun¨® con una ligera, fluida y admirable combinaci¨®n de canto y declamaci¨®n.
CNDM 22/23. XXIX Ciclo de Lied. Obras de Johannes Brahms. Christian Gerhaher (bar¨ªtono) y Gerold Huber (piano). Teatro de la Zarzuela, 19 de diciembre.
Babelia
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