La piel de fot¨®grafo de Carlos Saura
El fallecido cineasta deja una excelente obra de im¨¢genes tomadas desde su juventud y que abarcan de la Espa?a deprimida de los a?os cincuenta a los rodajes de sus pel¨ªculas
No ser¨ªa justo que Carlos Saura pasase a la historia de la cultura espa?ola solo como un maestro de la cinematograf¨ªa, sino que habr¨ªa que a?adir que fue tambi¨¦n un excelente fot¨®grafo. Era casi imposible verlo en los actos a los que acud¨ªa sin una c¨¢mara al cuello, y a la menor oportunidad disparaba hacia lo que su mirada encontraba ¡°interesante¡±, dec¨ªa. Adem¨¢s, le gustaba practicar ese juego de doble espejo que supon¨ªa retratar a los fot¨®grafos...
No ser¨ªa justo que Carlos Saura pasase a la historia de la cultura espa?ola solo como un maestro de la cinematograf¨ªa, sino que habr¨ªa que a?adir que fue tambi¨¦n un excelente fot¨®grafo. Era casi imposible verlo en los actos a los que acud¨ªa sin una c¨¢mara al cuello, y a la menor oportunidad disparaba hacia lo que su mirada encontraba ¡°interesante¡±, dec¨ªa. Adem¨¢s, le gustaba practicar ese juego de doble espejo que supon¨ªa retratar a los fot¨®grafos que le estaban enfocando a ¨¦l, como hac¨ªa, por ejemplo, con su c¨¢mara Fuji digital de est¨¦tica retro, una m¨¢s de su colecci¨®n de cerca de mil m¨¢quinas. El propio Saura aseguraba que la fotograf¨ªa era para ¨¦l como ¡°una segunda piel¡± que formaba parte de su personalidad. Una pasi¨®n conmovedora en un pa¨ªs en el que tantos, administraciones incluidas, muestran un ignorante desd¨¦n hacia la representaci¨®n de la realidad en im¨¢genes fijas.
Saura reuni¨® una obra fotogr¨¢fica con miles de negativos que quiz¨¢s sea ahora buena ocasi¨®n para mostrar una completa relectura. Autodidacto, con solo 19 a?os expuso las fotos tomadas con una Rolleiflex en la Real Sociedad Fotogr¨¢fica de Madrid. Luego fue fot¨®grafo de festivales de m¨²sica y danza, pero su curiosidad le llev¨® a ir m¨¢s all¨¢ para tambi¨¦n plasmar, en blanco y negro, con una Leica comprada en 1953, una Espa?a de mugre y miseria, una labor documental en la que hay un cierto velo po¨¦tico. En aquel entonces, sobre todo desde el grupo Afal, se hab¨ªa producido la gran renovaci¨®n de la fotograf¨ªa espa?ola, con mirada neorrealista y un pu?ado de autores hoy cl¨¢sicos, pero Saura permaneci¨® al margen de cualquier conjunto, lo que no le impidi¨® mantener gran amistad, por ejemplo, con Ram¨®n Masats, con el que jugaba al p¨®quer: ¡°Desplum¨¢bamos a Mario Camus¡±, presum¨ªa.
El juego y las mujeres. Saura contaba, divertido, que en su juventud llevaba a sus novias al cuarto oscuro mientras surg¨ªa la magia del papel revelado en las cubetas. ¡°Era muy er¨®tico¡±. Con solo nueve a?os hab¨ªa hecho su primera foto, que le sali¨® ¡°algo movida¡±, precisamente a una ni?a que le gustaba, escondido detr¨¢s de un seto en El Retiro. Le envi¨® el documento con una carta de amor que nunca fue respondida.
Como explic¨® en ocasiones, pas¨® una noche dando vueltas cavilando si deb¨ªa dedicarse al cine o a la fotograf¨ªa. Fue en 1959. Hab¨ªa recibido una oferta del prestigioso semanal gr¨¢fico Paris Match, sin embargo, en ese momento preparaba su primer largometraje, Los golfos, estrenado al a?o siguiente. El director reconoci¨® que no se ve¨ªa corriendo con la c¨¢mara entre guerras y conflictos varios (¡±no me arrepiento, habr¨ªa sido un desastre¡±), as¨ª que opt¨® por la c¨¢mara cinematogr¨¢fica, pero no aparc¨® la otra, con el placer a?adido que le proporcionaba pasar horas en el laboratorio, entre los olores del revelador y el fijador. En 1964 expuso sus instant¨¢neas en el C¨ªrculo de Bellas Artes, en Madrid, junto a su querido Masats.
M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, en 2016, pudieron verse un centenar de sus im¨¢genes en la exposici¨®n Carlos Saura. Espa?a a?os 50, en la antigua c¨¢rcel de Segovia. Era el retrato de un pa¨ªs ¡°con reminiscencias medievales, hambruna y oscuridades¡±, describ¨ªa, con sus ni?os en harapos, mujeres de eterno luto, pueblos con caminos sin asfaltar, sin luz el¨¦ctrica ni agua potable en un recorrido por Andaluc¨ªa y Castilla principalmente. ¡°Es lo tremendo de la fotograf¨ªa, que habla de ¨¦pocas que ya no volver¨¢n¡±, aseguraba. Otro de sus trabajos se centr¨® en el Rastro de la capital, con su universo de objetos, libros, muebles o mu?ecos amontonados.
La pasi¨®n fotogr¨¢fica le llev¨® tambi¨¦n a experimentar casi desde el principio y mezclar disciplinas en sus conocidos ¡°fotosaurios¡±, im¨¢genes a las que daba nueva vida dibujando o pintando sobre ellas. ?l mismo se quitaba importancia al decir que se trataba de una afici¨®n que le manten¨ªa ¡°ocupado¡± entre pel¨ªcula y pel¨ªcula. Esa l¨ªnea puede verse en un libro de homenaje a su Arag¨®n natal, de 2018, en el que contrapon¨ªa fotos de paisajes con su reinterpretaci¨®n en dibujos. Al fin y al cabo, escrib¨ªa, ¡°aunque cualquier manipulaci¨®n fotogr¨¢fica es una traici¨®n al origen, los aficionados saben que, quien m¨¢s quien menos, ha manipulado sus fotos¡±, en la era anal¨®gica y en la digital, a?ad¨ªa.
En octubre de 2019, de nuevo en el C¨ªrculo de Bellas Artes, se organiz¨® una retrospectiva, comisariada por el fot¨®grafo Chema Conesa. A sus fotos de mediados del siglo XX sum¨® en esa ocasi¨®n otras ¨ªntimas y delicadas, como la de Geraldine Chaplin, que fue pareja suya, dando de mamar a su hijo; o el poder¨ªo de su amiga Lola Flores retratada en un rodaje. En total, unas 120 estampas. Precisamente, otro tesoro del Saura fot¨®grafo son las im¨¢genes que tom¨® de sus rodajes, en especial en las pel¨ªculas sobre el baile. Un deslumbrante trabajo que, junto a dibujos y guiones, pudo verse en el Centro Cultural Fern¨¢n G¨®mez, en Madrid, en abril de 2021.
Un ¡°fot¨®grafo aficionado con af¨¢n de perfecci¨®n¡±, como se calificaba, que dej¨®, no pod¨ªa ser sin humor, una definici¨®n de este oficio que, como toda caricatura, tiene su porci¨®n de verdad: ¡°El fot¨®grafo es como un bacalao, que produce un mont¨®n de huevos para que madure uno solo¡±.