La ¡°oscur¨ªsima¡± Espa?a de Carlos Saura
El cineasta expone 92 fotos de los a?os cincuenta que retratan un pa¨ªs de miseria y tristeza
¡°Yo ah¨ª no entro¡±. El director Carlos Saura, un cl¨¢sico del cine espa?ol con m¨¢s de 40 pel¨ªculas, entre las que se incluyen t¨ªtulos fundamentales como La caza (1965), Cr¨ªa cuervos (1975), El Dorado (1988) y ?Ay, Carmela! (1990), tira de su habitual iron¨ªa cuando descubre que 92 de sus fotos de la Espa?a de los cincuenta se exponen en el Centro de Creaci¨®n La C¨¢rcel, en Segovia, un espacio que conserva el aspecto de su primer uso: barrotes, cabinas de vigilancia, celdas y cerrojos. Una vez dentro ¡ª¡°tiene su humor negro encerrar fotos en una celda¡±¡ª, Saura (Huesca, 1932) se deja fotografiar con paciencia, dedica ejemplares del libro hom¨®nimo editado con motivo de la exposici¨®n Carlos Saura. Espa?a a?os 50 y hace fotos a los reporteros con su Fuji digital de aspecto retro.
M¨¢s de 60 a?os atr¨¢s, la c¨¢mara que llevaba era una Leica, comprada en 1953, ¡°una de las primeras que llegaron a Madrid¡±, con la que retrat¨® ¡°un pa¨ªs medieval¡±, dice, que sobrecoge en la galer¨ªa y celdas de La C¨¢rcel por sus im¨¢genes de hombres en harapos, ni?os sucios, mujeres enlutadas, caminos sin asfaltar y pueblos de miseria, una Espa?a que Saura tilda de ¡°oscur¨ªsima¡±. La descorazonadora sensaci¨®n que deja el recorrido por sus instant¨¢neas es la de un pa¨ªs triste, como la mirada de ese peque?o de la localidad zamorana de Sanabria encerrado en una jaula de madera en la calle sin que sepamos por qu¨¦.
El cineasta record¨® en la presentaci¨®n, el pasado martes, 7 de junio, su etapa de fot¨®grafo: ¡°Un oficio que nadie me ense?¨®¡±. Con solo 19 a?os mostr¨® sus primeros trabajos en la Real Sociedad Fotogr¨¢fica de Madrid. Despu¨¦s, cubri¨® como reportero gr¨¢fico festivales de m¨²sica y danza, lo que aprovech¨® para recorrer Andaluc¨ªa y Castilla y retratarlas en su cruda realidad. Saura tuvo la opci¨®n de hacerse profesional cuando la revista Paris Match le ofreci¨® un puesto en 1959. Sin embargo, en ese momento estaba preparando su primer largometraje, Los golfos. ?l recuerda que esa noche no durmi¨®, cavilando qu¨¦ camino tomar. ¡°Pero yo soy t¨ªmido, y no me ve¨ªa haciendo reportajes de guerra¡ no me arrepiento de la decisi¨®n, habr¨ªa sido un desastre¡±, asegura con socarroner¨ªa. Esa decisi¨®n le impuls¨® a continuar en la Escuela de Cine y aparcar la fotograf¨ªa, que no la afici¨®n por hacer fotos. En 1964, expuso su obra en el C¨ªrculo de Bellas Artes junto a su amigo el gran fot¨®grafo Ram¨®n Masats (¡°Con el que jugaba al p¨®quer y desplum¨¢bamos a Mario Camus¡±).
La muestra de Segovia, abierta hasta el 31 de julio, supone la primera vez que esta ciudad se suma al festival PHotoEspa?a. Est¨¢ dividida en ocho secciones que, en su mayor¨ªa, son geogr¨¢ficas: Cuenca, Andaluc¨ªa, Castilla, Madrid¡ En la capital, tomar fotos a una estaci¨®n de tren le llev¨® varias horas a comisar¨ªa, registrado y detenido por fotografiar objetivos militares. Otro cap¨ªtulo est¨¢ dedicado a Sanabria. All¨ª acudi¨® como ayudante para un documental y le impresionaron ¡°las calles embarradas sin higiene alguna, carretas con bueyes y que acabasen de inaugurar la luz el¨¦ctrica¡±. Las im¨¢genes de Carlos Saura. Espa?a a?os 50 no tienen informaci¨®n, pero cada apartado est¨¢ acompa?ado de textos del propio autor.
Saura confiesa que posee un archivo ¡°de miles de fotos¡±, que dar¨ªa para m¨¢s exposiciones. Sin embargo, solo ampl¨ªa a 30 por 40 las que le interesan, como cuando, de joven, llevaba a sus novias al cuarto oscuro para impresionarlas con la magia del revelado. ¡°Era muy er¨®tico¡±, dice ante el p¨²blico que llena el auditorio de La C¨¢rcel minutos antes de la inauguraci¨®n. Es complicado que Saura responda a las preguntas de la gente porque en seguida se remonta a recuerdos, an¨¦cdotas, sus pel¨ªculas o cita a Bernard Shaw: ¡°El fot¨®grafo es como el bacalao, produce un mont¨®n de huevos para que madure solo uno¡±. Y acaba hablando de sus tres mujeres y siete hijos: ¡°Cuando me separ¨¦ la primera vez, me fui a un piso en Atocha y no puse nada, pint¨¦ las paredes de blanco y ya est¨¢. Luego vino una chica, empez¨® a decorarlo con plantas y cosas y me dije: ¡®Esto es que est¨¢ embarazada, y efectivamente¡¡±. Tras las risas, alguien le interroga por la fotograf¨ªa de hoy, que ve en una doble vertiente: ¡°Se ha democratizado, cualquiera puede hacer una buena foto con un m¨®vil, pero a la vez se ha banalizado¡±. Lo que no es trivial es ese centenar de fotos en blanco y negro, memoria de un pasado que parece muy remoto, pero que recuerda c¨®mo fue la negra Espa?a de los cincuenta.
Babelia
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