Raquel Welch como la rubia Loana, nuestro eterno amor prehist¨®rico
En la pel¨ªcula ¡®Hace un mill¨®n de a?os¡¯, la actriz no solo retrotrajo la invenci¨®n del biquini a la ¨¦poca de los dinosaurios, sino que cre¨® un mito indestructible
Raquel Welch fue muchos personajes, pero quiz¨¢ ninguno dej¨® tanta huella (f¨®sil, podr¨ªa decirse) como el de la rubia Loana prehist¨®rica de Hace un mill¨®n de a?os, pel¨ªcula que marc¨® a una generaci¨®n y dej¨® clavados a muchos para siempre en las butacas de madera de los viejos cines de sesi¨®n continua. Eran los a?os sesenta y nadie nos hab¨ªa preparado para ver la paleontolog¨ªa as¨ª. Solo ten¨ªamos a los Picapiedra y los remotos hallazgos de los Leakey en Olduvai. Y lleg¨® la Welch.
La pel¨ªcula de Don Chaffey era una astracanada, cient¨ªficamente hablando, que juntaba a humanos y dinosaurios animados por el genio del productor Ray Harryhausen. Rodada en Lanzarote, relataba la historia de Tumak, un hombre de un clan cavernario especialmente primitivo que se enamoraba (en realidad lo suyo ser¨ªa una palabra m¨¢s vulgar) de una chica de una tribu m¨¢s refinada y avanzada culturalmente, Loana, la Welch, efectivamente. De la sutileza del planteamiento da fe que la gente de Tumak eran todos morenos y se denominaban el Pueblo de las Piedras, mientras que la de Loana eran rubios y se llamaban el Pueblo de las Conchas (!). La relaci¨®n entre Tumak y Loana, Romeo y Julieta de la Edad de Piedra, parec¨ªa imposible, m¨¢s a¨²n porque casi no hablaban (toda la pel¨ªcula los actores emit¨ªan gru?idos y palabras cortas), los dinosaurios se entromet¨ªan (un pterod¨¢ctilo se llevaba a la Welch en uno de los momentos cumbre de la pel¨ªcula) y la ¨¦poca era muy volc¨¢nica.
No fuimos pocos los que en esos a?os del tardofranquismo quedamos marcados por la imagen de Raquel Welch con su audaz biquini de piel, hasta el punto de que ya siempre confundimos la estrofa de Formula V de Eva mar¨ªa se fue. Ahora es Raquel Welch la que se ha ido y algo se retuerce en nuestro interior con tristeza y melancol¨ªas antediluvianas. Quien firma estas l¨ªneas tuvo una ins¨®lita coda er¨®tico-sentimental algo despu¨¦s de hace un mill¨®n de a?os, cuando en 1985 fue enviado a cubrir la presentaci¨®n en Nueva York de un anuncio de cava Freixenet. La fiesta en el Waldorf Astoria cont¨® con la presencia de Raquel Welch y en los salones del hotel la actriz sac¨® a bailar un lento al entonces joven periodista. Welch le pareci¨® al espont¨¢neo bailar¨ªn bajita, pero sin nada m¨¢s de qu¨¦ quejarse, sino al contrario. La actriz estuvo simp¨¢tica y comprensiva con la l¨®gica timidez del atribulado reportero, que apenas pudo musitar alguna cortes¨ªa en mal ingl¨¦s y murmurarle al o¨ªdo ¡°Loana¡± con un suspiro mientras el sal¨®n del Waldorf giraba a su alrededor y le embargaba una abrumadora sensaci¨®n de burbujas mezcladas con Mesozoico. Descanse en paz nuestra chica eterna de la prehistoria.
Babelia
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