Audrey Hepburn, el mito de la mujer moderna nacido de ¡®Desayuno con diamantes¡¯
El ensayo ¡®Quinta Avenida, 5:00 a.m.¡¯ analiza la influencia de la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de la novela de Truman Capote en la creaci¨®n de la figura femenina independiente y liberada
La definici¨®n de lo que es una estrella en el Hollywood del siglo XXI ha cambiado. ¡°Y lamento informar, para peor [...]. En la era de los grandes estudios los actores se convert¨ªan en estrellas por un motivo: porque eran dignos de la gran pantalla¡±. As¨ª arranca Quinta Avenida, 5:00 a.m., un ensayo del periodista californiano Sam Wasson clarificadoramente subtitulado Audrey Hepburn, ¡®Desayuno con diamantes¡¯ y la creaci¨®n de un mito cinematogr¨¢fico, que acota el sujeto de estudio, el nacimiento de un arquetipo femenino que super¨® a la misma Hepburn ¡ªque, por otro lado, alcanz¨® con este drama la cumbre del star system¡ª y que poco tiene que ver con la Holly Golightly que cre¨® Truman Capote en la novela primigenia. ¡°Una chica original, independiente, ni buena ni mala, pero una chica. Por si fuera poco, libre, cuya rupturista actualizaci¨®n de la feminidad moderna (?con despreocupado sexo premarital incluido!) deviene en aceptable gracias a la elegancia y a la integridad surgida de la imagen de jovencita eterna proyectada por Hepburn¡±, asegura Wasson en el libro que escribi¨® en 2010, revis¨® en 2021 y que ahora publica en Espa?a Es Pop Ediciones con traducci¨®n de Lorenzo F. D¨ªaz.
Hasta el estreno de Desayuno con diamantes, en el cine de Hollywood solo las chicas malas disfrutaban del sexo. ¡°Las chicas buenas de las pel¨ªculas deb¨ªan casarse para poder alcanzar ese fundido a negro [...]. Pero de pronto, con este filme, ya no parec¨ªa tan malo vivir sola, salir, lucir fabulosa y emborracharse un poquito, porque era Audrey quien lo hac¨ªa¡±, explica Wasson. ¡°Ser soltera ya no parec¨ªa tener nada de vergonzoso. De hecho, parec¨ªa divertido¡±. Con todo, el terremoto social que provoc¨® la pel¨ªcula estuvo a punto de no existir. El primero ¡ªy el ¨²ltimo, porque nunca dej¨® de quejarse de la adaptaci¨®n¡ª en torpedear el filme fue el mismo Truman Capote, que desde la publicaci¨®n en 1958 de la novela original, Desayuno en Tiffany¡¯s, quiso llevarla a la pantalla tal y como la escribi¨®, un esp¨ªritu imposible de asumir por la industria cinematogr¨¢fica de la ¨¦poca. Pero adem¨¢s, Audrey Hepburn rechaz¨® de primeras el papel, la censura casi hunde el guion, los productores no quer¨ªan la canci¨®n Moon River, George Peppard jam¨¢s comprendi¨® la historia (en realidad, no entendi¨® que la estrella no fuera ¨¦l), Blake Edwards film¨® dos finales porque no sab¨ªa c¨®mo acabarla y en general Paramount sufri¨® durante la producci¨®n porque todos los elementos parec¨ªan en contra.
Lo que hace aceptable todo el mensaje soterrado de Desayuno con diamantes es el aspecto de Hepburn. La oferta para protagonizarla le lleg¨® en la primera gran encrucijada de su carrera (que hab¨ªa ido avanzando a toda m¨¢quina desde que la mala alimentaci¨®n durante la Segunda Guerra Mundial le impidiera conseguir un buen estado f¨ªsico y prosperar como bailarina, su gran sue?o) y su primer impulso, alimentado por el manipulador de su marido, Mel Ferrer, fue el de rechazarla. Al final acept¨® el proyecto por varias razones: y una de ellas, quiz¨¢ la menos importante, fue el guion de George Axelrod, que en cambio result¨® crucial para su ¨¦xito.
Axelrod estaba atascado en su carrera: tras escribir La tentaci¨®n vive arriba, Un marido en apuros o Una mujer de cuidado, le defin¨ªan como un guionista de chistes vulgares, de ¡°tontos y tetas¡± se apunta en Quinta Avenida, 5:00 a.m. En su momento, La tentaci¨®n vive arriba, de Billy Wilder, fue calificada de ¡°quiero y no puedo¡±. Si la obra teatral original de Axelrod arriesgaba en su descripci¨®n del adulterio de un tipo que se pasa el verano de rodr¨ªguez, al llevarla a la pantalla y convertir esa pulsi¨®n sexual en un sue?o para regatear a la censura Wilder y Axelrod descafeinaron el mensaje.
El guionista entendi¨® los carburantes que alimentaban Desayuno en Tiffany¡¯s: sofisticaci¨®n, ingenio y sensibilidad progresista. No fue el primer adaptador contratado, aunque se llev¨® el encargo porque construy¨® el guante de seda perfecto (un romance tradicional) para el pu?o de hierro (sexo en las nuevas generaciones) que escond¨ªa la novela de Capote. Y tambi¨¦n porque entendi¨® que si en las pel¨ªculas de Doris Day el conflicto que obstaculiza la historia de amor es el deseo (no hay relaciones hasta la boda), en Desayuno con diamantes habr¨ªa que cambiarlo: Holly Golightly se acuesta con hombres por dinero (en el cine se perdi¨® su bisexualidad para convertirla en estricta hetero), luego el obst¨¢culo ser¨ªa el compromiso. Y que si los dos protagonistas no acaban a la primera en la cama, es porque Paul Varjak (George Peppard) tendr¨ªa la misma profesi¨®n que Golightly: gigol¨®. ¡°?l no puede permitirse pagar una noche en compa?¨ªa de Holly y ella tampoco en la suya. ?El conflicto? Renunciar a una vida estable y econ¨®micamente segura en pos del amor¡±, reflexiona Wasson. ¡°Por fin, Axelrod podr¨ªa escribir una comedia sexual con sexo¡±.
Se perdieron muchas caracter¨ªsticas de la novela; a cambio, se subray¨® su lado m¨¢s so?ador, se recalc¨® su pasado inocente de chica procedente de Tulsa (Texas), se eliminaron su embarazo y su aborto, y los viajes al extranjero acompa?ando a hombres por trabajo. Pero s¨ª se mantuvo su f¨ªsico: una muchacha delgada ¡°de culo peque?o y plano, el pelo liso y corto como el de un hombre y un rostro que hab¨ªa superado el de la infancia pero a¨²n no terminaba de pertenecer al de una mujer¡±. Contradictoriamente, Capote quer¨ªa que la encarnara su amiga Marilyn Monroe, que exudaba sexo a cada paso; los productores entend¨ªan que solo alguien como Hepburn har¨ªa que la censura tragara con la pel¨ªcula.
Capote dijo tras el estreno, en una entrevista en Playboy: ¡°La pel¨ªcula acab¨® siendo una carta de amor cursi a Holly y a la ciudad de Nueva York y, por tanto, superficial y bonita, cuando deber¨ªa de haber sido sofisticada y fea. Ten¨ªa tanto que ver con mi obra como las Rockettes con Ulanova¡±. Cierto, pero es que en 1961 una adaptaci¨®n as¨ª no pod¨ªa acometerse. Tampoco entendi¨® que Axelrod y Blake Edwards, que tambi¨¦n lleg¨® de carambola a la direcci¨®n de filme, hab¨ªan atrapado el zeitgeist de aquel Estados Unidos.
En ese cambio de d¨¦cada ya hab¨ªa hollys por las calles de la Gran Manzana. ¡°Fue la pel¨ªcula con la que nos hicimos adultos. Dejamos de vivir en la era de la inocencia. De pronto ten¨ªamos la capacidad de hablar a las claras de sexo. Empez¨¢bamos a vivir en los sesenta¡±, escribi¨® la cr¨ªtica Judith Crist. En esa hornada de nuevo cine entraban tambi¨¦n El apartamento y Esplendor en la hierba.
Quinta Avenida, 5:00 a.m. insiste en esta l¨ªnea con declaraciones y recuerdos de mujeres que comenzaban entonces sus carreras profesionales. La periodista y activista Letty Cottin Pogrebin, que fundar¨ªa en 1971 la revista Ms. junto a la legendaria feminista Gloria Steinem, iniciaba sus primeros pasos laborales como ejecutiva en el mundo editorial: ¡°Desayuno con diamantes me dej¨® deslumbrada. En aquellos a?os me cre¨ªa una alter ego de Holly. Era un tipo de mujer a la que quer¨ªas emular. Por supuesto, ella carec¨ªa de profesi¨®n y yo ambicionaba una carrera, lo cual resultaba problem¨¢tico, pero ya solo el hecho de que viviera por su cuenta en una ¨¦poca en que las mujeres simplemente no hac¨ªan eso me valid¨® much¨ªsimo. Me ratificaba¡±.
Y luego estaba el vestido negro, sencillo, perfecto, dise?ado por Hubert de Givenchy, el modisto colaborador de Hepburn desde Sabrina (1954). ¡°Ambos nos brindaron un tipo de elegancia muy realista y accesible¡±, asegura en el libro el dise?ador Jeffrey Banks. ¡°De pronto, gracias a este filme, lo chic dejaba de ser algo lejano y exclusivo de los ricos¡±. Givenchy basaba sus vestidos en la figura femenina tal y como fuera, no idealiz¨¢ndola. ¡°Era una novedad en la moda¡±, prosigue Banks, ¡°y sac¨® el glamur del ¨¢mbito de lo remoto y lo inalcanzable para hacerlo pr¨¢ctico¡±. Y negro, que hasta ese momento se constre?¨ªa a la noche y al luto. Por su eficacia, por su simplicidad, miles de trabajadoras urbanas compraron o se confeccionaron uno igual durante los a?os siguientes: fue el uniforme de la nueva mujer.
Tras el estreno de la pel¨ªcula, Blake Edwards pudo por fin hacer el cine que quer¨ªa, y que se apunta en la secuencia de la fiesta, que a?os despu¨¦s desarrollar¨ªa en El guateque; Axelroad (que discuti¨® con Edwards por el final apaciguado de Desayuno con diamantes, un cierre que el p¨²blico s¨ª ador¨®) escribi¨® libretos m¨¢s acordes a sus gustos como El mensajero del miedo; el jazz de Henry Mancini se considerar¨ªa ep¨ªtome de lo cool (y su Moon River, con letra de Johnny Mercer, un cl¨¢sico instant¨¢neo), y Audrey Hepburn acabar¨ªa divorci¨¢ndose de Ferrer y rodando otras obras maestras, como Dos en la carretera.
Quinta Avenida, 5:00 a.m. (bautizado as¨ª por la primera l¨ªnea del guion del drama) tambi¨¦n habla de quienes se perdieron por el camino, como Peppard ¡ªaunque triunf¨® en la televisi¨®n con El equipo A¡ª, o del final sin amigos de Capote, e incluso de los borrones de la m¨ªtica pel¨ªcula (el personaje racista del vecino japon¨¦s, encarnado por Mickey Rooney, en un empe?o de Edwards). Pero sobre todo levanta testimonio de un icono, Audrey-Holly, que cambi¨® la vida de las mujeres occidentales y les abri¨® la puerta, desde la pantalla, de la independencia.
Babelia
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