Todos los hombres que traicionaron a Audrey Hepburn
El hijo de la actriz, Sean Hepburn Ferrer, desvela que la protagonista de ¡®Desayuno con diamantes¡¯ se sinti¨® enga?ada durante toda su vida por su padre y por sus parejas
A lo largo del siglo XX, Audrey Hepburn represent¨® la elegancia, la alegr¨ªa, la solidaridad y, aparentemente, el ¨¦xito. Con la llegada del XXI, se convirti¨® en un icono absoluto de todo ello, pero ya con matices. Se supo de sus problemas, sus sufrimientos y sus dramas. Pero nadie como su hijo mayor, Sean, para saber realmente c¨®mo era su madre, c¨®mo vivi¨® y las dificultades que encar¨® a lo largo de las d¨¦cadas. Hepburn conoci¨® la felicidad, sobre todo gracias a sus dos hijos, pero tambi¨¦n supo lo que eran la guerra, el hambre, la distancia, el dolor y la traici¨®n, sobre todo la traici¨®n.
Los hombres de su vida traicionaron, uno tras otro, a la gran actriz, una mujer fr¨¢gil marcada por el abandono y la infidelidad. Desde el principio de sus d¨ªas vivi¨® la inseguridad y la falta de pertenencia a una familia, de ah¨ª que para ella fuera tan importante crear la suya propia. La consigui¨® solo al final de sus d¨ªas y gracias a sus hijos Sean (fruto de su primer matrimonio, con Mel Ferrer) y Luca (nacido del segundo, con Andrea Dotti). El mayor de ellos ha hablado ahora de c¨®mo su madre se sinti¨® traicionada por tantos, y lo ha hecho en una entrevista al hilo del lanzamiento de un nuevo documental llamado Audrey que se ha estrenado ahora en Reino Unido y que llegar¨¢ al resto del mundo entre diciembre y febrero. ¡°El secreto mejor guardado de Audrey es que ansiaba ser amada¡±, se escucha en el nuevo metraje.
Nacida en B¨¦lgica en 1929, pero de nacionalidad brit¨¢nica, la carrera de Hepburn fue relativamente corta, puesto que la arranc¨® a finales de los a?os cuarenta y la acab¨® casi por completo en 1967, cuando decidi¨® dedicarse a sus hijos y a sus labores humanitarias.
Su hijo mayor, Sean, ha cumplido los 60 a?os y cuenta que cuando solo ten¨ªa 12 su madre le habl¨® de las infidelidades de su entonces marido. ¡°Sab¨ªa que hab¨ªa problemas. Mi madre se sent¨® conmigo y con los ojos inyectados en sangre me dijo lo que estaba pasando y me pregunt¨® qu¨¦ pensaba. Era un cr¨ªo. No sab¨ªa c¨®mo ayudarla¡±, reflexiona casi medio siglo despu¨¦s de aquello en una charla con The Sun.
Pero antes de sus dos matrimonios, la inestabilidad lleg¨® a su vida por parte de su padre, Joseph, un exconsul brit¨¢nico convertido al fascismo (recaudaba dinero para la Uni¨®n Fascista Brit¨¢nica) y seguidor confeso de Adolf Hitler. La familia sigui¨® en B¨¦lgica pero Joseph se march¨® a Londres en 1935, y jam¨¢s volvi¨® para ver a su hija. ¡°Fue el evento m¨¢s traum¨¢tico de mi vida¡±, confes¨® ella m¨¢s tarde a sus bi¨®grafos. Sin embargo, ¨¦l quer¨ªa que la ni?a estudiara en el Reino Unido, as¨ª que en 1937 la oblig¨® a marcharse a una escuela en Kent lejos de su madre y sus hermanastros.
Cuando se declar¨® la guerra, la madre de Audrey decidi¨® mandarla a los Pa¨ªses Bajos temiendo un bombardeo en Inglaterra. Un error: el pa¨ªs cay¨® durante cinco a?os en manos del fascismo. La ni?a sufri¨® malnutrici¨®n y tuvo que alimentarse de bulbos de tulipanes. En 1948 retorn¨® por fin a Londres y all¨ª arranc¨® su carrera para ser bailarina, actriz y modelo; cinco a?os despu¨¦s ganar¨ªa su primer Oscar por Vacaciones en Roma. No fue hasta los sesenta cuando la ya exitosa actriz logr¨® localizar a su padre en Dubl¨ªn, y le sostuvo econ¨®micamente hasta su muerte. ?l nunca dej¨® de mostrarse distante, fr¨ªo con ella.
A mediados de los cincuenta Hepburn se cas¨® con Mel Ferrer, con quien tuvo a Sean. ¡°Trabajaban y viajaban juntos siempre. En los a?os en que estuvieron juntos probablemente pasaron tantas horas el uno con el otro como la gente que lleva 35. Eso implica un peaje¡±, afirma ahora Sean Hepburn Ferrer, que admite que Ferrer, actor, director y productor, no era una persona f¨¢cil.
¡°?l pensaba que ten¨ªa que luchar por todo. Era una persona dif¨ªcil. Era un neur¨®tico en ciertos aspectos, como la perfecci¨®n. Estaba al borde de ser un adicto a la ira, a la rabia. Nos un¨ªan grandes sentimientos, pero nos separaron muchas peque?as cosas¡±, explica Sean sobre su padre. La pareja de actores se divorci¨® en 1968 y fue entonces cuando Hepburn decidi¨® consagrarse a su hijo: ¡°Hab¨ªa esperado toda su vida para tener una familia. Es todo lo que ansiaba¡±.
En un crucero, un a?o despu¨¦s, Hepburn conoci¨® al psiquiatra italiano Andrea Dotti. Se casaron en 1969 y tuvieron a su hijo Luca en 1970. Sean fue entonces feliz, por la llegada de su hermano y porque Dotti se convirti¨® en ¡°un padrastro fant¨¢stico¡±. Pero como marido no lo era tanto. Hepburn ten¨ªa una salud fr¨¢gil y hab¨ªa sufrido varios abortos, por lo que su embarazo de Luca la preocupaba; mientras ella se quedaba en casa, Dotti se iba de fiesta por Roma. Los enga?os estaban a la orden del d¨ªa: los paparazis le captaron con m¨¢s de 200 mujeres durante su matrimonio. Al final, su doncella acabo confes¨¢ndole a la actriz que llevaba mujeres a casa cuando ella no estaba. ¡°Fue todo lo delicada que pudo y mi madre ya ten¨ªa sus sospechas. Era la revoluci¨®n sexual de los sesenta¡±, afirma el hijo de la int¨¦rprete.
El divorcio lleg¨® en 1982. La actriz decidi¨® quedarse un tiempo en Italia pero Dotti no cumpl¨ªa el r¨¦gimen de visitas de Luca, y se marcharon a Suiza. All¨ª llegaron los dos ¨²ltimos amores de su vida. El primero fue el actor holand¨¦s Robert Walders. Pasaron juntos una d¨¦cada y nunca se casaron. Pero dijo de ¨¦l una frase clave: ¡°Es muy cari?oso, un hombre muy afectuoso. Conf¨ªo en ¨¦l¡±.
Su segundo gran amor, hasta su muerte en 1993, fue la solidaridad que llev¨® a los ni?os a trav¨¦s de Unicef. Dice su hijo que era una tarea que amaba y que ¡°arriesg¨® su vida muchas veces, pero lo ve¨ªa como una tremenda oportunidad para ayudar¡±. ¡°La gente no habr¨ªa sabido lo que pasaba sin el trabajo de mi madre¡±, explica ahora, d¨¦cadas despu¨¦s, cuando se sabe de la importancia que tiene la visibilidad que le dan los famosos a estas causas. ¡°No solo luch¨® por los derechos de los ni?os sino por el derecho al amor, a la educaci¨®n, al acceso a un sistema de salud. El amor de un padre nutre tanto como una barrita de chocolate¡±, asegura Sean. Ella lo sab¨ªa desde hac¨ªa muchos a?os.
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