John Eliot Gardiner, 80 a?os de Bach por inhalaci¨®n
El director brit¨¢nico celebra su cumplea?os con otra monumental, f¨¦rrea y vitalista ¡®Misa en si menor¡¯ al frente del Coro Monteverdi y los English Baroque Soloists
John Eliot Gardiner creci¨® frente a la mirada del mism¨ªsimo Johann Sebastian Bach. El director brit¨¢nico (Fontmell Magna, Dorset, 79 a?os) lo explica al inicio de su monumental ensayo sobre el compositor barroco alem¨¢n, La m¨²sica en el castillo del cielo (Acantilado). Sus padres custodiaron, durante la Segunda Guerra Mundial, la copia de 1748 del famoso retrato de Bach, de Elias Gottlob Haussmann. Un lienzo que hab¨ªa heredado su hijo Carl Philipp Emmanuel y que termin¨® en manos de los Jenke, una familia jud¨ªa de Breslavia que huy¨® de la Alemania nazi y se refugi¨® en la Inglaterra rural. El cuadro fue despu¨¦s vendido al fil¨¢ntropo William Scheide, en 1952, que lo don¨® a su muerte al Bach Museum de Leipzig.
Los primeros nueve a?os de la vida de Gardiner estuvieron marcados por esa pintura. Su padre la hab¨ªa colocado en el rellano del primer piso, un lugar destacado del antiguo molino donde viv¨ªan. Era una estancia de techos muy bajos que permit¨ªa al ni?o mirar directamente a los ojos del compositor. Una mirada intimidante que Gardiner contempl¨® cada noche de camino a su dormitorio. Pero cuando el retrato fue devuelto para su venta, el joven John Eliot ya ten¨ªa su mirada puesta en los motetes de Bach.
Del compositor barroco alem¨¢n ya entonces admiraba su extraordinaria dificultad, pero tambi¨¦n ¡°la interacci¨®n de las voces con tantas cosas que suced¨ªan al mismo tiempo, y ese ritmo palpitante por debajo que manten¨ªa todo a flote¡±. Una afirmaci¨®n, que leemos en su referido libro, donde explica c¨®mo construy¨® su personalidad musical como pionero historicista a partir de la poderosa tradici¨®n coral brit¨¢nica. Pero que representa todav¨ªa hoy su estilo personal de dirigir la m¨²sica de Bach. Con esa admirable sinergia entre voces e instrumentos, que combina con una contagiosa vitalidad, pero donde todo discurre bajo el f¨¦rreo control de su gesto.
Lo comprobamos este martes, 11 de abril, en el Palau de la M¨²sica Catalana, en su ¨²nica actuaci¨®n espa?ola de la gira internacional por su 80? cumplea?os con sus conjuntos, el Coro Monteverdi y The English Baroque Soloists. Una tourn¨¦ con la Misa en si menor que arranc¨®, el 6 de abril, en Gateshead, y terminar¨¢ a finales de mes en Londres, tras pasar por Versalles, Barcelona, Hamburgo, Bruselas, Luxemburgo y Fr¨¢ncfort del Meno. Gardiner tiene una especial relaci¨®n con esta composici¨®n de Bach, a la que dedica un extenso cap¨ªtulo en su monograf¨ªa.
El maestro brit¨¢nico suele regresar a esa partitura cada vez que suma una nueva d¨¦cada. La dirigi¨® por vez primera con treinta a?os, en los Proms de 1973, al frente de sus propios conjuntos, pero con un excelente plantel de solistas: Elly Ameling, Janet Baker, Alexander Young, Thomas Allen y Gwynne Howell. Hizo su primera grabaci¨®n poco despu¨¦s de cumplir cuarenta, para DG/Archiv, un registro que sigue siendo una referencia. Y la dirigi¨® de gira por nuestro pa¨ªs, tras cumplir sesenta, en 2004, pero tambi¨¦n para celebrar su 70? cumplea?os. De hecho, en 2013, conmemor¨® su natalicio, en el Royal Albert Hall, con una marat¨®n Bach de nueve horas en torno a la Misa en si menor.
En los cincuenta a?os que lleva dirigiendo esta magna partitura de Bach, el a?o 2000 marc¨® un antes y un despu¨¦s. Esa conmemoraci¨®n del 250? aniversario de la muerte del compositor, Gardiner dirigi¨® (y grab¨®) sus dos centenares de cantatas religiosas en m¨¢s de cincuenta iglesias de catorce pa¨ªses, respetando el calendario lit¨²rgico de cada obra. Esa ¡°Peregrinaci¨®n Bach¡± le permiti¨® volver a la Misa en si menor, en 2004, con una idea m¨¢s precisa de esta composici¨®n que Bach redact¨® al final de su vida, entre 1748 y 1749, compilando y adaptando composiciones propias del pasado, entre ellas m¨²ltiples cantatas. Pero esper¨® hasta 2015, con 72 a?os, para realizar su segunda grabaci¨®n de la obra, y tras haber publicado su referida monograf¨ªa acerca del compositor.
La interpretaci¨®n actual de Gardiner, de la Misa en si menor, trata de mostrar un hilo narrativo que, seg¨²n ¨¦l, recorre toda la obra, por encima de su doctrina. Pero tambi¨¦n invita al p¨²blico a un viaje ¨¦pico por espacio de cien minutos ¡°que carece de precedentes en punto a dimensi¨®n, majestuosidad y sobriedad¡±. Un recorrido que abarca desde la invocaci¨®n inicial de piedad (Kyrie eleison) a la final de paz (Dona nobis pacem) y que aporta una asombrosa fluidez y unidad a la obra.
El director ingl¨¦s tens¨® los cuatro compases iniciales del primer Kyrie que sonaron rotundos y monumentales. Tal como explic¨® en una entrevista, en The Arts Desk, Gardiner trata de infundir a sus m¨²sicos cada estado de ¨¢nimo que exige la obra. Pero su planteamiento es mucho m¨¢s f¨ªsico y mental que devoto: ¡°Algunas personas pueden hacerlo mediante la oraci¨®n, pero yo lo hago mediante la inhalaci¨®n, tal como lo har¨ªa en un ejercicio de yoga¡±. La respuesta de los 33 integrantes del Coro Monteverdi fue admirable, de principio a fin, al conformar un tapiz sonoro tan suntuoso como transparente.
Gardiner carg¨® las tintas del segundo Kyrie en stile antico para subrayar el contraste con la brillantez terrenal del arranque del Gloria. La transici¨®n del Et in terra pax son¨® m¨¢s angelical y con Gratias agimus tibi volvimos a una austeridad deliberadamente machacona, que se traduce al final en monumentalidad con las tres trompetas y los timbales. La sinergia funcion¨® idealmente entre voces e instrumentos, en Qui tollis, pero lo mejor del Gloria lleg¨® al final en otra lectura trepidante y llena de vivacidad de Cum Sancto Spiritu, con una deslumbrante claridad de l¨ªneas, toda una especialidad de Gardiner.
El Credo (Symbolum Nicenum) fue musicalmente superior al Gloria. Gardiner encontr¨® en la sucesi¨®n de sus tres coros centrales, donde se representa la encarnaci¨®n, la muerte y la resurrecci¨®n de Cristo, el punto justo de dramatismo y algarab¨ªa. Una preparaci¨®n ideal para el cl¨ªmax de la obra, que el director ingl¨¦s ubica en el fantasmal paso de Confiteor a Et expecto. Todo se ralentiza aqu¨ª y escuchamos durante un minuto las progresiones arm¨®nicas m¨¢s extra?as y misteriosas, que para Gardiner representan el terror y la duda del compositor. Un contraste con la explosi¨®n final que cierra el Credo, a continuaci¨®n, con toda la orquesta en la luminosa tonalidad de re mayor.
Para las arias y d¨²os, el director ingl¨¦s extrae los cantantes de su coro, donde cuenta habitualmente con refuerzos invitados. Pero las intervenciones solistas se mantuvieron un punto por debajo de las maravillas corales. El d¨²o de sopranos del Christie no termin¨® de brillar con la soprano Hilary Cronin y la mezzo Sarah Denbee. En el Gloria, Cronin destac¨® m¨¢s en Laudamus te que cont¨®, adem¨¢s, con el excelente solo de viol¨ªn de Kati Debretzeni. Tambi¨¦n resalt¨® el expresivo contratenor Reginald Mobley, en Qui sedes, y la nobleza del bajo Dingle Yandell, en Quoniam tu solus sanctus, con un excelente acompa?amiento de la trompista natural Anneke Scott y los fagotistas Gy?rgyi Farkas y Philip Turbett. Menos interesante result¨®, en el Credo, el tono m¨¢s l¨ªrico del bajo Alex Ashworth, en Et in Spiritum Sanctum.
El Coro Monteverdi volvi¨® a despuntar en el festival coral del Sanctus y, especialmente, en la mec¨¢nica contrapunt¨ªstica de Pleni sunt coeli. Y el bloque final, de Osanna, Benedictus, Agnus Dei y Dona nobis pacem fue donde escuchamos las dos mejores intervenciones solistas de la noche. El tenor Nick Pritchard cant¨® un refinad¨ªsimo Benedictus acompa?ado por la exquisita flauta de Rachel Beckett y Mobley volvi¨® a emocionar en Agnus Dei. Pero el Coro Monteverdi marc¨® al final la diferencia con un intenso y glorioso Dona nobis pacem que culmin¨® con la mejor intervenci¨®n de las tres trompetas. El pr¨®ximo 20 de abril, Gardiner cumplir¨¢ 80 a?os, aunque ese d¨ªa no dirigir¨¢ ning¨²n concierto.
Bach: Misa en si menor, BWV 232
Hilary Cronin (soprano), Bethany Horak-Hallett (mezzosoprano), Sarah Denbee (mezzosoprano), Reginald Mobley (contratenor), Nick Pritchard (tenor), Jonathan Hanley (tenor), Dingle Yandell (bajo), Alex Ashworth (bajo). Coro Monteverdi & The English Baroque Soloists. John Eliot Gardiner (dirección). Palau de la Música Catalana, 11 de abril.
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