Todo est¨¢ en Bach

El director brit¨¢nico John Eliot Gardiner y el Coro Monteverdi hacen que cantar Bach con la m¨¢xima pureza parezca f¨¢cil. Pero no lo es. De hecho, para lograr una versi¨®n de la Misa en si menor, BWV 232 tan colosal como la que han ofrecido en el Auditori han trabajado d¨¦cadas, abordando retos como interpretar todas las cantatas del compositor alem¨¢n. Fruto de esa experiencia, su aproximaci¨®n a la escritura de Bach para voces es hoy m¨¢s natural y rica en matices de insospechada belleza.

El Coro Monteverdi, integrado en esta ocasi¨®n por 28 cantantes, caus¨® un tremendo impacto desde su primera intervenci¨®n por la plenitud y la proyecci¨®n de las voces, capaces de llegar a cualquier rinc¨®n de la sala con m¨¢s potencia que otras formaciones con plantillas m¨¢s numerosas. Porque, sin desmerecer en absoluto la prestaci¨®n orquestal ¡ªThe English Baroque Soloits es uno de los mejores conjuntos con instrumentos de ¨¦poca¡ª la actuaci¨®n del coro nos transport¨® a otra dimensi¨®n: afinaci¨®n exacta, articulaci¨®n clara y precisa, empaste y sentido del color, ornamentaci¨®n ajustada al estilo¡­ una lecci¨®n interpretativa que ilumin¨® pasajes que otros coros dejan borrosos, sin relieve.

Trabajo bien hecho

Bach es un resumen de todos los m¨²sicos que le precedieron y, a su vez, es la fuente en que beben, en mayor o menor medida, todas las m¨²sicas del porvenir. Todo est¨¢ en Bach: la melod¨ªa, el ritmo, el contrapunto, el equilibrio absoluto, la m¨¢s perfecta arquitectura sonora al servicio de la expresi¨®n. Y toda la ciencia de Bach est¨¢ en la Misa en si menor, revelada por Gardiner con sabidur¨ªa, dominio del estilo y un gusto musical exquisito. Podr¨ªamos poner reparos a algunas intervenciones solistas, a cargo de seis integrantes del coro ¡ªla mezzosoprano Meg Bragle en el sublime Agnus Dei y el tenor Nicholas Pritchard fueron los m¨¢s destacados¡ª, pero Gardiner prefiere trabajar con esp¨ªritu de equipo y, desde esa ¨®ptica, su lectura bachiana, irreprochable, y la fuerza coral despertaron el entusiasmo del p¨²blico.

El regreso de Gardiner a Barcelona echa por tierra t¨®picos sobre la ac¨²stica del Auditori: cuando se trabaja a fondo, con un director experimentado, se solucionan algunas deficiencias que parec¨ªan insalvables. ?Milagro? No, sencillamente, trabajo bien hecho.