La monta?a de Antequera que fue m¨¢s importante que el Sol
La investigaci¨®n sobre el cuarto dolmen funerario hallado en 2020 en el municipio malague?o subraya el car¨¢cter sagrado que ten¨ªa la singular Pe?a de los Enamorados para la sociedad neol¨ªtica
Una de las muchas rarezas del dolmen de Menga, ubicado en Antequera (M¨¢laga), declarado Patrimonio Mundial y construido hace unos 5.600 a?os, es su orientaci¨®n. Si la mayor¨ªa de las construcciones del Neol¨ªtico se alinean hacia la salida del Sol, este lo hace a 45 grados, justo hacia la Pe?a de los Enamorados, monte calizo cuyo perfil se asemeja al de un rostro hum...
Una de las muchas rarezas del dolmen de Menga, ubicado en Antequera (M¨¢laga), declarado Patrimonio Mundial y construido hace unos 5.600 a?os, es su orientaci¨®n. Si la mayor¨ªa de las construcciones del Neol¨ªtico se alinean hacia la salida del Sol, este lo hace a 45 grados, justo hacia la Pe?a de los Enamorados, monte calizo cuyo perfil se asemeja al de un rostro humano tumbado. All¨ª, bajo su barbilla ¡ªdonde hay una alta pared conocida popularmente como Tajo Colorao¡ª, se ubica un dolmen funerario hallado en 2020 que, seg¨²n una reciente investigaci¨®n, tambi¨¦n tiene esa misma orientaci¨®n. Ambas miran hacia esa monta?a que los cient¨ªficos creen que ten¨ªa un papel de extrema relevancia para los pobladores de la zona en la etapa neol¨ªtica. Tanta, que las construcciones se dirig¨ªan hacia ella, otorg¨¢ndole m¨¢s importancia que al Sol.
El trabajo arqueol¨®gico ha servido para describir caracter¨ªsticas del sepulcro desconocidas hasta ahora, como la sofisticaci¨®n de su construcci¨®n, en la que usaron piedras talladas. Pero sobre todo subraya el papel de la Pe?a de los Enamorados como lugar de reuni¨®n y referencia para la sociedad neol¨ªtica local. Las pinturas rupestres del Tajo Colorao ¡ªdatadas hace unos 6.000 a?os¡ª eran una pista que la rara orientaci¨®n del Dolmen de Menga sosten¨ªa. Y la misma disposici¨®n de esta tumba, ubicada en el yacimiento de Piedras Blancas, lo confirma. Es lo que explica el art¨ªculo publicado este viernes por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) en la revista cient¨ªfica Antiquity. ¡°Esto subraya el car¨¢cter de la pe?a como hito y geoescultura¡±, dice el texto, que concluye que ¡°Antequera ilustra el poder con el que la naturaleza presid¨ªa la cosmovisi¨®n neol¨ªtica, inspirando y guiando la creaci¨®n de monumentos¡±.
Leonardo Garc¨ªa Sanju¨¢n, profesor de Prehistoria en la Universidad de Sevilla, ha sido uno de los directores de la excavaci¨®n ¡ªrealizada entre septiembre y noviembre de 2020¡ª junto a David Wheatley, especialista de la Universidad de Southampton. Desde Kiel (Alemania), donde ocupa durante un trimestre la c¨¢tedra honoraria Johanna Mestorf en la universidad local, Garc¨ªa Sanju¨¢n recuerda que la Pe?a de los Enamorados es hoy cruce de caminos ¡ªa sus pies se encuentran la autov¨ªa A-45 que une M¨¢laga con C¨®rdoba y la A-92 desde Sevilla a Granada¡ª y que esas carreteras pasan por las mismas rutas hist¨®ricas que ten¨ªan este promontorio con parecido a un rostro tumbado ¡°como referencia¡±. ¡°Los pobladores neol¨ªticos lo veneraban como monta?a sagrada¡±, cree. Es la raz¨®n por la que construyeron este megalito a sus pies, el cuarto de la zona, junto a los tres considerados Patrimonio Mundial desde 2016: Viera, El Romeral y Menga.
La construcci¨®n mantiene un di¨¢logo entre lo natural y lo humano, como ocurre en otras comunidades prehist¨®ricas europeas. Aqu¨ª excavaron la tierra manteniendo en los laterales las rocas del subsuelo y luego instalaron varias losas que ejerc¨ªan de entrada y fondo de la tumba. Algunas de estas lajas, adem¨¢s, tienen ornamentos naturales como ondulaciones fosilizadas por acci¨®n del mar, donde se origin¨® la roca ¡ªsimilar a las utilizadas en El Romeral¡ª, mientras que otras fueron decoradas expl¨ªcitamente con grabados ahora en fase de estudio.
M¨¢s del 95% de los casi 2.000 monumentos megal¨ªticos de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica se dirigen al Sol, pero esta tumba, como Menga, no. Y tambi¨¦n como el dolmen, est¨¢ orientada a 45 grados. Sus constructores, sin embargo, tambi¨¦n quisieron domesticar la luz y resaltar la relevancia solar. Gracias a una haza?a de ingenier¨ªa colocaron una serie de rocas que funcionan a modo de embudo por el que cada a?o, entre el 21 y el 22 de junio, se filtra la luz hasta iluminar la laja que sella la c¨¢mara al fondo. All¨ª ubicaron un peque?o ¨ªdolo ¡ªquiz¨¢ divino¡ª y, debajo, colocaron dos piedras triangulares a las que dieron forma de flecha. Apuntan justo hacia el lugar por el que se cuela el Sol, es decir, el solsticio de verano. Incluso dos cuerpos enterrados ah¨ª siglos m¨¢s tarde mantienen la trayectoria. ¡°Todo parece indicar que la direcci¨®n estaba buscada. Quiz¨¢ nunca sepamos por qu¨¦, pero tiene sentido que est¨¦ relacionado con la conexi¨®n a la divinidad y el culto a los ancestros¡±, relata C¨¦sar Gonz¨¢lez-Garc¨ªa, arqueoastr¨®nomo del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC). Ha sido ¨¦l quien, a trav¨¦s de modelados 3D y un programa inform¨¢tico, ha simulado la situaci¨®n del Sol en el solsticio del a?o 3.100 antes de Cristo para corroborar su entrada hasta el fondo de la tumba.
Los an¨¢lisis de radiocarbono datan la construcci¨®n de la tumba en ese momento de la prehistoria, aunque el margen se extiende unos siglos antes. La principal hip¨®tesis del art¨ªculo, de hecho, apunta m¨¢s hacia esa fecha, muy parecida a la de la construcci¨®n del dolmen de Menga ¡ªentre el 3.800 y el 3.600 antes de Cristo¡ª, aunque esta teor¨ªa a¨²n est¨¢ por confirmar con nuevas t¨¦cnicas. Lo que s¨ª ha comprobado la investigaci¨®n es que su uso est¨¢ dividido en tres fases en las que se han encontrado distintos restos humanos y l¨ªticos, adem¨¢s de una docena de vasijas cer¨¢micas cuyo contenido est¨¢ siendo analizado.
Primero funcion¨® a modo de osario y los huesos de los distintos cad¨¢veres terminaban mezcl¨¢ndose a lo largo del tiempo (se han hallado restos de nueve personas, pero se cree que se enterraron muchas m¨¢s, solo que se iban retirando los restos peri¨®dicamente, como ocurre en los cementerios actuales). Unos 600 a?os despu¨¦s, el nivel m¨¢s bajo fue rellenado con tierra y encima se dispusieron nichos de piedra donde reposan los cuerpos de un hombre y una mujer que debieron ser relevantes socialmente, ¡°aunque no se les enterr¨® con ajuares de prestigio como metales, marfil o s¨ªlex¡±, afirma Garc¨ªa Sanju¨¢n. Tiempo despu¨¦s, se desconoce cu¨¢nto, la tumba fue sellada, aunque en la Edad de Bronce ¡ªalrededor de 1.700 a?os antes de Cristo¡ª se realizaron nuevas inhumaciones, subrayando a¨²n m¨¢s la relevancia del lugar, incluso para las comunidades que habitaban la zona casi dos milenios despu¨¦s de la creaci¨®n del sepulcro.
Entre la ciencia y la leyenda
La segunda etapa de uso del hipogeo megalítico en el yacimiento de Piedras Blancas es una de las que más curiosidad despierta en los investigadores. Lo es porque engarza con la leyenda de la Peña de los Enamorados. Desde su primera versión escrita en el siglo XV, esta refleja que dos amantes —él cristiano y ella musulmana— se lanzaron desde el Tajo Colorao y fueron enterrados al pie de esta formación rocosa. Es justo lo que han encontrado los arqueólogos: un hombre y una mujer juntos en una tumba. “Hay una parte de ese relato legendario que podría tener aquí su base histórica”, afirma el investigador Leonardo García Sanjuán, quien explica que el diálogo entre ciencia y leyenda existe, pero que no se puede tomar al pie de la letra, al igual que ocurre con otros mitos de construcciones de la época como Newgrange (Irlanda) o Stonehenge (Reino Unido). Eso sí, apunta que ya en el siglo XII un geógrafo andalusí mencionó la toponimia de la Peña de los Enamorados y que, por tanto, existe la posibilidad de que el relato oral original proceda de tiempos remotos. “¿Hasta qué punto se ha ido transmitiendo a lo largo de la historia que aquí había enterramientos? ¿Es casualidad que haya un hombre y una mujer enterrados ahí? No lo sabemos, ahora todo esto es un nuevo rompecabezas”, explica el arqueólogo, que deja preguntas abiertas para que nuevas investigaciones puedan, quizá, responderlas algún día.