Cuando el flamenco sali¨® de la caverna
Una exposici¨®n en Sevilla revisa la consolidaci¨®n del espect¨¢culo flamenco como respuesta a las primeras visitas de los viajeros rom¨¢nticos en la ciudad
Doctores tiene la iglesia¡ y el flamenco. Todos ellos se afanan, sin un resultado unitario ni consensuado a d¨ªa de hoy, en viajar al origen de este arte, sin haber podido localizar a¨²n su big bang, ni la zona cero de una manifestaci¨®n cultural que hoy es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, tras su declaraci¨®n por la Unesco en 2010, y ...
Doctores tiene la iglesia¡ y el flamenco. Todos ellos se afanan, sin un resultado unitario ni consensuado a d¨ªa de hoy, en viajar al origen de este arte, sin haber podido localizar a¨²n su big bang, ni la zona cero de una manifestaci¨®n cultural que hoy es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, tras su declaraci¨®n por la Unesco en 2010, y cuya fusi¨®n ¨²nica de cante, toque y baile es capaz de cautivar los paladares m¨¢s exquisitos en los teatros internacionales de mayor pedigr¨ª. Pero si hubo alg¨²n momento fundacional, sobre el que exista documentaci¨®n y conformidad entre sus doctores, fue aquel en el que la naturaleza virginal del flamenco, como experiencia ¨ªntima, familiar, expresi¨®n art¨ªstica oculta y marginal para la sociedad burguesa, sali¨® de esa caverna y subi¨® a los escenarios. Es decir, en pleno apogeo del Romanticismo.
¡°Es durante el Romanticismo cuando se consolida el espect¨¢culo flamenco¡±, asegura Roc¨ªo Plaza Orellana, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla. ¡°Las circunstancias derivadas del largo y convulso gobierno absolutista de Fernando VII y el rechazo hacia los bailes populares que las corrientes puritanas religiosas hab¨ªan instalado en la sociedad sevillana desde el siglo XVIII confinaron sus bailes y danzas germinales al ¨¢mbito privado, debido a las prohibiciones que imped¨ªan que pudieran exhibirse en los teatros de la ciudad¡±. La llegada del nuevo r¨¦gimen liberal y, sobre todo, la instalaci¨®n en la ciudad de numerosos residentes extranjeros ¡ªlos conocidos viajeros rom¨¢nticos¡ª no solo convierten Sevilla, por primera vez, en un destino tur¨ªstico, ¡°sino que contribuir¨¢n a la creaci¨®n del espect¨¢culo flamenco y su consolidaci¨®n a lo largo de todo el siglo XIX¡±.
Plaza Orellana es la asesora acad¨¦mica de la exposici¨®n Flamenco y Romanticismo, que se exhibe estos d¨ªas en la Casa de la Memoria de Sevilla sobre la colecci¨®n particular de Rosana de Aza, directora de la instituci¨®n. El centro atesora m¨¢s de un centenar de mantones bordados, abanicos, panderetas, casta?uelas y esculturas del periodo rom¨¢ntico, ¡°que documentan de qu¨¦ manera el flamenco logra convertirse en una manifestaci¨®n art¨ªstica profesional, pero que tambi¨¦n hablan de esa industria que nace en Sevilla en la segunda mitad del siglo XIX en torno a la elaboraci¨®n artesana de recuerdos para los viajeros, el origen de lo que hoy conocemos como souvenirs¡±, explica la mecenas.
En efecto, el inter¨¦s por adquirir y encargar objetos que recordaran las experiencias vividas en la ciudad en torno a los espect¨¢culos flamencos, ef¨ªmeros y fugaces, incentiv¨® la creaci¨®n del producto tur¨ªstico. Como ejemplo, los cuadros que se muestran en la Casa de la Memoria, firmados por grandes nombres de la corriente regionalista del XIX, como Garc¨ªa y Ramos y Francisco Moles: ¡°La mayor¨ªa son tan peque?os que invitan a pensar que fueran souvenirs que pudieran caber en los equipajes de los viajeros y poderlos transportar a su regreso a Francia o Inglaterra¡±, explica De Aza. Existen igualmente las pinturas originales, de mayor formato, y su misma versi¨®n en dimensiones reducidas, ¡°realizadas por encargo de los viajeros, que pasaban meses en la ciudad ¡ªllegar hasta aqu¨ª era demasiado complicado como para hacer una visita de pocos d¨ªas¡ª, lo que fue creando y alimentando una industria artesana local que lleg¨® a ser muy pr¨®spera¡±.
Es as¨ª como Sevilla encuentra una oportunidad en el flamenco, hasta entonces confinado al ¨¢mbito dom¨¦stico, como motor de progreso y reclamo tur¨ªstico. ¡°Fue en la d¨¦cada de 1840 cuando emergieron entre las memorias de los viajeros extranjeros las primeras experiencias de las fiestas particulares. Fueron preparadas por cicerones locales y maestros de bailes con espect¨¢culos de jaleos y boleros. En paralelo, los pintores locales crearon el tema de los bailes espa?oles y flamencos dentro del g¨¦nero de costumbres. Y apareci¨® la primera academia de baile, la de Miguel de la Barrera. En este contexto se inici¨® la industria desde el ¨¢mbito artesanal, con productos derivados de los espect¨¢culos de danza, como las casta?uelas, panderos, abanicos, mantones y mantillas¡± que se exhiben en esta exposici¨®n, analiza la doctora Roc¨ªo Plaza.
Sevilla incluso adopt¨® una costumbre tan anglosajona como el merchandising de todo tipo ¡ªllaveros, tazas de t¨¦, platitos y hasta vajillas completas¡ª al calor de una boda real o incluso de un funeral de Estado como las recientes exequias de la reina Isabel II: en la exposici¨®n pueden verse panderos originales pintados hasta con tres versiones diferentes de la pedida de mano y el posterior enlace entre Pastora Imperio y Rafael G¨®mez Ortega El Gallo en 1911, la primera gran boda conocida y medi¨¢tica entre una folcl¨®rica y un torero.
La expansi¨®n de la fotograf¨ªa y de la tarjetograf¨ªa postal desde finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX sumar¨ªa un nuevo souvenir, el de la imagen de los bailes, que a pesar de la verosimilitud e inmediatez que aportaba convivi¨® con los que el Romanticismo hab¨ªa creado sin sustituirlos. As¨ª aparece en la exposici¨®n, gracias a la recuperaci¨®n de una serie de postales originales, la primera guitarrista mujer profesional: Adela Cubas. Pocos datos se conocen hoy de ella, ni d¨®nde ni cu¨¢ndo naci¨®, pero las hemerotecas est¨¢n llenas de referencias sobre su intensa actividad profesional.
Pendiente a¨²n de culminar el proceso de inventariado, la colecci¨®n de Rosana de Aza gira por completo alrededor de los a?os en los que el flamenco sale de esa caverna para incorporarse por derecho propio al cat¨¢logo de las artes musicales y esc¨¦nicas. ¡°Fueron los viajeros rom¨¢nticos los que abrieron las mentes de las clases aristocr¨¢ticas y burguesas de la ciudad, que dejaron atr¨¢s las corrientes puritanas y se incorporaron a la fiesta rom¨¢ntica con el atractivo de su car¨¢cter clandestino¡±, resume la especialista Roc¨ªo Plaza.