Sensualidad, seducci¨®n¡­ y mucho baile en la Bienal de Flamenco de Sevilla

La Pi?ona hab¨ªa dejado muy buen sabor en la pasada Bienal de Flamenco de Sevilla con su obra Abril, inspirada en los versos y en el tiempo del poeta sevillano Juan Manuel Flores. En su nueva creaci¨®n para esta edici¨®n busc¨® la direcci¨®n art¨ªstica de Rafael Est¨¦vez y Valeriano Pa?os, un valor a?adido ¡ªse dir¨ªa que una garant¨ªa¡ª que acrecent¨® el inter¨¦s. A ello se hab¨ªan sumado elementos extradanc¨ªsticos, que tienen que ver con el adjetivo que da nombre al espect¨¢culo, Insaciable, y que incluso llegan a su propio programa de mano, donde se lo califica como ¡°un destape emocional, corporal y art¨ªstico¡±. Que estas creaciones tengan un hilo argumental resulta en ocasiones necesario, pero lo es m¨¢s que esa dramaturgia termine siendo accesoria cuando se imponen los verdaderos argumentos que deben imperar en estos trabajos, los del propio baile, que result¨® ser abundante y decididamente flamenco.

Insaciable es una obra asentada en una excelente m¨²sica de guitarra, buen y variado cante y una colecci¨®n de bailes que se insertan en una trama argumental que traslada atracci¨®n y seducci¨®n, insatisfacci¨®n y apetito, pero siempre con una mesura que insin¨²a todo ello sin necesidad de explicitarlo. Con el concurso de Jonatan Mir¨®, La Pi?ona protagoniz¨® momentos de danza que trasladaban el deseo con escenas de marcado intimismo e im¨¢genes de cuidada plasticidad. La lucha amorosa qued¨® reflejada en el paso a dos que ofrecieron ambos protagonistas al comp¨¢s de las canti?as. Una coreograf¨ªa con referencias y pasos de car¨¢cter taurino, pero dentro de una faena con mucho temple, porque la templanza y la contenci¨®n fueron caracter¨ªsticas dominantes en todo ese desarrollo esc¨¦nico.

Ese comedimiento tiene que saltar necesariamente por los aires en determinados bailes, que no se entender¨ªan sin la fuerza y el car¨¢cter que les son propios. Tal ser¨ªa el caso del martinete de Mir¨® y parte de su fandango, pero incluso en esos estilos se pudo percibir una cuidada direcci¨®n y ordenaci¨®n coreogr¨¢fica que, sobre todo, fue ostensible en el caso de La Pi?ona, que reserv¨® para s¨ª dos piezas fundamentales, la farruca y la sole¨¢, para presentar las novedades de su lenguaje danc¨ªstico. En la primera, abandon¨® el pantal¨®n, de uso habitual en ese baile que se dec¨ªa de hombres, para reivindicar la falda en un gesto que llen¨® de contenido por la elegancia y feminidad con que lo ejecut¨®. Por sole¨¢ expuso sus argumentos con solvencia y belleza, siguiendo el modelo can¨®nico de forma cuidada, aunque breve. Se entreg¨® pronto a la arrebatadora buler¨ªa en la que los tres cantaores rivalizaron para guiarla con ecos de Alfonso de Gaspar o de Manuel Molina, entre otros. Un baile de fuerza, lleno de giros y figuras, en el que se colaron hasta unos versos de Juan Manuel Flores que parec¨ªan tener un car¨¢cter simb¨®lico, pues, aunque esta creaci¨®n no tenga nada que ver con su anterior, Abril, es cierto que aquel trabajo supuso un giro en su danza que se confirma y consolida en esta nueva.

En toda la obra, el flamenco, sus tres elementos esenciales ¡ªcante, toque, baile; bien conjugados y presentados¡ª estuvieron siempre en el centro para sustentar el espect¨¢culo. Apenas una digresi¨®n, un divertimento coral a base de rumba, bolero y un rap de la propia bailaora, que result¨® divertido como puente hacia la recta final. El adjetivo que da nombre al espect¨¢culo no tiene por qu¨¦ tener el car¨¢cter un¨ªvoco que viene a la mente de forma inmediata. La insaciabilidad tambi¨¦n puede tener acepciones propias de un ejercicio art¨ªstico de b¨²squeda o curiosidad que no siempre provoca satisfacciones y exige m¨¢s y m¨¢s.