?Qu¨¦ querr¨¢n?

Tras las respectivas actuaciones de Sergio Felipe, Villita y Miguel Zazo este domingo en Madrid, uno se pregunta: ?qu¨¦ narices querr¨¢n estos chavales para triunfar y abrirse camino en esta dur¨ªsima profesi¨®n? Los tres, unos desconocidos necesitados de contratos, no fueron capaces de cortar ni una oreja de la m¨¢s que interesante novillada de Gabriel Rojas que sali¨® por chiqueros.

El resultado final habla por s¨ª solo: mientras ellos fueron silenciados en todos los turnos, la mayor¨ªa de ejemplares de la divisa sevillana se march¨® al desolladero entre aplausos. Y no es que fallaran con la espada, que tambi¨¦n; es que desaprovecharon una oportunidad de oro para cumplir su sue?o y abrir la puerta grande. Imperdonable.

Esa fue la preocupante noticia que dej¨® el festejo inaugural de la Feria de la Comunidad de Madrid. La positiva, ya mencionada, ese serio y muy interesante encierro de Gabriel Rojas, una de las pocas ganader¨ªas que siguen preservando el encaste N¨²?ez.

La novillada, para empezar, luci¨® una presentaci¨®n impecable. Novillos-toros, como se dec¨ªa antiguamente, nada regord¨ªos, finos, pero de imponentes hechuras y gran seriedad. Casi todos estrechitos de sienes, astifinos, largos, alguno engatillado... Y ese gal¨¢n chorreado que hizo quinto, descarado de pitones y m¨¢s serio que todos los toros lidiados en Sevilla esta Feria de Abril.

Una se?ora novillada que, en general, aprob¨® con alta nota en el primer tercio y que permiti¨® el lucimiento en la muleta. Hasta tres utreros ¡ªlos lidiados en primer, tercer y sexto lugar¡ª merecieron el honor de ser llamados bravos por su pelea frente al caballo. Raudos acudieron a la llamada del piquero y con los ri?ones apretaron bajo el peto. El tercero, incluso, lleg¨® a derribar tras lanzarse como una centella contra el peto. Ni que decir tiene que a todos los picaron fatal, como siempre.

Sergio Felipe demostr¨® el buen corte de torero que siempre ha tenido, pero anduvo fr¨ªo y ausente desde el mismo momento del pase¨ªllo. Su primero, bravo en el caballo y encastado despu¨¦s, humill¨®, aunque a veces se qued¨® corto y repuso. Al manso cuarto le dieron de lo lindo en el segundo puyazo y acab¨® muy apagado.

Villita, bien repeinado y arropado por un grupo de admiradores que se dejaron la vida jaleando y aplaudiendo, se limit¨® a componer la figura y a meter pico a destajo. Tiene cierto gusto en las maneras y detalles, s¨ª, pero no el compromiso suficiente. Si lejos se pas¨® al blando y bondadoso segundo, ante el tremendo quinto, que se movi¨® mucho (a veces a la defensiva), no par¨® de perder pasos.

Y se presentaba en Las Ventas un tal Miguel Zazo, de Toledo, al que correspondi¨® un lote de triunfo claro. Su primero, bravo y noble, embisti¨® con enorme calidad y fijeza, aunque acab¨® fundido; y el sexto, tambi¨¦n bravo, tuvo poder y fondo. ?Y qu¨¦ logr¨® su matador? Nada. Bueno, s¨ª; dar muchos muletazos, casi todos ayunos de clase y profundidad.

Lo dicho, ?qu¨¦ querr¨¢n?