Venecia rinde homenaje al realismo m¨¢gico y los retratos psicol¨®gicos de Carpaccio
El Palacio Ducal acoje la pintura fant¨¢stica del maestro renacentista, que desde 1963 no era objeto de una exposici¨®n antol¨®gica tan importante en su ciudad natal
Sentadas en un balc¨®n, dos nobles, aburrid¨ªsimas, aguardan a que sus maridos regresen de una jornada de caza, en la laguna de Venecia. Visten al ¨²ltimo grito de la moda del siglo XV: escote redondo con cintura muy alta, mangas ce?idas y zapatos de plataforma. Durante d¨¦cadas se pens¨® que las protagonistas de Dos damas, de Vittore Carpaccio (1465¨C1526, Venecia) eran dos prostitutas o cortesanas de alto nivel, a la espera de sus amantes. ¡°La obra m¨¢s bella del mundo¡±, seg¨²n el escritor y cr¨ªtico de arte John Ruskin, suscit¨® uno de los acontecimientos m¨¢s interesantes de la historia de la pintura renacentista. Junto con Caza en la laguna formaban una ¨²nica obra, hasta que, a finales del XVIII, alguien la dividi¨® en dos partes en circunstancias dignas de una novela policiaca.
Es posible admirarlas juntas ¡ªhasta el 18 de junio¡ª, tal y como las hab¨ªa concebido Carpaccio, en la retrospectiva Vittore Carpaccio. Pinturas y dibujos, en el Palacio Ducal de Venecia, joya absoluta de la arquitectura g¨®tica. Organizada por la Fundaci¨®n Museos C¨ªvicos de Venecia y la National Gallery of Art de Washington, la exposici¨®n re¨²ne 70 obras del artista, entre las cuales figuran 42 pinturas y 28 dibujos del maestro renacentista. Gracias a la descripci¨®n aguda, de testimonio ocular de Carpaccio, la muestra constituye un viaje extraordinario a la vida cotidiana y sagrada de la Venecia del siglo XV, cuando la ciudad era un centro cultural grandioso, cosmopolita, con calles repletas de mercantes provenientes de toda Europa y de Medio Oriente.
Una de sus mayores obras maestras, Dos damas ¡ªde apenas 94,5 cent¨ªmetros por 63,5¡ª, sali¨® del taller del artista hacia 1492-1494. Por muchos a?os se desconoce su paradero, hasta que en 1830 emerge en la colecci¨®n del noble veneciano Teodoro Correr, que, tras su muerte, dona su rico patrimonio a la ciudad de Venecia. Por su parte, Caza en la laguna inmortaliza la pesca y la presa de p¨¢jaros. Hay siete peque?os barcos, cada uno con cuatro pasajeros: nobles y remeros africanos. La laguna es un manto de agua pl¨¢cida. Al fondo, las Dolomitas y una peque?a isla con tres chozas. El cuadro, como se suele decir en Italia, tiene ruedas: terminada la Segunda Guerra Mundial, la pintura aparece en la vitrina de un anticuario romano. M¨¢s adelante, sale clandestinamente del Bel paese, para caer en las manos de un coleccionista suizo; desde 1972 es propiedad del Getty Museum de Los ?ngeles.
El enigma se resuelve entre 1991¨C1992, cuando ambas pinturas fueron restauradas por separado. Andrea Bellieni, comisario de la exposici¨®n y director del Museo Correr, resume las conclusiones del equipo que intervino en la restauraci¨®n: ¡°Observe este lirio. Las dos escenas est¨¢n unidas por ¨¦l: el tallo alargado que sale del florero, apoyado en el parapeto, pertenece al mismo lirio blanco, solitario, que aparece en la escena de caza. Adem¨¢s, el fondo del balc¨®n de Dos damas es el mismo que el de la laguna¡±.
Queda por resolver por qu¨¦ la cabeza del perro de cacer¨ªa, a los pies de la mujer mayor de Dos damas, ha sido violentamente decapitada. Recientes estudios, prosigue Bellieni, indican que ambos cuadros formaban parte de una puerta plegable que conduc¨ªa a un espacio ¨ªntimo; pero no hay pistas de las dos piezas restantes que la compon¨ªan. M¨¢s all¨¢ de la historia rocambolesca, Bellieni destaca la capacidad de Carpaccio para crear el estado psicol¨®gico que aflige tanto a la f¨¦mina joven como a la mayor. ¡°Capta con gran sensibilidad y extraordinaria imaginaci¨®n la mirada misteriosa de ambas mujeres, esa indefinida e indescifrable direcci¨®n de sus ojos, entre la soledad y el hast¨ªo. Es de una modernidad impactante¡±.
Estupendo narrador
Esta obra es solo una entre los innumerables ejemplos de la capacidad narrativa de Carpaccio, testimonio fidedigno de la historia y de las costumbres venecianas de su tiempo. El artista, como muchos venecianos de su ¨¦poca, era lector asiduo de cr¨®nicas de viajes omnipresentes en una ciudad de mercantes. El ojo de los locales, como el del creador, se hab¨ªa acostumbrado a distinguir los materiales, los colores y hasta la calidad de los h¨¢bitos, las condiciones sociales, los gestos, as¨ª como tambi¨¦n las expresiones de ricos y pobres. Y la arquitectura, c¨®mo no.
As¨ª que el agudo esp¨ªritu de observaci¨®n del autor de conjuntos narrativos como el Ciclo de la vida de Santa ?rsula se traduce en un realismo m¨¢gico, lleno de an¨¦cdotas, convenci¨¦ndonos de que sus historias sagradas, ambientadas en Venecia ocurrieron tal y como ¨¦l las imagin¨®. ¡°Carpaccio es un pintor-escen¨®grafo al que todos sentimos cerca. No tiene filtros. Exprime sentimientos, con una sencillez absoluta. Giovanni Bellini, su maestro, es profund¨ªsimo, pero ap¨¢tico; sentimos lejanas sus Madonas¡±, considera Bellieni. El comisario se detiene delante de una de las Madonas m¨¢s hermosas de la historia del arte, aqu¨ª expuestas: Virgen con en el Ni?o y San Juan, conservada en el Museo Stadel de Fr¨¢ncfort. Es lo m¨¢s parecido a una escena ¨ªntima de una madre y su hijo en un ambiente dom¨¦stico de una familia rica veneciana. El Ni?o no aparece desnudo, como sugiere la tradici¨®n, m¨¢s bien lleva una t¨²nica, coquetos zapatos rojos, una gorra, un collar y un brazalete de coral, mientras sostiene un libro diminuto en sus manos. Durante muchos a?os se pens¨® que el cuadro era falso, hasta que en 2003, una restauraci¨®n sac¨® a la luz la firma del autor, que en s¨ª misma trasmite siempre un mensaje: escribe su nombre, como para subrayar su legitimidad, y no de sus ayudantes. Firma en lat¨ªn, como ¡°Victorius Carpathius, Venetia, Opus¡± (obra de Vittore Carpaccio de Venecia). Su apellido fue traducido a Carpaccio despu¨¦s de su muerte.
En una Venecia en la cual se abr¨ªan paso artistas de la talla de Tiziano Vecellio o Jacopo Tintoretto, la pintura de Carpaccio, poco a poco, fue perdiendo inter¨¦s. Por eso, no era el centro de una antol¨®gica en su ciudad natal desde 1963. Cabe entonces preguntar a Gabriella Belli, promotora de la exposici¨®n y exdirectora de la Fundaci¨®n Museos C¨ªvicos de Venecia, ?por qu¨¦ han pasado seis d¨¦cadas para homenajear a un pintor tan importante? ¡°El estilo visual tan detallado de Carpaccio, con el tiempo, dej¨® de ser el epicentro de la cr¨ªtica internacional. Ha triunfado una l¨ªnea modernista, la pintura del movimiento, de la energ¨ªa, dos caracter¨ªsticas que resultan muy familiares al arte contempor¨¢neo¡±, sostiene. Sin embargo, contin¨²a, ha llegado la hora de leer su pintura con otros ojos: ¡°La simplicidad de Carpaccio, sus escenas con pocas luces y sombras, sin profundidad de campo, crean situaciones sicol¨®gicas, suspendidas en el espacio y en el tiempo. Sus pinturas est¨¢n llenas de significados metaf¨ªsicos. Sin duda es un artista muy moderno. Por otra parte, era necesario releer la evoluci¨®n de su obra desde el punto de vista hist¨®rico-cr¨ªtico¡±.
El hombre que mejor cont¨® la vida de Venecia en el siglo XV, hijo de un mercante de pieles y de cueros, muri¨® con apenas 60 a?os. Sus dos hijos continuaron copiando las obras del padre, pero sin mucha fortuna.
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