Lorca, Falla y Lanz: la amistad de la que emergieron los t¨ªteres de cachiporra
Una exposici¨®n en Granada muestra la historia de los tres artistas en torno al teatro de marionetas
Federico Garc¨ªa Lorca siempre, desde peque?o, tuvo fascinaci¨®n por los t¨ªteres. Tambi¨¦n le gustaban al compositor Manuel de Falla y al pintor Hermenegildo Lanz. Los tres los hab¨ªan disfrutado en parques y plazas en su infancia y adolescencia, porque los teatrillos de t¨ªteres al aire libre eran algo habitual en las primeras d¨¦cadas del siglo XX en Espa?a. El poeta y el pintor proced¨ªan de diversos l...
Federico Garc¨ªa Lorca siempre, desde peque?o, tuvo fascinaci¨®n por los t¨ªteres. Tambi¨¦n le gustaban al compositor Manuel de Falla y al pintor Hermenegildo Lanz. Los tres los hab¨ªan disfrutado en parques y plazas en su infancia y adolescencia, porque los teatrillos de t¨ªteres al aire libre eran algo habitual en las primeras d¨¦cadas del siglo XX en Espa?a. El poeta y el pintor proced¨ªan de diversos lugares de Espa?a ¡ªFalla era un gaditano que hab¨ªa vivido en Par¨ªs y Madrid antes y Lanz sevillano, tambi¨¦n procedente de Madrid¡ª pero confluyeron en la Granada de Lorca, adonde Lanz lleg¨® en 1917 y Falla en 1921. Se hicieron amigos y esa amistad se convirti¨® en una comunidad creativa de la que salieron diversos proyectos. Uno de ellos, hace un siglo, fue un espect¨¢culo de teatro de t¨ªteres en casa de los Lorca el d¨ªa de Reyes de 1923. Un teatro para un ¨¢mbito familiar tan trabajado como un estreno en un gran teatro. La obra, adem¨¢s, acab¨® inspirando El retablo de maese Pedro que Falla estrenar¨ªa despu¨¦s en Par¨ªs. Una exposici¨®n en el Centro Federico Garc¨ªa Lorca de Granada muestra los t¨ªteres, vestidos y escenarios usados en aquella funci¨®n, algunos nunca mostrados desde entonces, y sit¨²a en contexto el teatro de t¨ªteres de la ¨¦poca.
El profesor de Literatura Espa?ola de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, Andrew A. Anderson es el comisario de la exposici¨®n. Anderson sit¨²a el encantamiento del peque?o Federico por los t¨ªteres en sus primeros a?os de vida: ¡°Tendr¨ªa siete u ocho a?os, eso no est¨¢ perfectamente datado, cuando vio en la plaza de Fuente Vaqueros una funci¨®n de un titiritero ambulante que le fascin¨®¡±. Desde entonces, Lorca se entusiasm¨® con los t¨ªteres y construy¨® su propio teatrillo de cart¨®n. Luego, su padre acab¨® compr¨¢ndole un teatrino de cart¨®n ¡°en La Estrella del Norte, una de las mejores jugueter¨ªas de Granada entonces¡±, cuenta Anderson. Pero como es frecuente con los ni?os, Federico prefiri¨® seguir jugando con el fabricado por ¨¦l.
As¨ª empez¨® la inmersi¨®n del poeta en un ¨¢mbito en el que ya jam¨¢s perdi¨® el inter¨¦s. Tiempo despu¨¦s, y durante a?os, Lorca siempre tuvo entre ceja y ceja dedicar parte de su tiempo al teatro de t¨ªteres y, junto a Falla y el music¨®logo Adolfo Salazar, germin¨® la idea de poner en pie un teatro que se llamar¨ªa Los T¨ªteres de Cachiporra de Granada. Aquella funci¨®n del d¨ªa de Reyes era, entre otras cosas, un gran ensayo para ese proyecto mayor.
Los t¨ªteres de Lorca, Lanz y Falla, la exposici¨®n que puede verse hasta el pr¨®ximo mes de octubre, repasa la historia de aquella funci¨®n de Navidad y, a la vez, la pasi¨®n de Lorca y sus amigos por ese teatro de mu?ecos. De hecho, su primera obra de teatro, El maleficio de la mariposa, estaba pensada para t¨ªteres. Falla colabor¨® en la gestaci¨®n de esa obra, que fue un fracaso monumental desde su primera funci¨®n en el teatro Eslava de Madrid. Fue su director, Gregorio Mart¨ªnez Sierra, quien insisti¨® en no hacerlo con t¨ªteres sino con actores de carne y hueso. ¡°Qui¨¦n sabe si con t¨ªteres la obra hubiera ido mejor¡±, comenta ahora Anderson.
La exposici¨®n muestra la profesionalidad de aquella funci¨®n creada para una audiencia muy especial para Lorca: sus hermanas Isabel, con 13 a?os entonces, y Laura de los R¨ªos, hija de Fernando de los R¨ªos, 10 a?os, que luego se casar¨ªa con el hermano de Federico y ser¨ªa madre de Laura Garc¨ªa Lorca, actual directora del Centro Lorca. Aquella funci¨®n familiar ten¨ªa su programa llevado a imprenta, lo que aporta mucha informaci¨®n: comenz¨® a las tres de la tarde en la casa de los Lorca y se pusieron en escena tres piezas: Los habladores, un entrem¨¦s de Cervantes; La ni?a que riega la albahaca y el pr¨ªncipe pregunt¨®n, ¡°el viejo cuento andaluz en tres estampas y un cromo¡±, y la tercera, que a juzgar por c¨®mo se anunciaba era la pieza fundamental para Lorca: ¡°Ahora viene lo grande ¡ el Misterio de los Reyes Magos¡±.
El trabajo de Falla y Lanz fue fundamental: Falla seleccion¨® m¨²sica de Stravinski y piezas de m¨²sica medieval catalana y cantigas de Alfonso X, que ¨¦l mismo instrument¨®. Hermenegildo Lanz se encarg¨® de toda la parte pl¨¢stica: decoraciones, figurines y marionetas de estilo diverso, planas, de mano, etc., talladas y pintadas de su mano. Del magn¨ªfico archivo de Lanz, ahora en manos de su nieto, el tambi¨¦n artista de t¨ªteres Enrique Lanz, han salido muchas de las piezas que conforman la exposici¨®n, algunas de ellas in¨¦ditas hasta esta muestra.
Laura Garc¨ªa Lorca rememora el momento en el que descubrieron esas piezas. Por ejemplo, los escenarios de Lanz. ¡°Nunca se hab¨ªan mostrado hasta ahora y ha sido emocionante recuperarlos¡±, comenta la hija de una de las invitadas a aquella funci¨®n. La emoci¨®n que vivieron ¡°Isabelita y Laurita¡±, como aparecen en el programa, puede en cierto modo revivirse hoy en esta exposici¨®n que, adem¨¢s de los previos y lo ocurrido aquel d¨ªa, nos ense?a el inter¨¦s que ten¨ªan Lorca y sus compa?eros de producci¨®n en seguir con su proyecto de teatro de t¨ªteres. Pocos d¨ªas despu¨¦s de la funci¨®n, Lanz escrib¨ªa a su familia: ¡°El gran maestro Falla, el poeta Federico Garc¨ªa Lorca y yo hemos formado el teatro gui?ol andaluz con la intenci¨®n de perfeccionarlo y llevarlo al extranjero, visto el ¨¦xito enorme que ha tenido en su estreno¡±. Tambi¨¦n Lorca muestra en varias cartas su inter¨¦s en seguir con sus t¨ªteres de cachiporra dado el ¨¦xito inicial, lo que nunca lleg¨® a ocurrir.
Lorca sigui¨® insistiendo, pero nunca pudo avanzar en ese camino. Sin embargo, aquella funci¨®n, en cierto modo, s¨ª dio frutos para Falla y Lanz en la puesta en escena de El retablo de Maese Pedro, una pieza que recreaba un episodio de Don Quijote, de Miguel de Cervantes, que Falla estren¨® en Par¨ªs. Tras su experiencia titiritera en Granada, Falla pens¨® que ser¨ªan interesantes para su entrem¨¦s cervantino y decidi¨® utilizarlos en su obra, poniendo en escena una funci¨®n con dos tipos de t¨ªteres, grandes y peque?os, seg¨²n el momento de la obra. El tr¨ªo de artistas no colabor¨® como tal en esta funci¨®n. Lorca se mantuvo al margen aunque, explica Anderson, ¡°hay cartas entre Lorca y Falla en las que hablan de sus esfuerzos cachiporr¨ªsticos¡±. Hermenegildo Lanz s¨ª trabaj¨® con Falla y fue responsable de crear los t¨ªteres y los decorados. En junio de 1923, El retablo de maese Pedro se inauguraba en el palacio de la princesa de Polignac ¡ªrica heredera de la familia Singer, la de las m¨¢quinas de coser, y quien hab¨ªa encargado la obra a Falla¡ª. El proyecto, sin embargo, no sigui¨® creciendo. Ahora, el centro Lorca lo actualiza un siglo despu¨¦s.