Dram¨¢tica emoci¨®n
Paco Ure?a pase¨® la ¨²nica oreja de la tarde ante una corrida ¡ªla ¨²ltima del ciclo¡ª muy seria, astifina, encastada y desigual de Victorino Mart¨ªn
Dram¨¢tica fue la faena de la muleta al primero de la tarde, en la que Paco Ure?a sufri¨® dos impresionantes volteretas que lo dejaron maltrecho, con la taleguilla ensangrentada y la cara demudada, y emocionant¨ªsima la pelea del sexto en el ¨²ltimo tercio, el toro m¨¢s serio de la corrida, con dos afilados pu?ales por pitones, que embisti¨® con fiereza y pujanza, y con el que De Justo no lleg¨® a alcanzar el cl¨ªmax esperado.
Entre uno y otro, una corrida de Victorino Mart¨ªn que reclam¨® la atenci¨®n de los tendidos en todos los tercios, encastada toda ella con diversos matices, deslucidos unos, desfondados otros, nobles tambi¨¦n, que obligaron a los toreros a emplearse a fondo y protagonizar, cada cual en sus formas, una tarde heroica, pues muy valientes hay que ser para salir airosos de una responsabilidad tan comprometida.
Ure?a lleg¨® sin resuello al burladero tras la lidia de su primero; sin resuello, magullado, dolorido y sin apenas fuerzas para dar un paso. Una voltereta de pel¨ªcula le propin¨® el toro, muy complicado, cuando pretend¨ªa iniciar una tanda con la mano derecha; ya en el suelo, lo tuvo varios segundos a su merced, buscando con fiereza la carne del torero, en un vaiv¨¦n dram¨¢tico de los pitones, mientras un remolino de capotes intentaba en vano desviar la atenci¨®n del toro, encelado con su presa. Un milagro fue que Ure?a se levantara y volviera a la pelea. Tras una labor valerosa sin m¨¢cula en la que solo pudo brillar el pundonor del hombre, Ure?a entr¨® a matar, y en el encuentro fue de nuevo atropellado, el pit¨®n izquierdo enganch¨® la chaquetilla, y lo zarande¨® con fuerza cicl¨®pea, de modo que cuando el torero recuper¨® la verticalidad volvi¨® a derrumbarse en la arena conmocionado por el descomunal golpetazo. La ovaci¨®n del p¨²blico oblig¨® a Ure?a a salir hasta el tercio, pero lo hizo demacrado, con un esfuerzo ¨ªmprobo para llegar hasta la primera raya.
Despu¨¦s, le cort¨® la ¨²nica oreja de la tarde al tercero, al que recibi¨® con tres ver¨®nicas a modo de delantales y una buena media. Torer¨ªsimos fueron los largos muletazos por bajo con los que inici¨® la faena de muleta ante un toro con clase y codicia que dur¨® poco. A la tercera tanda, esta con la zurda, la bella factura del comienzo se fue difuminando por la falta de fondo del animal. No levantaba el vuelo la faena hasta que Ure?a cita con la derecha, el animal se para, levanta la cara y le hace al torero una fotograf¨ªa que el humano aguant¨® haciendo de tripas coraz¨®n. Ah¨ª cort¨® la oreja que con el semblante todav¨ªa apagado pase¨® con lentitud. Y el quinto fue complicado y soso, con un viaje corto y la cara alta en cada embestida, con el que Ure?a solo pudo demostrar las altas dosis de pundonor que adornan su figura.
Su compa?ero de batalla, Emilio de Justo, experimentado en este hierro torista, no acab¨® de redondear ese triunfo que le brind¨® ¡ªnada f¨¢cil, por cierto¡ª el encastado sexto. Ya solo su impresionante estampa ofrec¨ªa un desaf¨ªo muy respetable, y su codicia y fiereza a la hora de perseguir la muleta ¡ªescaso temple y excesiva velocidad¡ª no eran las mejores cualidades para enjaretar una faena de premio. Su actuaci¨®n fue valiente, y firme, traz¨® algunos muletazos de categor¨ªa, pero no hubo esa conexi¨®n so?ada entre toro y torero. Quiz¨¢, qui¨¦n sabe, no era posible. Cuando acab¨® su labor solo se escucharon unas t¨ªmidas palmas.
Muy larga result¨® su faena al segundo, noble y de poca acometividad. Una tanda de cuatro muletazos desmayados con la mano derecha y un trincherazo final fue lo m¨¢s sobresaliente.
Y en el cuarto se produjo el momento m¨¢s emotivo de la tarde. Emilio de Justo brind¨® ese toro a ?lvaro de la Calle, sobresaliente de la corrida, y que tambi¨¦n ejerci¨® esa labor el Domingo de Ramos del a?o pasado, cuando De Justo sufri¨® una grav¨ªsima cogida en el primero de la tarde, y De la Calle lidi¨® los cinco restantes. Hubo muchos pases, pero no la obra esperada. El toro humill¨® en las dos primeras tandas y le cost¨® acudir para que la faena adquiera entidad.
En fin, que la feria de San Isidro acab¨® y Emilio de Justo ¡ªen cuyo haber hay que apuntar dos quites por ce?idas chicuelinas en dos toros de Ure?a¡ª no alcanz¨® la brillantez que se pudiera presumir de su trayectoria, y Ure?a, con el lote m¨¢s desapacible, volvi¨® a demostrar que es torero para m¨¢s y mejores opciones. Y no desenton¨® la corrida de Victorino, variada, desigual, pero encastada, fiera y emocionante.
Mart¨ªn/Ure?a, De Justo
Toros de Victorino Martín, muy bien presentados, astifinos, muy serios, cumplidores en varas y juego desigual en la muleta: dificultoso el primero, noble y sin codicia el segundo, desigual el tercero, bravo y sin fondo el cuarto, complicado el quinto, y muy encastado, fiero y exigente el sexto.
Paco Ureña: estocada —aviso— y un descabello (petición y gran ovación); estocada —aviso— (oreja); pinchazo hondo —aviso— y —2º aviso— (palmas).
Emilio de Justo: estocada algo tendida —aviso— (ovación); —aviso— casi entera baja (silencio); dos pinchazos —aviso— y estocada (palmas).
Plaza de Las Ventas. 4 de junio. Corrida de la Prensa de Madrid. Vigésimo tercero y último festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa). Asistió el Rey Felipe VI desde una barrera y los toreros le brindaron sus primeros toros. Estuvo acompañado por el ministro de Cultura, Miquel Iceta, y el torero retirado Paco Ojeda.
Babelia
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