¡®Madrimiami¡¯: de la Transici¨®n violenta de la extrema derecha hasta el Madrid de la corrupci¨®n urban¨ªstica y pol¨ªtica
El periodista y escritor Jacobo Rivero parte del incendio del Palacio de los Deportes en 2001 para explorar los v¨ªnculos entre la corrupci¨®n pol¨ªtica y la extrema derecha en la novela negra ¡®Dicen que ha muerto Garibaldi¡¯
Un cad¨¢ver sin identificar y un sobre que contiene dentro 3.000 euros, una vi?eta de Forges con un ni?o botando una pelota de baloncesto en relaci¨®n a un partido legendario del Estudiantes en Estambul en 1992 y un recorte de prensa, fechado el 29 de junio de 2001, con un titular a cinco columnas: ¡°Un incendio arrasa el Palacio de los Deportes de Madrid¡±. El lugar de los hechos: el polideportivo Antonio Magari?os de la calle de Serrano, m¨¢s conocido como el Magata, el pabell¨®n que llevaba el nombre del fundador del Club Estudiantes de Baloncesto y cancha oficial del equipo desde 1971 a 1988, antes de trasladarse al complejo deportivo de la plaza de Felipe II que, en el cambio de siglo, ser¨ªa pasto de las llamas y actualmente es el WiZink Center. A partir de aqu¨ª, todo un caso abierto para el inspector Padilla, quien no dudar¨¢ en calificar en su fuero interno el famoso incendio del Palacio de los Deportes como ¡°corrupci¨®n en Madrimiami¡±.
El inspector Padilla es el personaje principal de Dicen que ha muerto Garibaldi (Lengua de Trapo), la primera novela negra de Jacobo Rivero (Madrid, 49 a?os), periodista colaborador de medios como EL PA?S, El Salto y Enlace Funk y autor de varios ensayos, como el deportivo El ritmo de la cancha. Historias del mundo alrededor del baloncesto, el pol¨ªtico Podemos. Objetivo: Asaltar los cielos y el musical Bulbancha. M¨²sica, calle y resistencias desde New Orleans. En esta ocasi¨®n, Rivero, vecino activista del multicultural barrio madrile?o de Lavapi¨¦s y experto en baloncesto y m¨²sicas como flamenco y jazz, se desprende de su pluma m¨¢s period¨ªstica para adentrarse en la novela negra. ¡°Un g¨¦nero que te permite hablar de contextos sociales¡±, dice el escritor, quien reconoce que se aficion¨® mucho a estas lecturas de cr¨ªmenes por los libros que de ni?o le regalaba su hermano ?ngel y cita entre sus nombres de cabecera a Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Almudena Grandes, Petros M¨¢rkaris y, especialmente, a Eduardo Mendoza y su obra La ciudad de los prodigios, ¡°un gran faro¡±.
Entre la ficci¨®n criminal y el reportaje documental a trav¨¦s de testimonios reales, Rivero se sirve de la novela negra para explicar qu¨¦ hay detr¨¢s de ese Madrimiami al que se refiere su inspector Padilla, un mel¨®mano amante de Bill Evans o el cantaor El Torta. Para ello, parte del incidente que termin¨® arrasando el Palacio de los Deportes de Madrid en 2001 para explorar los posibles v¨ªnculos entre la corrupci¨®n pol¨ªtica y la consolidaci¨®n de la derecha en las instituciones madrile?as. ¡°Ese incendio fue un shock, pero tambi¨¦n fue el primero que recuerdo en el que algo ya ol¨ªa a raro. La obra se hab¨ªa presupuestado en 24 millones de euros y termin¨® costando 124. Tuvo muchas alegaciones vecinales y acab¨® privatiz¨¢ndose su gesti¨®n cuando iba a hacerlo la Comunidad de Madrid¡±, explica Rivero. ¡°De alguna forma, simboliza el inicio del siglo XXI en Madrid, es decir, una ciudad rendida a las constructoras y las grandes operaciones urban¨ªsticas. Luego, lleg¨® el incendio de Windsor y otros pelotazos. En este juego macabro vive Madrid desde entonces con un PP madrile?o que no ha parado de estar en los tribunales todo el tiempo y solo sabemos un poco de lo que ha debido pasar¡±.
En este contexto, la novela bucea hasta la Transici¨®n para llegar hasta una extrema derecha surgida del ¡°franquismo decadente¡±. Es ah¨ª donde se hila todo el relato de un Madrimiami que bastante antes, a finales de los setenta y principios de los ochenta, fue un territorio que estaba por construir. ¡°Todo el relato de esa Transici¨®n dura, dif¨ªcil y violenta, que produjo asesinatos que quedaron impunes, con una extrema derecha muy envalentonada y todav¨ªa con lazos en las estructuras de poder, estaba muy presente ante nuestros ojos¡±, cuenta Rivero, quien se sirve de su propia experiencia como alumno en los ochenta del instituto Ramiro de Maeztu para dar cuenta de ese periodo. ¡°A mi hermano Juan le persigui¨® un tipo con una pistola. Era de los guerrilleros de Cristo Rey. Me marc¨®. Hab¨ªa una generaci¨®n de hijos de franquistas que se hab¨ªan metido en bandas urbanas. A mi instituto ven¨ªan a cazar rojos, como dec¨ªan. En Malasa?a estaba la Banda del Franc¨¦s, que eran rockers de extrema derecha. De todo eso se formaron los Ultra Sur o distintas bandas de skinheads. Era un Madrid de sortear peligros y ten¨ªas que estar a mil ojos¡±.
Por todo ello, Rivero, quien aprovecha en el libro para homenajear como una ¡°afici¨®n divertida, transgresora y at¨ªpica¡± a la hinchada del Estudiantes, m¨¢s conocida como la Demencia, cuestiona el relato de la movida madrile?a como ¡°una fiesta¡±, pero al mismo tiempo critica sin miramientos a sus detractores. ¡°No estoy de acuerdo con toda esa gente, especialmente periodistas musicales que no han vivido la Movida, que dicen que fue pija. En ese tiempo, la polic¨ªa nacional pod¨ªa parar a gente por sus pintas. Llamarte maric¨®n por ir con pantalones ajustados o con cresta. Y, mientras tanto, la gente de extrema derecha pod¨ªa darte una paliza. De elitista no ten¨ªa nada y quien lo dice hoy en d¨ªa es pat¨¦tico. Almod¨®var era revolucionario y rompedor. Adem¨¢s, Madrid por entonces era tambi¨¦n las incre¨ªbles fiestas de sus barrios o San Isidro¡±.
Dicen que ha muerto Garibaldi se incluye en la colecci¨®n de Episodios Nacionales de la editorial Lengua de Trapo, que, a un siglo de distancia, busca emular el intento de P¨¦rez Gald¨®s por contar la historia sentimental, cultural y pol¨ªtica de Espa?a. En este caso, Lengua de Trapo lo hace a trav¨¦s de autores contempor¨¢neos, como Guillermo Zapata, Javier Padilla, Elizabeth Duval o Sabina Urraca. Con la sombra de un asesinato sin resolver, Rivero cuenta una historia de corrupci¨®n, pero tambi¨¦n explica c¨®mo Madrid se ha ido transformando en Madrimiami, donde sus m¨¢s recientes elegidos gobernantes, como Isabel D¨ªaz Ayuso o Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, han reconocido que su modelo de ciudad es el de Florida. ¡°La extrema derecha rompe a finales de los a?os ochenta con su deriva m¨¢s terrorista y criminal, aunque en los noventa haya situaciones concretas. Se recicla en el mundo de los negocios. Entonces, negocios y pol¨ªtica van de la mano. Toda esa gente ahora est¨¢ en puestos de responsabilidad de empresas. Se vio con el caso de Billy El Ni?o¡±, dice Rivero. ¡°La historia de la patria y la religi¨®n me la creo muy poco. En el fondo, lo que les interesa a la gente de extrema derecha en pol¨ªtica es el negocio. Hay intereses de ¨¦lite detr¨¢s de la pulsi¨®n patri¨®tica¡±. Y sentencia: ¡°Pero esta derecha tiene un complejo de que Madrid resisti¨® en la Guerra Civil. Eso les jode. Por eso, su misi¨®n en esta vida es destruir la ciudad¡±.
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