Londres no quiere que Sara Baras se vaya nunca
La bailaora recoge en la capital brit¨¢nica el prestigioso premio Olivier de artes esc¨¦nicas y presenta su nueva producci¨®n, ¡®Alma¡¯, que fusiona flamenco y bolero
Hay un momento, al comienzo del espect¨¢culo Alma, en el que Sara Baras, que apenas ha ofrecido unos primeros esbozos de su baile salvaje e hipn¨®tico, camina hacia la cortina de hilos que cubre todo el fondo del escenario, abre un hueco, la luz refleja el contorno de su silueta ce?ida y la isle?a se vuelve al p¨²blico, sonr¨ªe y lanza un beso. Ya lo ha conquistado para el resto de la noche.
El dominio de las tablas de esta gaditana bailaora, core¨®grafa y directora de su propia compa?¨ªa de danza, que lleva treinta a?os sin parar de plantear nuevas propuestas y de recibir premios y reconocimientos, es tan pasmoso que cada uno de los cinco pases de su nuevo espect¨¢culo, en el Sadler?s Wells Theatre de Londres, parec¨ªa un regalo personal y ¨²nico a los centenares de personas que hab¨ªan acudido a verla. Alma ha sido uno de los primeros montajes ofrecidos por el Flamenco Festival, dirigido por Miguel Mar¨ªn, que lleva veinte a?os poniendo en escena en la capital del Reino Unido lo mejor de ese arte.
Baras ha recibido adem¨¢s el prestigioso premio brit¨¢nico Olivier de las artes esc¨¦nicas, que el jurado le otorg¨® en 2020 por su espect¨¢culo Sombras, pero no pudo recoger por culpa de la pandemia. La bailaora se emocionaba como una ni?a en los camerinos al final de su ¨²ltima representaci¨®n al hablar del galard¨®n. Eso a pesar de que acababa de reventar a aplausos el teatro y la gente le ped¨ªa que no se fuera, que se quedara con su grupo de baile y sus m¨²sicos ¨Da los que ha hecho bailar uno a uno, en un maravilloso remate de fiesta flamenca¡ª el resto de la noche.
Alma es un homenaje flamenco al bolero. Canciones como Se?ora, Toda una vida o Contigo aprend¨ª se convierten en garrotines, sole¨¢s, rumbas, seguiriyas, jaleos o buler¨ªas. Con la voz de Rubio de Pruna o de Mat¨ªas L¨®pez, El Mati, son hermosos quej¨ªos en los que apenas se atisba la melod¨ªa de algo que pasa a ser absolutamente nuevo y sangu¨ªneo. Keko Baldomero, a la guitarra, dirige un cuadro musical de guitarras, percusi¨®n y viento que domina los palos, los tonos y el ritmo con tal precisi¨®n y agilidad que dan la impresi¨®n de ser capaces de convertir en flamenco lo que se les ponga encima. De hecho, hasta el The Show Must Go On de Queen, el peque?o homenaje al p¨²blico brit¨¢nico, sonaba como si Freddie Mercury lo hubiera compuesto a su paso por C¨¢diz.
Se acompa?a de cuatro bailaoras y un bailaor que ejecutan de un modo impecable una coreograf¨ªa sofisticada y contempor¨¢nea pero profundamente flamenca. Y en momentos puntuales, en grupo o uno a uno, logran brillar a lo largo del espect¨¢culo. Pero el centro de todo es Sara Baras. No porque lo busque ¡ªabraza, besa, sonr¨ªe, anima, cede la escena a sus compa?eros¡ª, sino porque todo converge hacia ella. Hay personas que absorben la energ¨ªa de los que les rodean hasta desgastarlos. Los hay, por el contrario, que al absorberla la devuelven multiplicada, como una d¨ªnamo envuelta en chales que se mueven en el aire como capotes de luz. La bailaora repite zapateados imposibles que llevan al p¨²blico a contener la respiraci¨®n, temeroso de que las piernas de Baras sostengan hasta el final ese se¨ªsmo. Sus brazos revolotean como mariposas y aportan serenidad y equilibrio a los estallidos flamencos con los que la bailaora se mueve de un lado al otro del escenario.
Pudiera parecer que el p¨²blico brit¨¢nico del Sadler?s Wells¡ªmucho m¨¢s numeroso que la colonia espa?ola en la ciudad, que tambi¨¦n hac¨ªa acto de presencia para ver a Baras¡ª es presa f¨¢cil para cualquier espect¨¢culo flamenco lleno de rasgueos y zapateados. No es cierto. Los asiduos del festival son flamenc¨®logos exigentes y reconocen en la bailaora y en su espect¨¢culo una originalidad creativa, un rigor en el respeto a ese arte, un dominio de la t¨¦cnica y una alegr¨ªa de vivir y compartir el flamenco que se contagia a todos los presentes. El momento final del espect¨¢culo, en el que las bailaoras, con Baras a la cabeza, se convierten en la comparsa que anima a cada unos de los m¨²sicos a ensayar unos pasos, cautiva al p¨²blico hasta pensar que tambi¨¦n forma parte del jolgorio, y que aquello ni de lejos se va a acabar, justo cuando est¨¢ en el mejor momento. Y cuando ya todo el teatro retumba a flamenco. Hasta el punto de que a nadie hubiera extra?ado que alguien cantara por seguiriyas el Dios salve a la Reina, aunque en esta caso, con respeto de la a?orada Isabel II, la corona hubiera sido para una gaditana universal.
Babelia
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