Pasi¨®n por Roca Rey
El diestro peruano corta tres orejas y sale a hombros; Morante y Talavante, por encima de una corrida de N¨²?ez del Cuvillo mal presentada, sosa y desfondada
Roca Rey naci¨® en Per¨², pero las pe?as sanfermineras lo consideran pamplonica de pura cepa. Ha ca¨ªdo en gracia en esta plaza, que ya se sabe que es mejor que ser gracioso. De todos modos, este torero se lo ha ganado a pulso, y esta tarde ha vuelto a confirmar que hace el pase¨ªllo decidido a una entrega sin l¨ªmites y a divertir a todo el que paga una entrada por verlo.
Lo de torear es ya otra historia. Es decir, que Roca Rey toree bien o mal no es un asunto que importe sobremanera a las pe?as. Lo que se valora es su actitud, sus alardes de valor, sus miradas al tendido, y esa facilidad que tiene para poner a los toros patas arriba de estocadas fulminantes. Hoy, por ejemplo, derrib¨® a su primero de un estoconazo, y la presidenta no dud¨® en concederle las dos orejas. Lo extra?o es que no le concediera el rabo. A nadie le hubiera sorprendido, y hubiera sido bonito que este joven torero, a quien tanto quieren en esta tierra, hubiera paseado los m¨¢ximos trofeos.
No es necesario entrar en detalles sobre el merecimiento; eso, en Pamplona, es lo de menos. Aqu¨ª, lo importante de verdad es conectar con la solanera, dar muchos pases, salgan como salgan, y matar a la primera.
No es por restarle m¨¦ritos a Roca porque lo intent¨® con toda su alma desde que sali¨® al ruedo el tercero de la tarde. Lo brind¨® al p¨²blico, como es preceptivo, y, a rengl¨®n seguido ¡ªde obligado cumplimiento, tambi¨¦n¡ª, se hinc¨® de rodillas, y antes de que diera tres pases por alto, otro cambiado por la espalda y uno de pecho, la plaza se hab¨ªa vuelto loca con el torero. As¨ª, en aut¨¦ntico loor de la multitud, traz¨® aceptables muletazos por ambas manos ante un animal que embisti¨® primero con celo y prontitud, pero se vino abajo demasiado pronto. Pero no se amilan¨® el peruano. Opt¨®, entonces, por los circulares y el arrim¨®n, y acab¨® con el cuadro. ?xtasis colectivo era lo que se estaba viviendo en el sol. Como mat¨® bien, lo extra?o es que no le dieran el rabo.
Antes de que paseara otra oreja del sexto, su banderillero Antonio Chac¨®n, que hab¨ªa lidiado con prestancia al tercero, brill¨® en dos pares de banderillas. En esta ocasi¨®n, no hubo brindis ni rodillazo, pero el amor mutuo estaba m¨¢s que consolidado. Mulete¨® Roca con cierta templanza a un soso animal, y como volvi¨® a acertar con la espada, otro trofeo al esport¨®n. Y a hombros se lo llevaron al finalizar el festejo, despu¨¦s de otra tarde de conexi¨®n entre torero y espectadores que, como es l¨®gico, tiene mucho m¨¦rito.
Reapareci¨® Morante tras las dos volteretas de Badajoz y Vila Franca de Xira, y no acudi¨® a Pamplona a salir del paso. Su lote no sirvi¨® ¡ªsin celo y muy soso uno, y deslucido y con la cara alta el otro¨D, pero dej¨® destalles de su torer¨ªa con capote y muleta. Cuatro ver¨®nicas y una media ante el cuarto levantaron los ¨¢nimos de la apocada y silenciosa sombra, y solo pudo dibujar un ayudado por bajo rodilla en tierra ante un animal que derrotaba en la embestida; en su primero, unos iniciales ayudados por alto, un molinete con la zurda y un remate particular dejaron constancia de su compromiso y su clase.
Y con Talavante se equivoc¨® la presidenta, responsable municipal de la promoci¨®n tur¨ªstica y comercial de Pamplona, pero corta de conocimientos taurinos. Inexplicable que no le concediera la oreja del quinto tras matar de una buena estocada y que el p¨²blico la pidiera con mayor¨ªa m¨¢s que suficiente. Pues parece que no se la concedi¨® por la misma raz¨®n que le dio las dos a Roca, porque el palco presidencial en esta plaza es una broma de mal gusto que deja en p¨¦simo lugar el prestigio de la tauromaquia.
Talavante estuvo entonado toda la tarde, bien es cierto que sin cautivar en ning¨²n momento, pero dibuj¨® hondos naturales ante el segundo, que embest¨ªa con prontitud en la primera parte del ¨²ltimo tercio, y se justific¨® ante el quinto antes de que se viniera abajo. Tambi¨¦n brind¨® al p¨²blico la muerte de este toro, mulete¨® de rodillas y mat¨® pronto, razones m¨¢s que suficientes para que hubiera paseado una o dos orejas.
?Y los toros de N¨²?ez del Cuvillo? C¨®mo se nota la fuerza de las figuras. Novillos parec¨ªan en comparaci¨®n con lo que se ha lidiado los d¨ªas anteriores. Adem¨¢s, muy desiguales en los caballos, sosos en exceso y con muy poco fondo al final. Toros modernos¡
N¨²?ez del Cuvillo / Morante, Talavante, Roca
Toros de Núñez del Cuvillo, justos de presentación, muy alejados del nivel exigido en esta plaza; desigualmente cumplidores en varas, sosos, nobles y desfondados.
Morante de la Puebla: media estocada (ovación); dos pinchazos, media tendida -aviso- y un descabello (ovación).
Alejandro Talavante: pinchazo, estocada y un descabello (ovación); estocada fulminante (petición mayoritaria y vuelta al ruedo).
Roca Rey: -aviso-, gran estocada (dos orejas); casi entera (oreja). Salió a hombros por la puerta grande.
Plaza de Pamplona. 11 de julio. Quinta corrida de San Fermín. Lleno.
Babelia
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