En b¨²squeda de una firme identidad
La Compa?¨ªa Nacional de Danza cierra la temporada con un sugerente programa de coreograf¨ªas del siglo XX al XXI
Sin grandilocuencia, puede llenarse el rengl¨®n con que este es el primer programa de Joaqu¨ªn de Luz al frente de la Compa?¨ªa Nacional de Danza (CND) que cumple expectativas muy concretas y que acerca a la agrupaci¨®n estatal a una primera madurez dentro del cambio ¡ªque se intu¨ªa ya profundo y complejo¡ª de rumbo que propone. Siempre hay riesgos, y siempre hay fallos. Pero esto es arte, no atletismo. La tan manida comparaci¨®n entre bailarines en su excelencia con deportistas de ¨¦lite sigue siendo un mal concepto, equivocado y latiguillo de listos que hemos tenido que o¨ªrle m¨¢s de una vez hasta a ministros del ramo. El alto rendimiento de una y otra especialidad laboral, una un arte, la otra deporte, son el aceite y el vinagre, aunque compartan el linimento para los dolores.
Es as¨ª un momento de extrema delicadeza en las l¨ªneas que se trazan y los muros que se levantan; se trata de un futuro a medio y largo plazo que incluye la t¨¦cnica, la est¨¦tica y la pol¨ªtica cultural. El que quiera milagros y rapidez, que se compre un robot de cocina, que est¨¢n de moda y en rebajas. Faltan 10 d¨ªas para las elecciones generales y no brota otra cosa que la alarma ante el desatino de ese sector asilvestrado de la derecha pol¨ªtica que ha dicho que una de las primeras cosas que har¨¢, si gana las elecciones, es suprimir el Ministerio de Cultura (lo que no es otra cosa que un burdo intento goebbelsiano de atomizar a la cultura misma) y eso acarrea arrastrar fuera de los ejes de actuaci¨®n todo lo que pueda arrasar y que no sea de su cuerda, o que, como los m¨¢s extremos, celebren te?ir la camisa parda de negro, o viceversa para parecer m¨¢s de los que realmente son. Hoy m¨¢s que nunca la CND ¡ªy todos los artistas¡ª necesitan un ministerio del sector eficiente y fuerte, menos burocratizado quiz¨¢s, pero vivo y comprometido con la creaci¨®n en la danza y lo cor¨¦utico, as¨ª como con la m¨²sica y el resto de las manifestaciones creativas.
El programa Am¨¦rica es una buena idea como punto de partida, toda vez que el pr¨®ximo d¨ªa 18, martes, se estrena un segundo programa, oponente y complementario, titulado Europa. Hoy hablamos, quiz¨¢s demasiado holgadamente, de ballet global, pero la realidad es que esta profesi¨®n distingue di¨¢fanamente al bailar¨ªn por su latitud. Esto puede adornarse o rebatirse a placer, pero es una realidad. El programa Am¨¦rica de Joaqu¨ªn de Luz es un escaparate suntuario donde se explican muchas cosas: una obra fundacional: Apollo (Balanchine); una obra del primer esplendor de cristalizaci¨®n: Tchaicovski Pas de Deux (Balanchine); una pieza de la progresi¨®n org¨¢nica de la escuela estadounidense: Barber Concerto (Martins); una pincelada extempor¨¢nea que abre el estilo a lo urbanita pop: Sinatra Suite (Tarp) y un atrevido trabajo que mira directamente al futuro: Heatscape (Peck). En bandeja, disfrutamos de un compendio de algo que parti¨®, con ¨ªnfulas, all¨¢ por los tiempos de Concerto Barocco, un reci¨¦n emigrado Balanchine a Nueva York y el dinero y las intenciones mercantilistas de un taimado Rockefeller. Han pasado 85 a?os.
Hay un evidente intento en el CND de nuclear el baile, amalgamarlo y darle entidad sobre los c¨¢nones de lo unitario. Es dif¨ªcil, no imposible. En general, est¨¢n bailando todos los componentes con ganas y b¨²squeda y el resultado tiene por fuerza esa tinta irregular, pero honesta, con alg¨²n que otro destaque de m¨¦rito, como Mario Galindo.
Las dos piezas m¨¢s vibrantes fueron la de Peter Martins, con un planteamiento que est¨¢ tan vigente hoy como hace 35 a?os, cuando se estren¨®; y por otra parte, la de Justin Peck, que se labra surco a surco en la dura tierra del estilo, lo que llegar¨¢ a ser su dialecto propio, su maniera, en el sentido m¨¢s cl¨¢sico del t¨¦rmino.
La directora de orquesta Tara Simoncic hizo funcionar bastante bien a la formaci¨®n madrile?a y los solistas, tanto en el piano (Martin?) como en el viol¨ªn (Barber), cumplieron en piezas nada f¨¢ciles, y que, por cierto, ya otros core¨®grafos hab¨ªan usado antes, a veces parcialmente. Lauren Lovette y Joaqu¨ªn de Luz denotaron complicidad y un cierto toque fr¨ªvolo que viene muy bien a lo que quiso Tarp en su origen con el uso de Sinatra: que el teatro oliera como un percudido night-club, fr¨ªo, h¨²medo y brumoso donde la luz, hasta puede ser mortecinamente azul. Las dos piezas de Balanchine fueron lo decepcionante, lo que dej¨® un cierto sabor amargo. Habr¨ªa que extenderse sobre asuntos como la musicalidad, acentos, definici¨®n y estil¨ªstica. En el d¨²o de Chaicovski estas carencias se vieron claramente, sobre todo en la bailarina.
El p¨²blico que llenaba el teatro de la Zarzuela, en la calle Jovellanos, en Madrid, core¨® y aplaudi¨® con entusiasmo toda la velada.
Programa Am¨¦rica
Apollo (1928): G. Balanchine / I. Stravinski; Barber Violin Concerto (1988): Peter Martins / Samuel Barber; Sinatra Suite (1983): Twyla Tharp / Frank Sinatra; Tchaicovsky Pas de Deux (1960): G. Balanchine / P. I. Chaicovski; Heatscape (2015): Justin Peck / Bohuslav Martin?. Compañía Nacional de Danza. Director artístico: Joaquín de Luz. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Directora musical: Tara Simoncic. Del 12 al 16 de julio.
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