La cultura de Brasil saborea la libertad tras la hostilidad de los a?os Bolsonaro
La Bienal de S?o Paulo arropa a movimientos sociales y rescata una obra vetada durante la presidencia del ultra
La pandemia ha dejado un rastro n¨ªtido en las calles de S?o Paulo, la ciudad m¨¢s rica de Latinoam¨¦rica, la mayor del hemisferio sur, donde los sin techo y las gr¨²as se han multiplicado. Mientras en cada solar vac¨ªo de los barrios m¨¢s pudientes se construye un edificio de apartamentos de lujo, las aceras son el ¨²nico hogar para unas 50.000 personas, incluidas familias con ni?os. Ese es el contexto en el que la Bienal de S?o Paulo, inaugurada la semana pasada, invit¨® a participar en la gran cita brasile?a del arte contempor¨¢neo a la Cozinha Ocupa??o 9 de Julho, un proyecto de activismo social que batalla por una vivienda digna. Esta 35? edici¨®n arropa a un movimiento combativo como ese tras una dura etapa para el arte y el activismo por la hostilidad del entonces presidente Jair Bolsonaro y su Gobierno de extrema derecha.
Una de las okupaciones m¨¢s famosas de S?o Paulo se ubica a seis kil¨®metros del elegante pabell¨®n que Oscar Niemeyer cre¨® para la Bienal, que hasta diciembre acoge un restaurante con sus platos y se convierte en escaparate de sus reivindicaciones: que los edificios y solares abandonados sirvan para garantizar el derecho constitucional a la vivienda. Para sus impulsores, cocinar colectivamente es parte de la lucha por la seguridad alimentaria y contra el hambre (33 millones de brasile?os se acuestan hambrientos). Es lo que hacen cada domingo en el edificio del centro de S?o Paulo que tambi¨¦n es el hogar de decenas de familias.
¡°Esto es hist¨®rico¡±, proclamaba entusiasmada, una de las activistas de Cozinha Ocupa??o 9 de Julho, la cocinera Katia Lyra, 42 a?os, mientras ultimaba detalles antes de la inauguraci¨®n. Junto a carteles con lemas como ¡°cocinar es revolucionario¡± y ¡°lo dom¨¦stico es pol¨ªtico¡±, las banderas de otros muchos movimientos sociales que recuperaron visibilidad con la victoria de Luiz In¨¢cio lula da Silva.
Esta edici¨®n, titulada Coreograf¨ªas de lo imposible, re¨²ne a 121 artistas, el 80% de ellos no blancos, con el ¨¢nimo de dar voz a los saberes de los tradicionalmente marginados. La Bienal ¡°es una plataforma en la que se deben plantear cuestiones en vez de dar respuestas¡±, recalc¨® la comisaria y artista portuguesa Grada Kilomba, en la presentaci¨®n. Los brasile?os Diane Lima y H¨¦lio Menezes, y el espa?ol Manuel Borja-Villel completan el comisariado de esta 35? edici¨®n.
Una de las grandes diferencias de la Bienal brasile?a con la de Venecia o la Documenta Kassel es que la brasile?a es gratuita, abierta a todos los p¨²blicos y con vocaci¨®n popular. Sus organizadores sue?an con que pasar un rato por all¨ª se convierta en un plan de fin de semana durante los pr¨®ximos tres meses.
El sector cultural brasile?o respira aliviado, saborea la libertad tras dejar atr¨¢s un periodo en el que se instal¨® un ambiente asfixiante para la creaci¨®n art¨ªstica. De la mano de Bolsonaro, la derecha extrema sali¨® del armario y, envalentonada, coloc¨® a los artistas muy arriba en su lista de enemigos. Poner a prueba los l¨ªmites entra?aba m¨¢s riesgo de ser silenciado que aplausos. La censura se asom¨® a la programaci¨®n cultural en forma de s¨²bitas y poco explicadas cancelaciones de eventos.
Recuperaci¨®n del montaje de Luiz Abreu
Entre sus v¨ªctimas, la performance O samba do crioulo doido, que sufri¨® diversas cancelaciones en un clima de hostilidad y ultraconservadurismo. La Bienal de S?o Paulo la ha recuperado. Es un montaje ideado por el core¨®grafo Luiz Abreu que se estren¨® hace casi 20 a?os como una cr¨ªtica a la erotizaci¨®n del cuerpo negro, al racismo y al colonialismo. Un v¨ªdeo muestra a una decena de hombres negros y una mujer casi desnudos ¡ªvestidos solo con botas plateadas de tac¨®n alto hasta el muslo¡ª que se contonean sensualmente ante un fondo estampado de banderas de Brasil mientras la cantante Elza Soares sentencia: ¡°La carne m¨¢s barata del mercado es la carne negra¡±.
La dictadura militar (1964-1985) que tanto a?ora Bolsonaro impact¨® varias ediciones de la Bienal. La de 1969 es recordada como la Bienal del Boicot porque el 80% de los artistas invitados rechaz¨® participar. Renunciaban a aquel escaparate internacional en protesta por el decreto AI5 que disolvi¨® el Congreso y endureci¨® la represi¨®n. Desde Par¨ªs, un grupo de creadores reunido en el Museo de Arte Moderno elabor¨® el manifiesto ¡°Non ¨¤ la Biennale¡±. Tambi¨¦n hubo protesta en casa. El jurado premi¨® obras de artistas abiertamente enfrentados al r¨¦gimen.
Babelia
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