Ken Loach: ¡°Nunca ha dado tanto miedo la ultraderecha en Europa como hoy¡±
El cineasta presenta en la Seminci junto a su guionista Paul Laverty su nueva pel¨ªcula, ¡®El viejo roble¡¯, que describe la llegada de un grupo de refugiados sirios a un pueblo minero ingl¨¦s devastado por la crisis
Su caminar lento, su habla meticulosa y su aspecto fr¨¢gil, acorde a sus 87 a?os, llaman a enga?o. Al conversar, en los ojos de Ken Loach refulgen chispas. El ingl¨¦s, doble ganador de la Palma de oro de Cannes, eterno creyente de una izquierda m¨¢s cercana a la gente de la calle que sus te¨®ricos l¨ªderes. Loach lleva d¨¦cadas siendo un cineasta clave en el cine europeo, querido por mucho p¨²blico, entre ellos el vallisoletano, visto el ba?o de masas recibido por el director en la Seminci, donde concursa con El viejo roble, antes de su estreno comercial el 17 de noviembre. Desde su segundo largo, Kes (1969), que ya concurs¨® en la Seminci, Loach desarrolla un cine militante que sigue subrayando las desigualdades sociales a trav¨¦s de d¨¦cadas en las que el mundo ha avanzado sin escuchar a artistas como ¨¦l. ¡°F¨ªjate, por eso son importantes los festivales, porque aqu¨ª se protege el coraz¨®n del cine como cultura. Fuera, las pel¨ªculas comerciales han aplastado al resto de los filmes, olvidando que el medio es m¨¢s importante que la industria¡±, aseguraba ayer viernes en su charla con EL PA?S.
A su lado se sienta Paul Laverty, el guionista con quien Loach ha colaborado en 16 pel¨ªculas. Hacen una dupla curiosa: Laverty habla con su recio acento escoc¨¦s y a toda velocidad; el ingl¨¦s de manera m¨¢s dulce. Sin embargo, coinciden en el mensaje, y por eso el director realiza todas las promociones con Laverty (guionista habitual tambi¨¦n de Ic¨ªar Bolla¨ªn, su pareja) a su lado. Hoy, el que arranca a hablar es el veterano, porque considera que con El viejo roble cierra una trilog¨ªa ¡°en la que hemos examinado de forma precisa c¨®mo est¨¢ funcionando la sociedad actual¡± junto a Yo, Daniel Blake y Sorry We Miss You.
El t¨ªtulo procede del nombre de un pub, el ¨²nico abierto en un pueblo a las afueras de Durham, en el noreste de Inglaterra, viejo terreno minero hundido ahora en una crisis sin fin. Hasta all¨ª llegan, trasladados por el Gobierno, un grupo de sirios. Como un local apunta: ¡°No ver¨¢s refugiados pobres en Chelsea¡±. El choque es inevitable, y en pantalla se oyen frases como ¡°nuestra gente primero¡± o ¡°la esperanza es obscena¡±. ¡°Quer¨ªamos ser muy precisos con las historias para explicar ese proceso de crecimiento del racismo, de explotaci¨®n, como En un mundo libre... [2017]. Pero creo que en esta trilog¨ªa hemos ido m¨¢s all¨¢, hemos ahondado en una sociedad que usa el enfado como arma, que ha encontrado la manera de incrementar la explotaci¨®n de los trabajadores y el trabajo precario. Y por ello, esa gente es vulnerable a la influencia de la ultraderecha, a las llamas del racismo. Nuestra respuesta debe de ser la solidaridad¡±.
Loach apuesta por una esperanza basada en esa solidaridad. ?Eso le hace ser optimista o pesimista? ¡°Realista. Por la situaci¨®n que vivimos, ese es el camino a seguir. Y en esa senda tenemos que reconocer que nos necesitamos los unos a los otros, que existe una interdependencia, ll¨¢mala solidaridad, y esa es la roca desde la que podremos hacer progresos, ?no?¡±. Con el final en interrogante cede la pelota ¡ªambos son muy futboleros¡ª a Laverty. ¡°Hace poco hablamos con un profesor de Oxford, Danny Dorling, y asistimos a una conferencia en la que, con la rigurosidad que caracteriza a alguien de Oxford, hab¨ªa analizado los datos estad¨ªsticos actuales y aseguraba que esta es la mayor crisis de nivel de vida desde 1798 y las guerras napole¨®nicas, y lo aplicaba en Reino Unido y en otros muchos pa¨ªses de Europa. En nuestro pa¨ªs solo han crecido los bancos de alimentos y las ventas de armas. Todo lo dem¨¢s se ha hundido. Para nosotros, lo m¨¢s tr¨¢gico es que el partido Laborista sigue movi¨¦ndose hacia la derecha sin afrontar los problemas de la gente. En vez de ir, por ejemplo, a la gala de los mineros de Durham, donde rodamos y donde fue invitado, el l¨ªder del partido, Keir Starmer, prefiri¨® reunirse con Murdoch¡±.
Para Laverty, el gran miedo es que si la izquierda no encara los problemas, ¡°la ultraderecha lo har¨¢ proponiendo soluciones simplistas, y usar¨¢n toda esa ira en su beneficio. Y la rabia de la gente nace en muchas ocasiones de razones leg¨ªtimas¡±. Porque ah¨ª est¨¢ la semilla de El viejo roble: analizar c¨®mo en una comunidad depauperada por el cierre de las minas y la crisis galopante del siglo XXI, una gente que se un¨ªa en la lucha contra los patrones, puede surgir y crecer el racismo. ¡°?Dejamos que la carga de la inmigraci¨®n la sufran ellos, o pa¨ªses como Espa?a, Italia o Grecia, o preparamos un plan que sirva para toda Europa? Tenemos que ser racionales, mirar los problemas, buscar soluciones. Si las corporaciones son quienes dictan nuestros pasos, cuando solo piensan en sus beneficios, ?qui¨¦n resolver¨¢ nuestros problemas?¡±.
Loach asiente a su lado: ¡°Nac¨ª el a?o del golpe de Estado de Franco y la llegada al poder del fascismo. Crec¨ª en la Segunda Guerra Mundial. Y teniendo muy presente el dolor y la muerte de los campos de exterminio nazis, nunca ha dado tanto miedo la ultraderecha en Europa como hoy. Esa pobreza, esa rabia, esa desigualdad se asemeja en demas¨ªa a la vivida en los a?os veinte y treinta del siglo XX. Mira c¨®mo acabamos siguiendo a quienes propon¨ªan soluciones simplistas¡±.
Adem¨¢s, en la conversaci¨®n entra la guerra entre Israel y Ham¨¢s. ¡°Nuestra gran esperanza es el secretario de general de la ONU, Ant¨®nio Guterres, que conden¨® la atrocidad de Ham¨¢s del 7 de octubre y tambi¨¦n lo que est¨¢ pasando en Gaza, que incluye el asesinato de miles de personas, incluidos tambi¨¦n miles de ni?os. Y Guterres subray¨® que hay un contexto para entender los hechos, que no se pod¨ªa sentar y decir cualquier cosa sin saber y aclarar el pasado, los 56 a?os de ocupaci¨®n asfixiante que han sufrido los palestinos¡±, desgrana Loach. ¡°Ken y yo¡±, recuerda Laverty, ¡°participamos hace ocho a?os en The Russell Tribunal en Palestina, que se bas¨® en expertos en el terreno analizando la situaci¨®n. Y recuerdo muy bien c¨®mo nos alertaban de que la ret¨®rica del genocidio es muy peligrosa, hoy son justo quienes usan esa ret¨®rica los que gobiernan. ?En qu¨¦ mundo vivimos que se condena a quien trata de entender algo? Guterres lo intenta, y le han atacado. Saltarse la ley internacional como hace Israel es superpeligroso¡±. Loach acaba: ¡°Solo nos queda la ONU. Porque si no, llegaremos a la mutua destrucci¨®n. La humanidad debe responder colectivamente a ese problema y a otros como el cambio clim¨¢tico. E insisto: no permitir que los derechos humanos sean destruidos, como se ha hecho con los asentamientos israel¨ªes en terrenos palestinos. Es ilegal, no podemos permitir que se salte el derecho internacional¡±.
Hay otra pel¨ªcula de Loach que conecta con la necesidad de la solidaridad e igualdad que defiende El viejo roble: es el documental El esp¨ªritu del ¡®45, que ilustra un momento, al final de la Segunda Guerra Mundial, en que en Reino Unido parec¨ªa que se iba a lograr el triunfo de la justicia social. ¡°Fue un instante de reconstrucci¨®n, en el que la idea de que la pobreza ten¨ªa que quedarse atr¨¢s anid¨® en todos los brit¨¢nicos, y que para ello servir¨ªan los servicios p¨²blicos, y que el capitalismo deb¨ªa desarrollarse en un justo equilibrio. Era una reconstrucci¨®n f¨ªsica, de grandes obras, y colectiva. Pero hubo quien quiso y pudo acabar con ello. Hoy necesitamos una nueva izquierda, alguien que cuide de los seres humanos, y una Uni¨®n Europea que abandone la burocracia y avance de verdad apoyando una democracia real¡±.
La ¨²ltima parte de la charla tiene que ver con su trabajo en equipo y con lo que deparar¨¢ el futuro. Laverty explica que lo hacen de forma muy org¨¢nica. ¡°Hablamos mucho, somos amigos ¨ªntimos, as¨ª que de cualquier chispa sale una idea. Tambi¨¦n perdemos tiempo, si lo quieres llamar as¨ª, charlando de f¨²tbol, bromeando. En fin, buscamos, investigamos, creamos conexiones¡±, explica el guionista, que vive en Edimburgo, mientras que Loach reside en la inglesa Bath. ¡°No entiendo el cine como algo individual. En nuestras pel¨ªculas, desde luego, hay m¨¢s gente, como la productora Rebecca O¡¯Brien, y las considero obras colectivas¡±. ?Y est¨¢n con un nuevo guion? ¡°Siempre hay cosas en la mente, aunque tambi¨¦n s¨¦ que necesitamos tiempo de planteamiento, de investigaci¨®n¡±, apunta el director, y su gesto aporta un ¡°veremos¡± subconsciente a la frase.
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