Patricia Almarcegui, novelista: ¡°Lucho siempre para que lo que escribo tenga un destello¡±
La autora, que alterna en su producci¨®n narrativa y literatura de viajes, centra su ¨²ltimo libro, ¡®Las vidas que no viv¨ª', en dos mujeres, una menorquina y una iran¨ª, que viven en la isla balear
El nuevo libro de Patricia Almarcegui, tras esa joya de la literatura de viajes que alumbr¨® en Cuadernos perdidos de Jap¨®n, es una novela, la tercera, Las vidas que no viv¨ª (en la misma editorial, Candaya). Pero, pese al cambio de g¨¦nero, estamos en id¨¦ntico territorio: en todo lo que la autora escribe laten los mismos temas y emociones, y lo empapa la misma po¨¦tica. La intimidad del espacio y el espacio de la intimidad, el cuerpo (especialmente el de la mujer) en reposo y en tr¨¢nsito, la vida afuera y adentro, la historia del mundo como imagen y met¨¢fora de la historia personal, la memoria de los lugares, y la naturaleza y el paisaje como reflejo y altavoz de los sentimientos. En Las vidas que no viv¨ª, Almarcegui narra, en su personal¨ªsimo estilo fragmentario y escueto, dotado de un lirismo cristalino, a veces seco y duro, siempre conmovedor, las vidas de dos mujeres, una menorquina, embarazada, Anna, y otra iran¨ª y mayor, migrante, Pari, que se encuentran en un viejo hotel abandonado de Ciutadella que ambas han convertido en su refugio. Alternando las voces en primera y tercera persona, llev¨¢ndonos de Ir¨¢n a Menorca, y del presente al pasado de ambos lugares, la escritora construye un relato de sue?os y de realidades adversas, de jardines, de huertos y de desiertos. ¡°Lucho siempre para que lo que escribo tenga un destello, un color, algo diferente¡±, se?ala Almarcegui (Zaragoza, 54 a?os); ¡°busco los l¨ªmites de la escritura¡±.
¡°Llevaba a?os d¨¢ndole vueltas a un material que ten¨ªa, entrevistas a 30 mujeres de tres generaciones, de Espa?a y de Ir¨¢n, el pa¨ªs al que he viajado m¨¢s y que conozco bien, sobre si se hab¨ªan sentido en inferioridad de condiciones en contextos sentimentales, laborales, familiares, etc¨¦tera¡±, explica la autora, que a?ade que ¡°maternidad y sexo¡± (¡°El placer casi siempre es met¨¢lico¡±, escribe, y relata de manera desoladora el trauma de un aborto) eran dos puntos principales. ¡°Pero no encontraba una forma que me gustara para condensar y contar la historia de esas fuentes. Llegu¨¦ a tener tres manuscritos distintos. Trabaj¨¦ en principio con tres personajes protagonistas. Y luego decid¨ª que fueran dos. Una de ellas menorquina, del lugar en el que vivo desde hace 10 a?os, una voz m¨¢s m¨ªa, m¨¢s ¨ªntima, m¨¢s melanc¨®lica, de amor a una tierra y a un paisaje. Ten¨ªa claro que la otra mujer deb¨ªa ser iran¨ª y haber experimentado la ¨¦poca del Sha, cuando las cosas eran muy diferentes en el pa¨ªs, m¨¢s all¨¢ del t¨®pico de que viv¨ªan felices y ellas pod¨ªan llevar minifalda¡±.
Finalmente, Las vidas que no viv¨ª, que Almarcegui afirma que es ¡°muy poco¡± autobiogr¨¢fica, ¡°es dos voces que dialogan, m¨¢s otra, en tercera persona, que contextualiza y ampl¨ªa lo que ellas explican¡±, las circunstancias de sus vidas, y que incluye ¡°las voces de la isla y de Ir¨¢n, porque los lugares deben tener voz propia y hablar como generadores de escritura¡±. En ese sentido, se explican acontecimientos hist¨®ricos como el naufragio del trasatl¨¢ntico franc¨¦s G¨¦n¨¦ral Chanzy, hundido en 1901 cerca de Ciutadella con un solo superviviente de las 157 personas que viajaban a bordo, el incendio provocado del cine Rex de Abad¨¢n que caus¨® 420 muertos en 1978 en las postrimer¨ªas del r¨¦gimen del Sha y suceso clave en el inicio de la revoluci¨®n iran¨ª, o el asedio de la Armada turca en el siglo XVI a Ciutadella que acab¨® con buena parte de la poblaci¨®n esclavizada y llevada a Estambul. Almarcegui, que muestra un Ir¨¢n diferente al de las noticias, tambi¨¦n echa mano de la belleza de la poes¨ªa persa, a trav¨¦s de la poetisa, cineasta y feminista Forugh Farrojzad (1934-1967) ¡ªque aparece en la novela¡ª, maridando sus versos en una hermosa mezcla con la melancol¨ªa menorquina: ¡°La fuente de nuestra casa est¨¢ vac¨ªa; / las peque?as e inexpertas estrellas / desde la altura de los ¨¢rboles, caen sobre la tierra¡±.
Hay en la novela una muestra de mi amor por Menorca, como lo hay de mi amor por Ir¨¢n¡±
En cuanto al tono de la novela, se?ala: ¡°Quer¨ªa ese punto de confidencia, de confesi¨®n, con esa estructura en fragmentos intensos que es a menudo caracter¨ªstica de mi forma de escribir, de mi po¨¦tica¡±. El fragmento, prosigue, ¡°es muy contempor¨¢neo, y ofrece, al acabarlo, una parada, una pausa, un blanco, y una incitaci¨®n a volver a atr¨¢s, a releer¡±. Ha tratado de ¡°crear espacios, lugares y voces, y una atm¨®sfera que es lo que queda al final, una sensaci¨®n¡±. ¡°Lo que me interesa es lo que permanece despu¨¦s de la lectura¡±, agrega. La escritura es para ella, subraya, ¡°un ejercicio de libertad interior¡±.
La historia que cuenta la novela ¡°no es convencional¡±, como no lo es la forma de narrarla. ¡°Es una historia llena de p¨¦rdidas y encuentros, de saltos e interrupciones, con una alternancia entre los relatos de Anna y Pari y luego, en la segunda parte, todo mezclado, aunque hay suficientes pistas para reconocer las voces de ambas¡±.
Menorca (¡°El olor azulado de la artemisa, el aroma amarillo de la camomila de Sa Mola¡±) es una parte importante de la novela. ¡°Vivir en Menorca es vivir entre una naturaleza desbordada y bella. Hay en la novela una muestra de mi amor por Menorca, como la hay de mi amor por Ir¨¢n, los dos lugares principales de mi vida en los ¨²ltimos 10 a?os¡±. No obstante, Almarcegui no duda en criticar la evoluci¨®n urban¨ªstica en la isla. ¡°Se est¨¢ produciendo una gentrificaci¨®n de alto poder adquisitivo relacionada con la obsesi¨®n mundial hoy por vivir en lugares bonitos, baratos y seguros. Ad¨®nde lleva eso est¨¢ claro en la novela: a que el hijo de Anna ya no podr¨¢ vivir en el paisaje de sus padres y abuelos¡±.
En cuanto a la comunidad iran¨ª en Menorca que aparece en la novela, explica: ¡°Es cierto, la he conocido, y da fe de la movilidad que hay en el mundo; me ha servido tambi¨¦n para contar un viaje, f¨ªsico y literario¡±. Almarcegui hace que su iran¨ª, Pari, haya trabajado en un faro en el mar Caspio, y tenga experiencia con otro paisaje lejano de playas y arena.
En Las vidas que no viv¨ª se habla abiertamente de sexo y con t¨¦rminos nada remilgados. ¡°Hay sexualidad y sensualidad en el libro igual que hay una naturaleza muy potente, y uso t¨¦rminos abiertos y directos que me parece que dan m¨¢s naturalidad a los pasajes; la sexualidad forma parte de nuestra vida cotidiana, est¨¢ completamente integrada y el pudor suena un poco anticuado en 2023¡å.
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