¡®Anatom¨ªa de una ca¨ªda¡¯: retorcida, ambigua y aceptable intriga

No he visto las muy alabadas pel¨ªculas de la directora francesa Justine Triet. Se titulan La batalla de Solferino y El reflejo de Sibyl. Hay tal abundancia de estrenos en los ¨²ltimos a?os que no tengo tiempo (ni tampoco ganas, si soy sincero) para estar descubriendo continuamente genialidades con sello de autora o autor. Como hace tiempo que desert¨¦ de los festivales de cine, tampoco dispongo del privilegio de asistir en directo al bautizo de tantas pel¨ªculas de imprescindible visi¨®n y consecuente deleite seg¨²n los infinitos ex¨¦getas que habitan los festivales. Veo lo justo de ese mayoritario cine de culto y demasiadas veces me sigo preguntando donde reside su encanto o lamentando mi eterna miop¨ªa ante tanta obra de arte.

Anatom¨ªa de una ca¨ªda, dirigida por Justine Triet, gan¨® la Palma de Oro en el ¨²ltimo festival de Cannes. Y observ¨¦ que hac¨ªan referencias y comparaciones, no solo por el t¨ªtulo, sino tambi¨¦n por el argumento, con una incontestable obra maestra que firm¨® Otto Preminger titulada Anatom¨ªa de un asesinato. O sea, palabras mayores. Y admito el parecido en que existe un muerto (o un probable suicidio, o una ca¨ªda accidental en el caso de la pel¨ªcula francesa) y en que todo resulta muy turbio para aclarar las motivaciones y las circunstancias de los que fueron acusados de asesinato. Pero, salvando esos parecidos argumentales, tengo claro que voy a seguir maravill¨¢ndome frecuentemente con Anatom¨ªa de un asesinato y que no me urge nada revisar Anatom¨ªa de una ca¨ªda.

Esa comparaci¨®n no me invalida la segunda. Sigo con inter¨¦s relativo y algunos momentos fatigosos la historia de esa mujer que es acusada de haberse cargado a su marido. Ocurre en una casa de los Alpes franceses. En principio, parece evidente que fue un accidente o que se suicid¨®. El ¨²nico testigo parece ser el hijo del matrimonio, que es un ni?o ciego. Posteriormente, aparecen datos que incriminan a la esposa. Hay un largo juicio, con el que se regocija el circo medi¨¢tico, en ¨¦l salen a la luz los momentos sombr¨ªos y continuos en la relaci¨®n entre esa pareja, ambos escritores de autoficciones, ese g¨¦nero tan de moda. Tambi¨¦n varios flashbacks en los que nos narran sus peleas, una crisis inacabable, los antiguos y renovados reproches mutuos y abrasivos, una relaci¨®n retorcida y destructiva a lo largo de demasiado tiempo.

Nada es lo que parec¨ªa, nos cuenta Justine Triet, todo es complejo y turbio, pero en medio de tanto psicologismo, hay cosas que no acabo de entender. No s¨¦ si es debido a mi cortedad mental o a que no me lo cuentan bien. Y le llueven los elogios a la interpretaci¨®n de Sandra H¨¹ller en un personaje que pretende ser misterioso, ambiguo, secreto, fr¨ªo, intelectual, adultero, bisexual, cerebral, iracundo en una de las pocas explosiones emocionales que se permite. Esta actriz puede heredar el trono de actrices europeas que comparten Isabelle Huppert y Tilda Swinton. No dudo de la gran calidad que atesoran las tres. Pero me resultan antip¨¢ticas, independientemente de los papeles que interpreten. Existe algo en ellas que me distancia, que me hace sentirme inc¨®modo con su presencia. Y estoy convencido de que gran parte del atractivo del cine est¨¢ en funci¨®n de esos rostros, presencias, personalidades, actitudes que te magnetizan, gente a la que te gusta ver y escuchar.