Anton Bruckner en su 200? aniversario: un genio tard¨ªo e incomprendido que fue el mayor sinfonista despu¨¦s de Beethoven
Arranca la celebraci¨®n del compositor austriaco homenajeado en el Concierto de A?o Nuevo con la traducci¨®n al espa?ol de una anticuada biograf¨ªa y dos decepcionantes integrales sinf¨®nicas de Christian Thielemann (Sony) y Andris Nelsons (DG)
Anton Bruckner (Ansfelden, 1824 - Viena, 1896) fue el mayor sinfonista despu¨¦s de Beethoven. As¨ª de tajante se muestra Herbert Blomstedt en el pr¨®logo de Anton Bruckner. Ein Leben mit Musik, la biograf¨ªa de Felix Diergarten, que B?renreiter acaba de publicar para conmemorar su bicentenario. ...
Anton Bruckner (Ansfelden, 1824 - Viena, 1896) fue el mayor sinfonista despu¨¦s de Beethoven. As¨ª de tajante se muestra Herbert Blomstedt en el pr¨®logo de Anton Bruckner. Ein Leben mit Musik, la biograf¨ªa de Felix Diergarten, que B?renreiter acaba de publicar para conmemorar su bicentenario. El actual decano de los directores de orquesta, de 96 a?os, que las estad¨ªsticas de Bachtrack sit¨²an como la d¨¦cima batuta con m¨¢s conciertos en 2023, no desmerece los logros de Brahms, Mahler, Chaikovski, Shostakovich, Sibelius o Nielsen. Pero puntualiza: ¡°Ninguno de ellos fue capaz de plasmar la grandeza interior de la sinfon¨ªa de manera tan convincente como Bruckner¡±.
Para Blomstedt, que culmin¨® una excelente grabaci¨®n integral, en 2012, con la Gewandhaus de Leipzig, estas sinfon¨ªas representan el anhelo de lo eterno. Pero no las considera religiosas, pues ¡°Bruckner buscaba una sala de conciertos para el mundo entero¡±. Opina que, por muy devoto y cat¨®lico que fuera este compositor oriundo de Alta Austria, ¡°su profesi¨®n de fe era la m¨²sica¡±. Y habla de obras colosales y exigentes que ¡°se caracterizan por un gran intelecto, pero que tambi¨¦n saben expresarse con brevedad y sencillez cuando es necesario¡±.
Lleva casi siete d¨¦cadas inculcando entre el p¨²blico la paciencia que requieren estas composiciones gigantescas y fascinantes. Y cuenta como un logro que, tras dirigir la extensa y sesuda Quinta sinfon¨ªa en Se¨²l, recibi¨® una rosa roja y una tarjeta con cuatro palabras: ¡°Bruckner es demasiado corto¡±. Esa impresi¨®n es la que trascendi¨® en el reciente Concierto de A?o Nuevo con un documental para el descanso aderezado por peque?as p¨ªldoras sonoras. Pero tambi¨¦n con una irrelevante cuadrilla de cinco minutos, en su segunda parte, una pieza de ocasi¨®n que Bruckner escribi¨®, en 1854, para agasajar al juez colegiado de Linz, Georg Ruckensteiner, y m¨¢s concretamente a su hija Marie, mientras aspiraba a un nombramiento como organista.
Esto ¨²ltimo lo leemos en la monumental biograf¨ªa en alem¨¢n (?en 9 tomos!) que publicaron, entre 1922 y 1937, August G?llerich y Max Auer. Un trabajo admirable, pero tambi¨¦n un dep¨®sito de invenciones y falsificaciones que decoraron su poca atractiva vida con sabrosas an¨¦cdotas sobre amor¨ªos frustrados y problemas de autoestima. Y que fabric¨® una personalidad art¨ªstica insegura y neur¨®tica acorde con sus sinfon¨ªas que revisaba una y otra vez. Fue Karl Grebe quien comenz¨® a enderezar esa distorsionada imagen, en 1972, a partir de un cuidadoso trabajo documental donde, al fin, la m¨²sica de Bruckner ya no se presentaba como un reflejo simb¨®lico de su vida, sus creencias y sus obsesiones.
Constantin Floros, en su biograf¨ªa publicada en 2004, que Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha acaba de traducir al espa?ol, parte de esa anticuada convicci¨®n de que ¡°su m¨²sica es expresi¨®n de su espiritualidad y de su mundo interior¡± (p. 175). Lejos de componer un relato de vida y obra, este music¨®logo greco-alem¨¢n, de 94 a?os, traza un intrincado perfil psicobiogr¨¢fico donde vincula err¨®neamente diversas facetas del car¨¢cter de Bruckner con aspectos estil¨ªsticos y estructurales de sus composiciones. Se trata, no obstante, de la ¨²nica biograf¨ªa de Bruckner disponible en espa?ol.
Por el contrario, en el nuevo libro en alem¨¢n prologado por Blomstedt, Diergarten acierta a componer el retrato m¨¢s veraz y actual del compositor nacido en Ansfelden. Del hombre sencillo de origen rural pero tambi¨¦n ricamente cultivado. Del ser exc¨¦ntrico y sumiso, que supo calcular un impresionante ascenso desde la escuela rural y las misas de pueblo, en Windhaag bei Freistadt, a la universidad y las grandes sinfon¨ªas, en Viena. Del m¨²sico modesto en p¨²blico y soberbio en privado. Del genio incomprendido que triunf¨® tard¨ªamente, pero que no compuso su primera sinfon¨ªa hasta casi los cuarenta a?os, una edad que no conocieron Mozart, Schubert o Mendelssohn. Del profundo cat¨®lico que sin embargo quiso pasar a la historia como sinfonista.
Bruckner nunca dot¨® de contenido religioso a sus sinfon¨ªas. Hasta la famosa dedicatoria de la inacabada Novena, ¡°al amado Dios¡±, no la encontramos en ning¨²n documento del compositor, sino en varios testimonios contradictorios de su m¨¦dico, el doctor Richard Heller. Y, entre sus dedicatorias, llama la atenci¨®n la Quinta, que brind¨® al ministro de educaci¨®n del Imperio Austroh¨²ngaro, Karl von Stremayr, miembro del partido liberal y partidario de la separaci¨®n de la Iglesia y el Estado. Diergarten nos sumerge en una narraci¨®n trepidante sobre cada obra y su contexto, como hace con la Octava que titula El gran teatro del mundo, con explicaciones t¨¦cnicas tan interesantes para el entendido como asequibles para el aficionado. Un librito de poco m¨¢s de doscientas p¨¢ginas cuya lectura es un placer continuo.
Volviendo a la biograf¨ªa de Floros, quiz¨¢ su mayor acierto lo encontremos en los dos ¨²ltimos cap¨ªtulos. En el primero repasa los grandes oficiantes de Bruckner desde el podio, pues sus sinfon¨ªas precisan de directores especializados. Conviene aclarar que el cat¨¢logo bruckneriano arranca, en 1863, con una sinfon¨ªa de estudio (la n¨²m. 00) e incluye una sinfon¨ªa descartada entre la Primera y la Segunda (la n¨²m. 0), pero de algunas de ellas hay varias versiones: dos de la Primera, Segunda y Octava y tres de la Tercera y la Cuarta.
Floros destaca a tres grandes maestros fallecidos entre 1987 y 2002. De Eugen Jochum resalta su capacidad para atraer al p¨²blico hacia las sinfon¨ªas de Bruckner con versiones ¨¢giles, fluidas y llenas de expectaci¨®n. De Sergiu Celibidache subraya su intensidad con tempos m¨¢s pausados y una deliberada renuncia a licencias expresivas. No obstante, su predilecto fue G¨¹nter Wand cuyas interpretaciones lograron mostrar el gran avance de Bruckner al desarrollar la sinfon¨ªa no de forma tem¨¢tica, como el clasicismo vien¨¦s, sino arquitect¨®nica: ¡°A trav¨¦s de una clara yuxtaposici¨®n de bloques sonoros, tempi y ritmos que no se funden entre s¨ª, sino que se sit¨²an uno junto a otro como si fueran ladrillos¡± (p. 255).
Quiz¨¢ Floros podr¨ªa haber a?adido a Herbert von Karajan y, en adelante, se deber¨ªan destacar otros grandes brucknerianos como Bernard Haitink, Daniel Barenboim o el referido Blomstedt. Pero el bicentenario del compositor ha coincidido con el lanzamiento de dos integrales sinf¨®nicas en disco de Christian Thielemann y la Filarm¨®nica de Viena, en Sony Classical, y de Andris Nelsons y la Gewanhaus de Leipzig, en Deutsche Grammophon. Ambas son decepcionantes por diferentes motivos.
Thielemann grab¨® el ciclo de las 11 sinfon¨ªas, con la de estudio y la descartada (las llamadas n¨²m. 00 y n¨²m. 0), entre 2019 y 2022. Una versi¨®n que exalta el glamur sonoro de la orquesta vienesa, depositaria del estreno de varias sinfon¨ªas de Bruckner, pero sacrifica la profundidad de la m¨²sica. No se trata de un problema de agilidad o de fluidez, de tempos lentos o r¨¢pidos, sino simplemente de interpretaciones cegadas por el hedonismo t¨ªmbrico y carentes de emoci¨®n. Por otro lado, Nelsons comenz¨® su ciclo en 2016 y lo culmin¨® cinco a?os despu¨¦s, aunque sin la sinfon¨ªa de estudio. La orquesta de Leipzig, en su caso, tambi¨¦n ofrece una gran excelencia sonora junto a una s¨®lida tradici¨®n, pues estren¨® la S¨¦ptima sinfon¨ªa, si bien el resultado es contemplativo y superficial.
Nada hay en ambos ciclos de la excitaci¨®n, hondura y j¨²bilo que se escucha a Jochum y Wand. Pero, en el a?o del bicentenario de Bruckner, el ciclo m¨¢s interesante lo est¨¢ publicando el sello Capriccio bajo la direcci¨®n de Markus Poschner. Un proyecto que, a finales de 2024, incluir¨¢ las 19 versiones de las once sinfon¨ªas del compositor de Ansfelden. Y que en los lanzamientos hasta ahora publicados, con la Orquesta Bruckner de Linz y la Orquesta Sinf¨®nica de la Radio de Viena, han superado en frescura y profundidad lo grabado en los referidos ciclos de Sony y DG.
Floros dedica el cap¨ªtulo final de su biograf¨ªa a reivindicar la modernidad de Bruckner. Y no duda en utilizar el mismo apelativo que Sch?nberg con Brahms: el progresivo. Es la misma idea que desarrollar¨¢ la principal exposici¨®n dedicada a Bruckner este a?o. Una muestra titulada Anton Bruckner, el piadoso revolucionario, comisariada por Thomas Leibnitz y Andrea Harrandt, que podr¨¢ verse a partir del 1 de abril en la Biblioteca Nacional de Austria, e ir¨¢ acompa?ada del lanzamiento de otra monograf¨ªa con contribuciones de los principales especialistas en el compositor austriaco. Una forma de seguir corrigiendo su maltrecha imagen hist¨®rica e impulsar la experiencia de sus sinfon¨ªas. Esto ¨²ltimo se ha podido comprobar el pasado fin de semana en la Orquesta Nacional de Espa?a y en la Sinf¨®nica de Galicia, respectivamente con la Octava y la Novena, y la semana que viene en la Sinf¨®nica de Bilbao con la Cuarta. Antes como ahora, Bruckner necesita creyentes y oficiantes para celebrar su aniversario.