Fernando S¨¢nchez Castillo, el artista que hizo del yate de Franco una instalaci¨®n: ¡°Las banderas se muestran para crispar¡±
El creador presenta ahora un estandarte blanco m¨¢s grande que el que ondea en la plaza de Col¨®n de Madrid
Fernando S¨¢nchez Castillo (Madrid, 54 a?os) acumula historias con la misma facilidad con la que amontona objetos encontrados en tiendas de barrio, en el Rastro madrile?o, en el bar de la esquina o en p¨¢ginas de internet. Con la misma voracidad que se le atribuye a las urracas, el artista guarda libros, fotograf¨ªas, tebeos, cucharillas o cualquier chatarra que en el futuro pueda renacer en forma de narraci¨®n cargada de contenido cr¨ªtico y belleza. El ejemplo m¨¢s conocido de ese af¨¢n transformador ...
Fernando S¨¢nchez Castillo (Madrid, 54 a?os) acumula historias con la misma facilidad con la que amontona objetos encontrados en tiendas de barrio, en el Rastro madrile?o, en el bar de la esquina o en p¨¢ginas de internet. Con la misma voracidad que se le atribuye a las urracas, el artista guarda libros, fotograf¨ªas, tebeos, cucharillas o cualquier chatarra que en el futuro pueda renacer en forma de narraci¨®n cargada de contenido cr¨ªtico y belleza. El ejemplo m¨¢s conocido de ese af¨¢n transformador lo consigui¨® con los restos desguazados del Azor, la embarcaci¨®n de recreo de Franco. Despu¨¦s de adquirir la chatarra al peso, la vieja nave renaci¨® como S¨ªndrome de Guernica (2012), una espectacular escultura que adorna los jardines del Museo Helga de Alvear en C¨¢ceres.
La exposici¨®n que acaba de inaugurar en la galer¨ªa madrile?a Albarr¨¢n Bourdais (hasta el 17 de febrero) es un alarde de su capacidad para reinterpretar la historia porque para ¨¦l no hay nada tan revolucionario que su reescritura. El propio espacio que ocupa la galer¨ªa parece una pieza m¨¢s de la exposici¨®n. Aqu¨ª, en las salas del n¨²mero 13 de la calle Barquillo, estuvo ubicado el primer taller de la firma Loewe para la fabricaci¨®n de pertrechos de los uniformes militares. Donde hubo ambiente de guerra, ahora se exhibe arte.
S¨¢nchez Castillo responde a las preguntas rodeado de Coreograf¨ªa 01 (2023), una bandera blanca que desciende sinuosamente por los pelda?os de las escaleras como si fuera una serpiente. En el frontal del entresuelo se proyecta ininterrumpidamente un v¨ªdeo en el que durante 15 minutos se ve ondear la bandera blanca frente al cielo. Contemplando los efectos hipn¨®ticos de su vuelo, el artista habla de su exposici¨®n, del arte pol¨ªtico, de la necesidad de revisar la historia en todos los ¨¢mbitos, incluidos los museos, de donde saca sus narraciones, de devolver las obras que reclamen las v¨ªctimas (caso Pissarro) y, entre otras cosas, se lamenta del cada vez m¨¢s amenazado arbolado madrile?o.
Pregunta. En la antol¨®gica que le dedic¨® en 2015 el Centro de Arte Dos de Mayo de M¨®stoles, una de sus piezas era un amontonamiento de banderas recogidas de la resaca de las muchas manifestaciones que entonces (como ahora) recorren Madrid. Dijo entonces que quer¨ªa instalar una de aquellas banderas blancas y grandes en la plaza de Col¨®n, como s¨ªmbolo de la Paz. ?Esta exposici¨®n es el resultado de aquella pieza?
Respuesta. S¨ª. Esta bandera surge de aquella idea. Mi bandera es un palmo m¨¢s grande que la nacional que ondea en la plaza de Col¨®n de Madrid: 14 por 22,22 metros, hecha con poli¨¦ster de 110 gramos y unos 35 kilos de peso, lo justo para poderla coger y evitar que caiga al suelo, algo que no puede ocurrir nunca, seg¨²n el reglamento militar.
P. ?Cu¨¢l es la propuesta de la obra?
R. Quer¨ªa invitar a la sociedad civil a que se movilizara por la paz. Es el dream project para un artista porque es la obra ideal que podr¨ªamos hacer entre todos. En el arte es muy importante que la obra genere respuestas. Las reacciones del p¨²blico llenan de significado las obras, sea cual sea su formato.
P. En la galer¨ªa es un espect¨¢culo fascinante, pero ?no ser¨ªa mejor que la gente pudiera ver esta bandera en un espacio p¨²blico?
R. S¨ª, pero nadie se ha interesado. Podr¨ªa tentar a Margarita Robles [ministra de Defensa]¡ Lo cierto es que estamos en un mundo lleno de banderas que se muestran para crispar. La ense?a blanca es una invitaci¨®n al entendimiento, pero muchos lo asocian con la rendici¨®n y nadie quiere ser el perdedor. Estoy haciendo gestiones con la NASA para meterla en un t¨²nel de viento en California en el que se prueban aviones de combate. No soy optimista.
P. Interesa m¨¢s la guerra que la paz.
R. La guerra es un gigantesco negocio econ¨®mico en el que hacen ver que proh¨ªben las armas qu¨ªmicas por razones humanitarias. Pero lo cierto es que es un tipo de matanza que sale muy barato y la codicia no tiene l¨ªmites. Le pongo otro ejemplo que tiene que ver con la medicina. No se avanza lo que se podr¨ªa en la erradicaci¨®n de enfermedades porque interesa que se hagan cr¨®nicas y que todos estemos consumiendo medicamentos sin parar.
?Qu¨¦ otra cosa puedes hacer en Espa?a si no es arte pol¨ªtico?
P. Usted es de los pocos que han hecho siempre arte pol¨ªtico. ?No ha sufrido interferencias por parte del mercado?
R. ?Qu¨¦ otra cosa puedes hacer en Espa?a si no es arte pol¨ªtico? Fuera de bromas, somos varios los que hemos tratado temas sociales y pol¨ªticos. Y no. No he tenido ning¨²n problema por el tipo de temas que trato. Estuve m¨¢s de 13 a?os con Juana de Aizpuru y solo tengo palabras de elogio para ella. Lo mismo me ocurre con Christian Bourdais y Eva Albarr¨¢n, mis marchantes actuales.
P. ?El arte pol¨ªtico da para vivir?
R. Perfectamente. Hace mucho tiempo que yo vivo de mi obra. Somos muchos m¨¢s en esta l¨ªnea. Jorge Galindo, por ejemplo, est¨¢ considerado fuera de Espa?a como un n¨²mero uno. Desde que ETA dej¨® de matar, este pa¨ªs no ha hecho m¨¢s que crecer en positivo. Por otro lado, est¨¢n los que prefieren la crispaci¨®n, pero la situaci¨®n no es de quejarse de manera repetitiva.
P. Ha tratado usted mucho la historia m¨¢s reciente (Carrero Blanco, Franco) pero pocas veces ha dado un salto como ahora, que ha llegado al Barroco con la recreaci¨®n de lo que pudo ser el lienzo de Vel¨¢zquez sobre la expulsi¨®n de los moriscos, obra que ocupa una sala propia dentro de la galer¨ªa.
R. Vel¨¢zquez pint¨® ese cuadro en 1627, pero se quem¨® completamente en el incendio del Alc¨¢zar Real en 1734. A partir de los archivos del Alc¨¢zar y de los textos del historiador Antonio Palomino podemos saber que Felipe III aparec¨ªa en el centro del cuadro apuntando con un arma a los moriscos expulsados. Me he ayudado de la inteligencia artificial para proyectar sobre el lienzo c¨®mo pudo ser aquel ¨®leo.
P. ?Qu¨¦ relectura puede hacerse a partir del cuadro reconstruido?
R. Muestra una Espa?a defensora de la cristiandad frente al islam. Yo creo que podr¨ªa ser la primera representaci¨®n expl¨ªcita en la que se habla claramente de un intento de limpieza racial y religiosa. Pintar aquello no debi¨® de ser muy grato. Qu¨¦ suerte tuvo Vel¨¢zquez con que el cuadro se quemara.
P. Pero ser¨ªa un encargo real al que Vel¨¢zquez no se pod¨ªa negar.
R. Se la jugaban. Pensemos en Goya y el retrato feroz que hace de la familia de Carlos IV. Vel¨¢zquez representa una sociedad, la barroca, en la que el hombre es un colonizador que est¨¢ por encima de todo lo que considere inferior, incluida la naturaleza. Se cree un dios todopoderoso.
P. Hablando de reyes, ?ha tenido alg¨²n trato con la familia real espa?ola, aunque no sean mecenas como sus antepasados?
R. En diciembre de 2022 la UNED celebr¨® su 50? aniversario con una gran exposici¨®n en Alca?iz (Teruel). Yo present¨¦ una pieza con alumnos del instituto en la que le¨ªamos los nombres de las v¨ªctimas de la Guerra Civil en c¨®digo morse. Vino Felipe VI y mostr¨® una forma envidiable subiendo a la Torre de la Concordia. Adem¨¢s de saber morse, mostr¨® un gran inter¨¦s y conocimiento por todo nuestro trabajo.
P. La revisi¨®n de la historia, tema primordial en su obra, est¨¢ protagonizando las grandes exposiciones de la temporada. Londres revisar¨¢ en la Royal Academy su pasado colonial desde 1768 hasta la actualidad. ?Qu¨¦ le parece?
R. Muy necesario. Tambi¨¦n lo hacen los museos belgas, los holandeses. Es una revisi¨®n que no acabar¨¢ de un d¨ªa para otro.
P. ?Qu¨¦ opina del caso Pissarro, el cuadro que se exhibe como parte de la colecci¨®n Thyssen que fue expoliado por los nazis y reclamado por la familia Cassirer, herederos de la propietaria original? La sentencia permite que el cuadro se quede en Espa?a, pero un voto particular aconseja su devoluci¨®n.
R. No tengo muchos detalles sobre el asunto, pero creo que si hay una reclamaci¨®n, hay que devolver el cuadro. Me acuerdo del [historiador] Nicol¨¢s S¨¢nchez-Albornoz, quien el a?o pasado se enter¨® de que dos cuadros que hab¨ªan sido expoliados por el franquismo a su padre estaban en el Parador de Toledo. La Ley de Memoria Democr¨¢tica permitir¨¢ que le sean devueltas las obras de su familia.
P. Sus revisiones de la historia est¨¢n enriquecidas muchas veces con las aportaciones de testigos presenciales.
R. Yo soy un investigador muy concienzudo. En la serie de monumentos no oficiales que en 2015 hice sobre las v¨ªctimas de la matanza de Tlatelolco se me ocurri¨® hablar con Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, quien en 1968 estaba en la Ciudad de M¨¦xico cubriendo los juegos ol¨ªmpicos. El d¨ªa hab¨ªa amanecido con decenas de muertos y desaparecidos y las versiones de c¨®mo hab¨ªa empezado todo eran contradictorias. Garc¨ªa, una estrella del deporte, acept¨® hablar conmigo y me cont¨® que, seg¨²n recordaba, la luz de las bengalas ca¨ªa desde las alturas. Dif¨ªcilmente pudieron lanzarlas los manifestantes.
P. La exposici¨®n cierra con una pared repleta de obras de peque?o formato titulada Constelaciones. ?Qu¨¦ representa esta colecci¨®n para usted?
R. Son fragmentos que constituyen parte de mi archivo imaginario. He dibujado a partir de las fotograf¨ªas de Centelles o de las obras de Juan Genov¨¦s, dos de mis mayores referentes. Ellos me dan ideas y lecciones para seguir aprendiendo.