Juana de Aizpuru, la galerista que se invent¨® Arco, comienza su retirada: ¡°Puede que me instale en Sevilla y me dedique a aprender a morir¡±
Figura esencial para el arte contempor¨¢neo espa?ol, la coleccionista liquida los fondos de su hist¨®rica galer¨ªa en Madrid
La mesa de trabajo de Juana de Aizpuru est¨¢ a rebosar de ramos de flores. Son tulipanes, camelias y lirios que le han enviado sus artistas (sus ni?os, dice ella) en cuanto se han ido enterando de que su galerista se retira. Con 90 a?os cumplidos y m¨¢s de 50 de intensa actividad, no entraba en sus planes la opci¨®n de jubilarse como ans¨ªa la mayor parte de los mortales. Juana de Aizpuru, una de las galeristas m¨¢s destacadas de Espa?a, mantiene todas sus facultades mentales en perfectas condiciones. El movimiento tampoco es un obst¨¢culo para ella, aunque haya tenido que sacrificar los tacones por unas elegantes deportivas rojas. Su carta de despido ha llegado en forma de un persistente ruido extra?o que se le ha alojado dentro de la cabeza, como un sif¨®n abierto que la tiene martirizada.
Sentada en su rinc¨®n habitual de su famoso local de la madrile?a calle Barquillo, Juana de Aizpuru cuenta que todo empez¨® hace poco m¨¢s de un mes. ¡°En la feria Estampa not¨¦ que los ruidos que ten¨ªa dentro de la cabeza me imped¨ªan atender a la gente y d¨ªas despu¨¦s, comiendo con los hijos de Miguel ?ngel Campano [el pintor madrile?o fue uno de los puntales de Aizpuru y ella gestiona su legado], tuve que salir del restaurante porque estaba enloqueciendo. Me vine a la galer¨ªa. Me recost¨¦ en la butaca y me dije que esto se acababa¡±.
La galerista extiende los brazos se?alando los luminosos espacios del local a la vez que con la voz rota dice que esto se acaba. ¡°Esto¡±, como ella dice, empez¨® en noviembre de 1970 con su primer local en Sevilla. Despu¨¦s vendr¨ªa Madrid, la creaci¨®n de la feria de Arco, la frustrada bienal de Sevilla y m¨¢s de 550 exposiciones con artistas por los que ella apost¨® y con la que ellos se comprometieron. En los primeros tiempos consigui¨® a Carmen Laff¨®n, Z¨®bel, Saura, Gerardo Rueda, Julio L¨®pez, Equipo Cr¨®nica. Luego fueron llegando Juan Mu?oz, Martin Kippenberger, Jiri Dokoupil, Joseph Kosuth o Miquel Barcel¨®, entre otros muchos.
Nadie supo resistirse a lo que Alberto Garc¨ªa-Alix califica como una personalidad irresistible. El fot¨®grafo pas¨® a formar parte de la galer¨ªa a finales de los ochenta, aunque ya se hab¨ªan conocido durante una de las primeras ediciones de Arco, cuando Garc¨ªa-Alix se dej¨® seducir por la imponente presencia de la galerista, una figura alta y sofisticada con un pelo rojo visible en la distancia. ¡°Ella es ¨²nica. Tiene una intuici¨®n y unos conocimientos que son dif¨ªciles de encontrar. En lo personal y en lo profesional, es una mujer excepcional¡±, remata el fot¨®grafo.
Mientras Aizpuru conversa con EL PA?S, su asistente le pasa llamadas ¡°urgentes¡± de algunos de los artistas entristecidos por un final que, pese a lo previsible, ninguno parec¨ªa esperar. Dora Garc¨ªa, Jordi Colom¨¦ o Rogelio L¨®pez Cuenca son algunos de los que llaman ¡°hechos polvo¡±, en palabras de la galerista. ¡°Tengo contratos con 31 artistas. Casi todos llevan conmigo m¨¢s de 40 a?os. Empezaron muy j¨®venes y mira d¨®nde est¨¢n. Todos son primeras figuras. Para m¨ª siempre ser¨¢n unos ni?os cuyo futuro no me preocupa porque se los van a rifar las galer¨ªas espa?olas y de fuera. Son buen¨ªsimos¡±.
La primera aproximaci¨®n de Juana de Aizpuru al mundo del arte contempor¨¢neo fue como coleccionista y a lo largo de los a?os no ha hecho m¨¢s que agrandar su colecci¨®n con lo que compraba a cada artista o con el sobrante de muchas exposiciones. Confiesa no haber tenido m¨¢s caprichos que el arte, aunque haya habido exposiciones que se ha comido al completo. De ello da fe Rogelio L¨®pez Cuenca, quien empez¨® con ella en Sevilla: ¡°En 1988 mostr¨® mi primera exposici¨®n individual [Proletarian Portrait], en la que, por cierto, no se vendi¨® nada, por lo que me tem¨ª que hasta ah¨ª hab¨ªa llegado lo nuestro. Unos meses m¨¢s tarde hicimos otra [Quartier Tatlin] en Madrid, que fue mejor recibida. Y hasta hoy¡. Muchos a?os, de modo que en nuestra relaci¨®n los v¨ªnculos afectivos no son en absoluto secundarios, sino muy centrales e indisociables del trabajo en com¨²n¡±.
Venta de su colecci¨®n
Aizpuru no precisa el n¨²mero de obras que posee repartidas entre la galer¨ªa, sus viviendas de Madrid y Sevilla y el almac¨¦n pr¨®ximo a la capital. No quiere donar ni regalar. Los casos de colegas como Helga de Alvear, que ha regalado un museo a C¨¢ceres, o de Soledad Lorenzo, que le dio su colecci¨®n al Museo Reina Sof¨ªa, no van con ella. Su cap¨ªtulo de donaciones se cerr¨® cuando regal¨® 26 obras al Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo de Sevilla. Y para no perder tiempo, esta misma semana recibe a un experto que representa a un banco del Pa¨ªs Vasco que est¨¢ muy interesado en adquirir la colecci¨®n. ¡°Le he preparado una selecci¨®n de 150 pinturas que son excepcionales. Veremos¡±.
Lamenta la galerista que ninguna de sus tres hijas (Cristina, Margarita y Concha) haya querido seguir con el negocio. ¡°Un d¨ªa reun¨ª a las tres y me contestaron que cuando heredaran, vender¨ªan cada una su parte de la colecci¨®n. Una pena. Para eso, tratar¨¦ de negociar yo con ellas. El archivo de la galer¨ªa se lo vend¨ª al Reina Sof¨ªa y se lo llevan en estos d¨ªas¡±, explica.
?Qu¨¦ tiempo se da de tr¨¢mites hasta cerrar las puertas definitivamente? ¡°Calculo que me queda un a?o de gestiones. Luego, lo m¨¢s probable es que me instale en mi casa sevillana y me dedique a cuidar de mis plantas y a charlar con la gente. Mi casa est¨¢ junto a una plaza preciosa llena de limoneros y son muchos los que se paran a charlar un rato. All¨ª aprender¨¦ a morir, porque yo siempre he pensado en vivir. Mi salud ha sido extraordinaria y siempre me he imaginado haciendo cosas. Creo que si no te jubilas a los 65, como hace la gente normal, ?c¨®mo vas a pensar en ello a los noventa? Yo hubiera querido seguir¡±.
?Qu¨¦ echar¨¢ de menos cuando se siente entre los limoneros? ¡°Toda esta vida que tengo, que consiste en dedicarme exclusivamente al arte¡±, responde Aizpuru. ¡°Lo que m¨¢s coraje me da es no viajar, no poder ir a las ferias. Si me pregunta cu¨¢l es mi favorita, le dir¨¦ que mis mejores recuerdos est¨¢n con la Feria de Ginebra (Suiza). Es peque?a, manejable y delicada con los artistas y galeristas. Arco, a la que este a?o ya no ir¨¦, se ha convertido en algo demasiado profesional y fr¨ªo. Interesa el dinero ante todo. Es importante, no digo que no, pero el arte no es cualquier objeto de consumo. Es otra cosa¡±.
Juana de Aizpuru, pionera del galerismo espa?ol, tiene un modelo muy claro como referente de su oficio, el galerista y coleccionista Ernst Beyeler. ¡°Muri¨® con la misma galer¨ªa modesta que hab¨ªa tenido siempre en Basilea y nunca quiso instalarse en una gran ciudad como Nueva York para enriquecerse como hacen otros muchos¡±. Pero de quien se siente m¨¢s pr¨®xima es del galerista y mecenas franc¨¦s Aim¨¦ Maeght, quien en sus espacios de Par¨ªs, Saint Paul de Vence y Barcelona procuraba que los artistas tuvieran la tranquilidad y los medios que necesitaran para la creaci¨®n de sus obras.
De los coleccionistas que ha conocido a lo largo de los a?os, lamenta decir que est¨¢n muertos casi todos. ¡°Es un mundo que ha cambiado mucho. Antes quer¨ªan escuchar mi opini¨®n, pero ahora vienen clientes a la galer¨ªa acompa?ados de un arquitecto o de un interiorista que decide con base en c¨®mo quiere decorar sus paredes. No todo es as¨ª, pero es una tendencia que se est¨¢ imponiendo¡±.
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