Itamar Vieira, retratista de la esclavitud contempor¨¢nea: ¡°Por igualdad, debemos tratar a los desiguales de manera desigual¡±
El escritor brasile?o retrata la lucha por el arraigo de unos campesinos descendientes de esclavos sin permiso para arraigar
Todo campesino brasile?o, fuera blanco o indio, ten¨ªa una tierra natal, un lugar al que regresar cuando las cosas se torc¨ªan en haciendas riqu¨ªsimas en bienes y pobr¨ªsimas en sueldo. Todos salvo los negros, los descendientes de esclavos, que no conoc¨ªan el camino de regreso. Este es el planteamiento de Arado torcido, de Itamar Vieira Junior (publicado en espa?ol por Pepitas de Calabaza), un libro apabullante por la fiereza de sus gentes, sus problemas, sus realidades y la b¨²squeda de un arraigo all¨¢ donde no te dejan arraigar.
Destinados a hacerse chamizos de barro en campos ajenos y a volverlos a levantar cuando los devoraban las riadas, este fue el mayor derecho que se atrevieron a reivindicar: el de reconstruir sus paredes de adobe arrastradas por las lluvias, pero jam¨¢s de ladrillo, mamposter¨ªa, cer¨¢mica ni cualquier otro material que pudiera considerarse fijo. Porque estaba prohibido permanecer. Y porque al prohibirse la esclavitud pasaron a llamarse ¡°trabajadores¡± o ¡°moradores¡±, pero siguieron siendo esclavos. Su desarraigo, por tanto, fue doble, eterno: de su origen y del lugar de sus moradas.
¡°Esta historia est¨¢ inspirada en la realidad¡±, responde Vieira Junior (Salvador, 1979) por correo electr¨®nico desde Brasil. ¡°La esclavitud dej¨® profundas huellas en nuestra sociedad y estas marcas se sienten y nos dividen hasta el d¨ªa de hoy¡±.
Y es que este libro narra una historia de antes de ayer o, m¨¢s concretamente, del siglo XX. Desde el aviso que lanza su propio t¨ªtulo, Arado torcido nos sumerge en la tortuosa historia de una familia descendiente de esclavos a trav¨¦s de la mirada de dos hermanas tan unidas como enfrentadas por un accidente ocurrido a partir de una travesura com¨²n: una de ellas perdi¨® la lengua, la otra se salv¨®. Una enmudece, la otra habla. A trav¨¦s de ellas, Vieira recorre la dureza del trabajo esclavo casi contempor¨¢neo y la entrega de toda la familia a la hacienda de unos millonarios que, en cuanto no les convenga el negocio, querr¨¢n vender.
Pregunta. Ha elegido a dos mujeres que conjugan la suerte y la desgracia, el habla y el silencio. La que ha quedado muda ha aprendido a luchar en solitario y nos comunica buena parte de la historia. ?Por qu¨¦ eligi¨® a estas dos narradoras?
Respuesta. Porque el colonialismo releg¨® a las mujeres al silencio y la desigualdad. Creo que la literatura debe arrojar luz sobre las mujeres, sobre aquellas que permanecen invisibles.
P. Narra una enorme precariedad en la vida de esos campesinos: la sequ¨ªa, el trabajo infantil, el analfabetismo. ?Eso sigue vigente? ?Acaso no conocemos la realidad de Brasil?
R. Brasil es un pa¨ªs de profundas desigualdades. Es com¨²n encontrar personas trabajando en situaciones de esclavitud y experimentando los efectos nocivos del cambio clim¨¢tico.
¡°El miedo hab¨ªa atravesado el tiempo y formaba parte de nuestra historia desde siempre¡±, reza la novela. ¡°Era el miedo de quien fue arrancado de su tierra. Miedo de no resistir la traves¨ªa por tierra y mar. Miedo de los castigos, de los trabajos, del sol abrasador, de los esp¨ªritus de aquella gente. Miedo de desplazarse, miedo de desagradar, miedo de existir. Miedo de que no gustaras t¨², o lo que hac¨ªas, que no gustara tu olor, tu pelo, tu color. Que no gustaran tus hijos, los c¨¢nticos, nuestra hermandad¡±.
Este es el tono de un libro que ha sido llevado al teatro por Christiane Jatahy en una obra representada hace pocos meses en Madrid y que tambi¨¦n enfoca el fuerte peso de los antepasados y los sanadores, una figura que Vieira Junior, ge¨®grafo y doctor en Estudios ?tnicos y Africanos por la Universidad de Bah¨ªa, modela aqu¨ª con el respeto de quien conoce bien su papel: esos sanadores, relata, son ¡°l¨ªderes espirituales que transmiten consuelo a su comunidad, pero tambi¨¦n l¨ªderes pol¨ªticos porque organizan y mantienen unidas a las personas en un contexto de gran adversidad¡±.
P. ?Escuchamos suficientemente a las comunidades afroamericanas? ?Qu¨¦ debemos reparar a¨²n en la historia de la esclavitud?
R. Siglos de esclavitud crearon una clasificaci¨®n de la vida y su valor (las vidas que valen m¨¢s y las que valen menos) que nunca ha sido deconstruida. Creo que hoy los negros tienen m¨¢s voz y espacio para exigir igualdad. Pero el principio de igualdad dice que debemos tratar a los desiguales de manera desigual. Se necesitan pol¨ªticas de reparaci¨®n y tiempo para revertir la inmensa brecha social que ha surgido entre blancos y negros.
Sus protagonistas, los blancos y los negros, librar¨¢n batallas que los sanadores no podr¨¢n afrontar. Porque el asesinato, el crimen y la explotaci¨®n acompa?ar¨¢n las manos vac¨ªas de quien ni siquiera puede aspirar a arraigar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.