La verdad sobre Salvador Puig Antich y un polic¨ªa muerto en Barcelona
El periodista Manuel Calder¨®n reconstruye en ¡®Hasta el ¨²ltimo aliento¡¯ los hechos que precipitaron la ejecuci¨®n del anarquista hace ahora medio siglo
Eran dos hombres armados. Salvador Puig Antich, militante revolucionario, cay¨® en una emboscada de la polic¨ªa, que lo esperaba en el bar de la calle Consejo de Ciento (Barcelona) donde se hab¨ªa dado cita con dos compa?eros de lucha. No se dej¨® atrapar, ofreci¨® una resistencia con la que no contaban los agentes, que a duras penas lograron introducirle en el portal contiguo, donde se inici¨® un forcejeo a vida o muerte. Ya en el suelo, logr¨® echar mano de una Astra 9 mil¨ªmetros que escond¨ªa en el pantal¨®n. Hubo dispar...
Eran dos hombres armados. Salvador Puig Antich, militante revolucionario, cay¨® en una emboscada de la polic¨ªa, que lo esperaba en el bar de la calle Consejo de Ciento (Barcelona) donde se hab¨ªa dado cita con dos compa?eros de lucha. No se dej¨® atrapar, ofreci¨® una resistencia con la que no contaban los agentes, que a duras penas lograron introducirle en el portal contiguo, donde se inici¨® un forcejeo a vida o muerte. Ya en el suelo, logr¨® echar mano de una Astra 9 mil¨ªmetros que escond¨ªa en el pantal¨®n. Hubo disparos cruzados. Uno impact¨® contra la escalera, dejando un orificio apreciable a d¨ªa de hoy, y otros tres alcanzaron el cuerpo del subinspector Francisco Anguas, que falleci¨® antes de llegar al hospital Cl¨ªnico. Ten¨ªa 24 a?os. Uno menos que el anarquista, ejecutado apenas cinco meses despu¨¦s, el 2 de marzo de 1974, en el garrote vil de la dictadura.
El periodista Manuel Calder¨®n traza en Hasta el ¨²ltimo aliento (Tusquets) las trayectorias de Salvador y Francisco que convergen en su tr¨¢gico encuentro. En librer¨ªas desde el 6 de marzo, la novela le va valido a su autor el Premio Comillas de Historia, Biograf¨ªa y Memorias. ¡°Ten¨ªan m¨¢s en com¨²n de lo que uno pudiera pensar¡±, explica Calder¨®n en su casa de Madrid. Los Puig Antich eran seis hermanos. Salvador pertenec¨ªa a una familia acomodada del barrio G¨®tico de Barcelona y lleg¨® a empezar Econ¨®micas. Acusado de la muerte de Anguas, permaneci¨® cuatro meses en la c¨¢rcel Modelo en r¨¦gimen de aislamiento, a la espera de un consejo de guerra que finalmente lo conden¨® a la pena capital. Los libros que guard¨® en la celda 443, y que fueron devueltos a su familia, revelan intereses dispares, nada alineados con la ortodoxia izquierdista de la ¨¦poca. All¨ª estaba En busca del tiempo perdido (1908), de Marcel Proust, ¡°considerada entonces una novela burguesa¡±, apostilla Calder¨®n. O La interpretaci¨®n de los sue?os (1900), de Freud.
Tampoco Anguas se presta a estereotipos. Era el primero de cuatro hijos de un guardia civil que tuvo que pluriemplearse para sacarlos adelante. Cuando en Sevilla se fund¨® Radio Taxi, mont¨® la emisora y ejerci¨® como uno de sus primeros locutores. La familia viv¨ªa en la barriada de El Tard¨®n de Triana, cuna de flamencos y entonces tambi¨¦n centro neur¨¢lgico del menudeo, lo que llenaba de dilemas morales al joven Francisco, miembro de la Brigada de Estupefacientes. Dejar de perseguir a amigos y conocidos fue el motivo principal de su marcha a Barcelona. All¨ª sigui¨® cultivando su amor por el cine, ¡°y se hizo un experto en la obra de Fran?ois Truffaut¡±, cuenta Calder¨®n. Cruzaba a Perpi?¨¢n con frecuencia para ver pel¨ªculas prohibidas en Espa?a, como La dolce vita (1960) de Federico Fellini o El ¨²ltimo tango en Par¨ªs (1972), de Bernardo Bertolucci. Atesor¨® incontables libros, empezando por la biograf¨ªa que Francisco Aranda escribi¨® sobre Luis Bu?uel.
El subinspector Anguas no formaba parte de la Brigada Pol¨ªtico-Social en Barcelona, sino de la Criminal, un departamento que tambi¨¦n investigaba robos en sucursales bancarias como los practicados por el Movimiento Ib¨¦rico de Liberaci¨®n (MIL), al que pertenec¨ªa Puig Antich. ¡°La polic¨ªa tard¨® en darse cuenta de que ten¨ªan motivaciones ideol¨®gicas¡±, asegura Calder¨®n, y solo entonces se form¨® para perseguirlos un grupo espec¨ªfico con agentes de distintas procedencias. El relato de Hasta el ¨²ltimo aliento se sustenta en el expediente del sumario, custodiado en una caja fuerte del Gobierno Civil de Barcelona. Los legajos describen con multitud de detalles la breve historia de la organizaci¨®n, su osad¨ªa juvenil, los pisos francos, la propaganda antiautoritaria de inspiraci¨®n situacionista. Aunque lo sucedido en la calle Consejo de Ciento es todav¨ªa objeto de m¨²ltiples interpretaciones.
Dif¨ªcilmente Salvador pudo hacer su primera declaraci¨®n en el Cl¨ªnico, adonde fue tambi¨¦n trasladado tras el tiroteo. Ten¨ªa la boca reci¨¦n atravesada por un disparo de la polic¨ªa, seg¨²n recoge Salvador Puig Antich, caso abierto (2015), de Jordi Panyella. El m¨¦dico que extrajo las balas del cuerpo de Anguas asegur¨® a Calder¨®n que lleg¨® a contar cinco orificios, y no tres, aunque entonces no lo transmiti¨®, ya que se trataba de un ¨¢rea espec¨ªfica de los forenses. Que Anguas fue v¨ªctima de fuego amigo es el resquicio legal al que se acogi¨® la defensa y lo que todav¨ªa defiende la familia. El periodista no entra en disquisiciones: ¡°Me limito a contar los que se sabe, no a hacer fabulaciones. Los compa?eros de Salvador me confirmaron que lo del sumario era verdad¡±. Tampoco valora los intentos de la justicia argentina de reabrir el caso y extraditar al entonces ministro Jos¨¦ Utrera Molina, quien revis¨® la pena, as¨ª como al auditor militar Carlos Rey, presente en el consejo de guerra y una de sus fuentes.
Juan Carlos Anguas y Carme Puig Antich, hermanos de los fallecidos, colaboraron en la elaboraci¨®n del libro, junto a los tres principales supervivientes del MIL, que creen que Puig Antich dispar¨® porque vio opciones reales de huir. ¡°De haberse rendido, probablemente en tres a?os habr¨ªa salido a la calle con la amnist¨ªa¡±, opina Calder¨®n. Si su libro escamotea las irregularidades procesales, tiene la virtud de entrar de lleno en la vida clandestina de los revolucionarios. Refleja la alternancia entre las extremas medidas de seguridad y los errores que precipitaron su detenci¨®n. Fue Puig Antich quien protagoniz¨® el peor de esos deslices en el Caspolino, un peque?o parque de atracciones donde se hab¨ªa dado cita con su compa?ero Xavier Garriga para descifrar juntos instrucciones llegadas desde Tolousse, la otra base del grupo. Jugaron al futbol¨ªn para disimular y, tras el encuentro, Salvador olvid¨® all¨ª una bolsa con todo lo que la polic¨ªa necesitaba para darles caza.
Hab¨ªa dos pistolas, documentaci¨®n falsa con sus fotograf¨ªas reales, un telegrama y varios juegos de llaves. La Brigada anti-MIL no tuvo ni que tirar abajo las puertas de sus pisos francos. Era el principio del fin. Despu¨¦s de aquello, los distintos miembros de la organizaci¨®n fueron cayendo uno a uno. Calder¨®n sostiene que les perdi¨® cierto clasismo. ¡°Ven¨ªan de familias m¨¢s acomodadas. Consideraban a los polic¨ªas unos matados, incapaces de hacer su trabajo, pero lo hicieron¡±. Surgido al calor de Mayo del 68 y otras guerrillas urbanas como la Baader-Meinhof (Alemania) o las Brigadas Rojas italianas, el grupo nunca lleg¨® a superar la docena de militantes. ¡°Vivieron doblemente aislados. Por un lado, por las din¨¢micas propias de la lucha armada y, por otro, porque no pon¨ªan el foco en la dictadura, eran anticapitalistas, lo cual los alejaba del resto de la izquierda¡±, abunda el periodista.
Calder¨®n se aventura a decir que Francisco y Salvador quer¨ªan cambiar de vida, pero que no les dio tiempo. El primero meditaba si matricularse en la Universidad Central para estudiar Filosof¨ªa, incluso lleg¨® a darse un paseo por el campus. El segundo ya hab¨ªa mostrado dudas ideol¨®gicas a algunos compa?eros de la organizaci¨®n. Pas¨® tres meses en Suiza, alejado de toda actividad pol¨ªtica, pero regres¨® tras la detenci¨®n de Oriol Sol¨¦ Sugranyes, que tres a?os despu¨¦s protagoniz¨® la fuga de la c¨¢rcel de Segovia y muri¨® abatido en Burguete (Navarra). Los dem¨¢s huidos, la mayor¨ªa miembros de ETA, lograron sobrevivir. ¡°No me interesa nada el revisionismo¡±, sostiene el periodista. ¡°Solo he querido contar esta historia con todas sus piezas, para que no haya muertos de primera y de segunda¡±.