Guy Debord, el te¨®rico revolucionario que inspir¨® las barricadas y diseccion¨® la sociedad del espect¨¢culo
La reedici¨®n de una biograf¨ªa can¨®nica obra del fil¨®sofo Anselm Jappe recupera la figura del que fuera l¨ªder de la Internacional Situacionista
Si Guy Debord (1931-1994) levantara la cabeza y viera un mundo mediatizado por internet pensar¨ªa, como siempre pens¨®, que hab¨ªa dado en el clavo. ¡°El Espect¨¢culo¡±, escribi¨®, ¡°no es un conjunto de im¨¢genes sino las relaciones entre las personas mediatizadas por im¨¢genes¡±. Eso es Instagram. Pero el Espect¨¢culo es m¨¢s que eso.
El implacable cr¨ªtico de la sociedad del espect¨¢culo (como se titul¨® su obra m¨¢s importante) y conflictivo l¨ªder la Internacional Situacionista, fundada en 1957, describi¨®, cuando todav¨ªa no hab¨ªa internet ni se la esperaba (pero s¨ª publicidad, consumo y medios de comunicaci¨®n de masas), una sociedad en la que las personas viv¨ªan alejadas de su propia vida, alienadas por lo espectacular, m¨¢s como espectadoras que como participantes de un mundo completamente mercantilizado. Una vida que no era real y que era preciso subvertir.
Sobre la obra y legado del pensador franc¨¦s trata el ensayo ya can¨®nico Guy Debord, de Anselm Jappe, reeditado recientemente por la editorial Pepitas de Calabaza, despu¨¦s de haber sido publicado por primera vez en espa?ol por Anagrama, en 2006. Debord, de quien se dice que despert¨® m¨¢s inter¨¦s en los c¨ªrculos policiales que en los acad¨¦micos, soberbio, genial y radical, ha visto (es un decir, porque se dispar¨® en 1994, como relat¨® entonces el dramaturgo Fernando Arrabal en este peri¨®dico) c¨®mo su legado se ha propagado en forma banalizada (por ejemplo, compar¨¢ndolo con las redes sociales, como al principio), que es, a juicio de Jappe, la manera m¨¢s eficaz de desactivarlo.
¡°La ¡®sociedad del espect¨¢culo¡¯ se ha convertido en una expresi¨®n de moda, utilizada en los contextos m¨¢s diversos y a menudo sin tener idea de qui¨¦n es el autor o qu¨¦ hizo¡±, opina el autor. Porque el Espect¨¢culo no es solo el poder de los medios de comunicaci¨®n, la hegemon¨ªa de las redes sociales o la ¡°espectacularizaci¨®n de la informaci¨®n¡± en animadas tertulias televisivas con banda sonora de pel¨ªcula de acci¨®n, sino un concepto mucho m¨¢s amplio. ¡°Se refiere a cualquier situaci¨®n en la que la mayor¨ªa de las personas est¨¢n condenadas a contemplar pasivamente a otras que viven y deciden por ellas¡±, explica Jappe. Sucede en el consumo, donde la mercanc¨ªa reemplaza la vida real, o en la pol¨ªtica, la religi¨®n o el arte: la representaci¨®n reemplaza la realidad vivida.
La Internacional Situacionista
El situacionismo bebi¨® de las fuentes de Marx, del marxismo occidental (Lukacs, Gramsci), pero tambi¨¦n de las vanguardias art¨ªsticas que lo precedieron, como el dada¨ªsmo o el surrealismo; de ah¨ª su gusto por el juego, el humor, la tergiversaci¨®n, la experiencia urbana, el tiempo libre, la abolici¨®n del trabajo o las ¨ªnfulas por la superaci¨®n del arte y su integraci¨®n en la vida cotidiana. De hecho, buena parte de sus miembros proced¨ªan del mundo del arte y la cultura, como Asgern Jorn, Constant, Giuseppe Pinot-Gallizio, Michelle Bernstein o Raoul Vaneigem, autor este ¨²ltimo del otro gran texto situacionista: Tratado del saber vivir para uso de las j¨®venes generaciones (Anagrama). Se un¨ªa as¨ª el deber de cambiar el mundo, de Marx, con el deber de cambiar la vida, de Rimbaud.
¡°Los situacionistas argumentaron que la alienaci¨®n ha penetrado en todos los aspectos de la vida¡±, escribe la pensadora Sadie Plant en El gesto m¨¢s radical. La Internacional Situacionista en la ¨¦poca posmoderna (Errata Naturae), es decir, ¡°la gente queda apartada y alienada, no solo con respecto a los bienes que produce y consume, sino tambi¨¦n con respecto a sus propias experiencias, emociones, creatividad y deseos¡±. Curiosamente todo esto surge en el momento m¨¢s dulce que el capitalismo ha conocido, en la hegemon¨ªa socialdem¨®crata y la creaci¨®n del Estado de Bienestar europeo, cuando el crecimiento econ¨®mico es sostenido y las desigualdades sociales se liman notablemente. Pero los situacionistas no se dejan obnubilar por los evidentes logros del sistema. ¡°Todo el mundo sabe que la calefacci¨®n de gas no le har¨¢ sentirse m¨¢s en casa, los perfumes no dan la felicidad eterna y las vacaciones no hacen realidad los sue?os de nadie¡±, escribe Plant.
En su af¨¢n por ¡°construir situaciones¡± (momentos de liberaci¨®n creativa en la vida diaria), el situacionismo utiliz¨® t¨¦cnicas que han pasado a la posteridad como caracter¨ªsticas del movimiento, como la deriva psicogeogr¨¢fica, ese vagabundeo por la ciudad guiado ¨²nicamente por el influjo de los ambientes y registrando el impacto emocional y psicol¨®gico que genera la urbe, o el d¨¦tournement (o desv¨ªo, para algunos, tergiversaci¨®n), consistente en la toma de im¨¢genes, textos o elementos culturales preexistentes para alterarlos subvirtiendo su significado original, socavando as¨ª la cultura dominante (una t¨¦cnica nada extra?a hoy en la agresiva discusi¨®n pol¨ªtica de las redes sociales: en los memes).
Cuando Debord public¨® La sociedad del espect¨¢culo, en 1967 (hay una edici¨®n espa?ola en Pre-Textos), quer¨ªa ofrecer, en estilo algo cr¨ªptico y sentencioso, un corpus te¨®rico situacionista para los ¡°disturbios¡± por venir. Esos ¡°disturbios¡± no tardar¨ªan en llegar, en mayo del 68, cuando los j¨®venes se ponen a buscar la playa bajo los adoquines y donde el ideario situacionista cobr¨® relevancia e impregn¨® muchos de los lemas po¨¦ticos m¨¢s conocidos. As¨ª, su influencia, sobre todo el an¨¢lisis sobre la alienaci¨®n que se escapa de las relaciones de producci¨®n para afectar a toda la sociedad, tendr¨ªa importancia en otros movimientos como la contracultura, la autonom¨ªa italiana o el punk (Malcolm McLaren, uno de sus primeros art¨ªfices, manager de los Sex Pistols, a finales de los 70, era adepto situacionista).
Despu¨¦s se dio un giro de guion: siguiendo a Bolstanki y Chiapello en El nuevo esp¨ªritu del capitalismo (Akal), muchas de aquellas ideas sesentayochistas de imaginaci¨®n, creatividad y autonom¨ªa individual fueron tergiversadas y servidas en bandeja por el capitalismo neoliberal. Hoy son clave en la publicidad o en las llamadas al emprendimiento creativo: la cr¨ªtica al sistema se convirti¨® en el sistema mismo, demostrando la sorprendente capacidad de adaptaci¨®n del capitalismo, experto en absorber disidencias para ponerlas a su servicio.
Tambi¨¦n Debord ha sido de inter¨¦s para autores de espacios ideol¨®gicos nada afines, como Mario Vargas Llosa, de convicciones fuertemente liberales, que en su libro La civilizaci¨®n del espect¨¢culo (Alfaguara) tiraba de mimbres debordianos: ¡°El libro de Debord contiene hallazgos e intuiciones que coinciden con algunos temas subrayados en mi ensayo, como la idea de que reemplazar el vivir por el representar, hacer de la vida una espectadora de si? misma, implica un empobrecimiento de lo humano¡±, escribi¨® el Nobel hispanoperuano.
En Espa?a hubo una fuerte ola situacionista en los a?os 90. ¡°Fue al calor de las iniciativas antiglobalizaci¨®n que aglutinaban una gran variedad de movimientos de ¨ªndole y procedencia diversos, pero con el trasfondo del zapatismo y sus nuevas formas de practicar la revuelta¡±, explica Luis Navarro, art¨ªfice del Archivo Situacionista Hispano y la editorial Literatura Gris, dedicada a esta corriente. Hasta entonces, seg¨²n cuenta, las ideas situacionistas solo hab¨ªan circulado de forma clandestina: fotocopias, ediciones piratas, circuitos marginales. ¡°Era una ideolog¨ªa que pod¨ªa inspirar y servir como referencia para el movimiento aut¨®nomo y de okupaci¨®n¡±, explica Navarro; un movimiento en auge en aquellos a?os. Todo aquello se fue difuminando despu¨¦s del atentado de las Torres Gemelas, en 2001. Despu¨¦s se registr¨® alguna oleada fugaz, como ocurri¨® en torno al 15M. Pero, de alguna manera, sigue vivo. ¡°Creo que la ret¨®rica de Debord ha envejecido tan bien como los vinos que le gustaba ingerir¡±, a?ade el experto.
El mito de Debord
Guy Debord, un hombre menudo y con gafas, supo convertir su figura en algo legendario, transformando su vida de revolucionario apasionado e implacable, pues no le temblaban las manos a la hora de expulsar con frecuencia a miembros de la Internacional, en un mito. Se gan¨® fama de bebedor irredento y firme defensor de la borrachera: ¡°Ni yo ni la gente que ha bebido conmigo nos hemos sentido avergonzados en ning¨²n momento por nuestros excesos¡±, escribi¨®.
¡°Nunca apareci¨® en p¨²blico, no tuvo cargos oficiales, era de dif¨ªcil acceso. Se expres¨® ¨²nicamente a trav¨¦s de sus propios medios, como sus libros o la revista de la Internacional Situacionista. Supo luchar contra el Espect¨¢culo de una forma nada espectacular¡±, dice Jappe. ¡°Su tono orgulloso y altivo contrasta con la cultura del lamento que a menudo prevalece en la actualidad¡±. De igual manera que denunci¨® a la sociedad espectacular y mercantil por impedir el acceso a la ¡°vida real¡±, afirm¨® haber vivido su propia vida como una aventura y una obra de arte. ¡°Yo dir¨ªa que Debord era buena persona, quiz¨¢ ten¨ªa mal genio y una conciencia excesiva que hac¨ªa su compa?¨ªa dif¨ªcilmente soportable¡±, dice Navarro. ¡°Su leyenda forma parte de la tradici¨®n del arte moderno, en su versi¨®n rom¨¢ntica, y ¨¦l se preocup¨® de dejarla bien amarrada con sus escritos, sus ambig¨¹edades, sus supuestas gestas y su suicidio¡±.
Espa?a fue el primer pa¨ªs en el que el libro de Jappe tuvo difusi¨®n gracias a una editorial de ¨¢mbito nacional y prestigio como Anagrama. Hab¨ªa inter¨¦s en Espa?a por Debord, y viceversa. El vecino al sur de los Pirineos respondi¨® a la constante fascinaci¨®n de Debord, que hab¨ªa traducido a poetas tradicionales como Jorge Manrique o desenterrado a un poeta maldito casi desconocido como Alonso ?lvarez de Soria. ¡°De Espa?a le fascinaba tanto la revoluci¨®n anarquista de 1936 como su lengua o el car¨¢cter que se atribu¨ªa a sus habitantes. En los a?os 70, incluso compr¨®, por un precio simb¨®lico, ?un castillo en ruinas en Castilla!¡±, recuerda Jappe.
Pocos a?os antes de morir, con su habitual seguridad y soberbia, Debord escribi¨®: ¡°Me enorgullezco de ser un raro ejemplo contempor¨¢neo de alguien que ha escrito sin ser inmediatamente contradicho por lo sucedido¡±. Y tambi¨¦n: ¡°No me cabe duda de que la confirmaci¨®n que todas mis tesis reciben deber¨ªa durar hasta el fin de siglo y m¨¢s all¨¢. La raz¨®n es sencilla: he comprendido los factores que constituyen el Espect¨¢culo¡±.
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