Ram¨®n Masats, el maestro indiscutible
Has sido grande por no prever casi nada y obtener de puro instinto im¨¢genes que revolucionaron la forma de la narraci¨®n visual
Hace tiempo que tem¨ªa este momento. Sin duda, tu marcha ha sido el ¨²nico acto que no has decidido t¨². S¨¦ que lo esperabas, pero seguro que te ha sorprendido. Has cocinado tu vida desde una absoluta independencia, un profundo descreimiento y una inteligente iron¨ªa con la que negociabas tus desencantos. Para la parroquia fotogr¨¢fica has sido el maestro indiscutible, para tus hijos, El jefe,...
Hace tiempo que tem¨ªa este momento. Sin duda, tu marcha ha sido el ¨²nico acto que no has decidido t¨². S¨¦ que lo esperabas, pero seguro que te ha sorprendido. Has cocinado tu vida desde una absoluta independencia, un profundo descreimiento y una inteligente iron¨ªa con la que negociabas tus desencantos. Para la parroquia fotogr¨¢fica has sido el maestro indiscutible, para tus hijos, El jefe, y para tu mujer, El inmortal, ya que disfrutabas tanto que era imposible que pasaras a mejor vida. Has sido un buen cocinero y un exquisito gourmet, has vaciado bodegas de cava, has provocado escasez de bacalao y has sabido compartir los placeres con tus amigos.
Nunca diste importancia a credo alguno, evitabas los discursos y las teor¨ªas que exigen credenciales de militancia. Has sabido valorar el silencio, el tuyo propio y el de los dem¨¢s y, aunque de lejos, has mirado siempre de frente. Te has refugiado en los libros, has le¨ªdo m¨¢s de lo que recuerdas y has creado im¨¢genes que ya forman parte de la historia de la fotograf¨ªa patria. No has sido universal porque este pa¨ªs es peque?o en la promoci¨®n de su cultura, y adem¨¢s tu irreductible independencia nunca entendi¨® de banderas ni de patrias. Tal vez por eso has sido madrile?o en Catalu?a y catal¨¢n en Madrid, por mucho que sintieras despedirte de este mundo sin haber podido exponer tu obra en tu querida Barcelona. Pobres, est¨¢n equivocados, no saben que fuiste s¨®lo tuyo y de tu querido sur, un perfecto anarco-nazar¨ª hedonista y socarr¨®n, que se emocionaba lo mismo por un cal?ot que por un langostino de Huelva. Eso s¨ª, nunca te pude hacer cambiar de equipo, eso s¨ª que era una religi¨®n. Te lo inculc¨® tu padre, cuando de su mano ibas al Camp Nou. S¨®lo una vez reconociste pasi¨®n desmedida cuando tu padre calificaba de juego viril las patadas indiscriminadas de cierto defensor blaugrana.
Incondicional de los carqui?olis de tu Caldes natal, apegado a tu querida hermana y a la literatura de Josep Pl¨¢, irreductible, sin embargo, en tu pasi¨®n por vivir de la fotograf¨ªa y abandonar el destino deseado por tus padres como heredero del negocio familiar.
Me gusta recordarte nadando en tu querido Cadaqu¨¦s, enfundado en tu m¨ªnima braga n¨¢utica, empujando un peque?o chinchorro en el que viajaban tu mujer y las viandas que nos alegraban el verano en tu llaut. Potente el corpach¨®n del atleta que fuiste, brillando al sol los rizos de tu pelo blanco, casi n¨ªveo, y siempre con el purito en la boca, exhalando humo, tim¨®n en mano.
Aquellas tardes eran para las im¨¢genes, prepar¨¢bamos tu pr¨®xima exposici¨®n, pero pasabas continuamente de tu fotograf¨ªa a las vistas que ofrec¨ªa el peque?o balc¨®n del apartamento. Con prism¨¢ticos en tu mano derecha y un gin tonic en la izquierda, te despistabas con el trasiego vespertino de ni?as bien, hijas de la gauche divine, ombligo al aire, comme il faut. Puro placer para la vista.
Sobre la fotograf¨ªa, ninguna teor¨ªa, ning¨²n consejo que aspirase a axioma magistral. Aborrec¨ªas el adorno, amabas la concreci¨®n, te dirig¨ªa la intuici¨®n. Fuiste rotundo en eso, ocupabas el extremo opuesto a la subjetividad elaborada con pretensiones art¨ªsticas. Has sido grande por no prever casi nada y obtener de puro instinto im¨¢genes que revolucionaron la forma de la narraci¨®n visual. Con ellas enhebraste tu particular discurso de iron¨ªa silenciosa, de cr¨ªtica silente. Dibujaste un retrato certero del pa¨ªs que te toc¨® vivir y, sobre todo, fuiste generoso con el oficio. Se?alabas a Paco G¨®mez y a Chema Madoz como los m¨¢s relevantes de sus respectivos tiempos, admirabas a muchos m¨¢s y valorabas generosamente al resto. Sab¨ªas lo que hac¨ªas, no en vano fuiste el m¨¢s profesional de aquella generaci¨®n que hoy se extingue. Abrazaste un oficio sin sueldo para vivir con libertad e independencia f¨¦rrea, para exprimir la vida a golpe de decisi¨®n intuida, nunca elaborada.
Recuerdo los atardeceres en Casa Anita y la fruici¨®n con la que convert¨ªas los lenguados en dibujo picassiano. Aquellas noches terminaban en la playa con tu stracciatella en la mano, y largas rajadas sobre lo humano y lo divino, el pecado y la carne. Humo va, humo viene.
Vaya, me puede la nostalgia, ese sentimiento que t¨² odiabas. Y, sin embargo¡
Gracias por tu magisterio y, sobre todo, gracias por tu amistad, querido Ram¨®n.
La fotograf¨ªa de este pa¨ªs te debe una, aunque t¨² no lo creas.