Muere el fot¨®grafo Ram¨®n Masats, maestro de la mirada ir¨®nica, a los 92 a?os
Premio Nacional en 2004, era uno de los autores m¨¢s grandes de la fotograf¨ªa espa?ola y el miembro m¨¢s destacado del grupo que renov¨® esta disciplina art¨ªstica en Espa?a a mediados del siglo XX
Ram¨®n Masats es el autor de una de las im¨¢genes ic¨®nicas de la Espa?a de Franco, la que muestra a un seminarista intentando detener un chut de otro religioso, volando en horizontal con la sotana. Religi¨®n y f¨²tbol. Una imagen de 1960 que casi sintetizaba aquel pa¨ªs. ¡°?El cura!¡±, recordaba hastiado Masats de una fotograf¨ªa por la que siempre le preguntaban y que forma parte de la colecci¨®n del MoMA neoyorquino. Masats fue siempre m¨¢s all¨¢ de la mera documentaci¨®n de la sociedad, su car¨¢cter est¨¢ en sus fotograf¨ªas, el de una iron¨ªa que dibujaba sonrisas e invitaba a quedarse varios segundos delante de cada imagen, en definitiva, la demostraci¨®n de que era un autor. Con su fallecimiento este lunes en Madrid a los 92 a?os, desaparece, sin exagerar, uno de los m¨¢s grandes de la historia de la fotograf¨ªa nacional ¡ªsu compa?ero de generaci¨®n Carlos P¨¦rez Siquier lo calificaba como ¡°el Cartier-Bresson espa?ol¡±¡ª y el m¨¢s destacado del grupo que la renov¨® a partir de los a?os cincuenta del siglo pasado desde distintas ciudades y colectivos. Su familia ha informado de que los restos mortales de Masats estar¨¢n en el Tanatorio M30 (Madrid).
Sin embargo, la historia de Masats en la fotograf¨ªa se hab¨ªa detenido hace a?os, tras un encargo sobre la ciudad de Cuenca, un libro publicado en 2007. Para entonces hab¨ªa perdido la ilusi¨®n de mirar por el visor, ¡°como un amor que se acaba¡±, dec¨ªa. Tambi¨¦n su f¨ªsico le confirm¨® aquel adi¨®s a las c¨¢maras. ¡°Pas¨¦ de mirar por la c¨¢mara a mirar al suelo para no darme una hostia¡±, contaba con su habitual retranca este hombre alto, corpulento ¡ªen su juventud practic¨® el atletismo¡ª y con bigot¨®n y melena blanca alborotada. Ram¨®n siempre aseguraba que era un vago, que en realidad lo que le gustaba era leer, aunque nunca pedanteaba de sus lecturas. ¡°Trabajaba como una mula para poder ser luego un vago¡±, comentaba.
Nacido en la localidad barcelonesa de Caldes de Montbui, en 1931, el destino trazado por su padre para ¨¦l no era el de los l¨ªquidos del laboratorio, sino el hereu del negocio familiar de pescado salado en el mercado del Born (Barcelona), en el que recordaba que los vecinos se refugiaban cuando ca¨ªan las bombas durante la Guerra Civil.
Fue durante el servicio militar, en los numerosos ratos muertos, cuando empez¨® a ojear revistas como Arte fotogr¨¢fico, que le despertaron el inter¨¦s por la fotograf¨ªa y por ¡°sisar¡± a su padre dinero para reunir la cantidad para una c¨¢mara. ¡°Le dije que me hab¨ªa tocado en una t¨®mbola¡±, contaba. ¡°Cuando se enter¨®, me dio una hostia¡±. Aquel pecado posibilit¨® que Ram¨®n empezara a tomar fotos familiares. Se acerc¨® al c¨ªrculo fotogr¨¢fico del Casino de Comercio de Terrassa, donde su familia hab¨ªa trasladado el negocio. All¨ª se present¨® a un concurso de fotograf¨ªa sobre animales y tuvo la idea de hacer un primer plano del lomo de una vaca. Una divertida provocaci¨®n que no fue entendida.
Su verdadero inter¨¦s siempre fue ¡°la fotograf¨ªa humana¡±, reconoc¨ªa. ¡°Solo quer¨ªa ense?ar lo que me encontraba¡±, que era mucha hambre y pobreza. ¡°Si quer¨ªas miseria ten¨ªas la que quisieras¡±. Nunca hizo sangre de aquellas gentes. Empez¨® en 1952, la ¨¦poca del ¡°salonismo¡±, como defini¨® Oriol Maspons, amigo y compa?ero de generaci¨®n, al ambiente rancio en el que, a?o tras a?o, los mismos fot¨®grafos hac¨ªan el mismo tipo de fotos carcas para exponerlas en los mismos salones.
Masats pudo ser el primer espa?ol en ingresar en la m¨ªtica agencia Magnum, donde llev¨® sus fotos y gustaron, pero le pidieron que hiciera un reportaje. Para ello necesitaba dinero, se lo dijo a su padre y este se lo neg¨®. Y ah¨ª acab¨® su aventura parisiense. No obstante, decidi¨® probarse en los Sanfermines en Pamplona, en 1956. Pas¨® esos d¨ªas sin beber y entre un grupo de mozos para conseguir un libro probablemente a¨²n hoy no superado sobre la gran fiesta, publicado en 1963. D¨¦cadas despu¨¦s, en 1998, comparti¨® cartel con el cr¨ªtico taurino de EL PA?S, Joaqu¨ªn Vidal, en el libro Toro.
Aquellas fotos de los Sanfermines le abrieron la posibilidad de empezar a colaborar con la prestigiosa revista Gaceta ilustrada, pero como la publicaci¨®n ya ten¨ªa en Barcelona colaboradores, decidi¨® irse a Madrid en 1957. ¡°Ya volver¨¢s¡±, le dijo su padre. Y no volvi¨®. Un cr¨ªtico de entonces declar¨® al ver sus fotos: ¡°Ha ca¨ªdo del cielo¡±.
En la capital, Ram¨®n frecuent¨® la Real Sociedad Fotogr¨¢fica (RSF) y de ah¨ª cuaj¨® un grupo que compart¨ªa la costumbre de quedar los domingos para tomar unos vinos y luego hacer fotos cada uno por su lado, que ¨¦l mismo bautiz¨® como La Palangana. Eran los Onta?¨®n, Paco G¨®mez, Cuallad¨®... La RSF lo nombrar¨ªa a?os despu¨¦s socio de honor.
Tambi¨¦n fue miembro del llamado Grupo Afal (Asociaci¨®n Fotogr¨¢fica Almeriense y nombre tambi¨¦n de la revista que publicaban P¨¦rez Siquier y Jos¨¦ Mar¨ªa Artero). Afal dio a conocer fot¨®grafos que desde distintos puntos de Espa?a compart¨ªan las ganas de contar la realidad.
Mientras su buen ojo consigue un encargo tras otro en prensa, gracias a su amistad con Carlos Saura, con el que comparti¨® horas de p¨®quer, tuvo acceso al rodaje de Viridiana, de Luis Bu?uel, en 1961. Repetir¨ªa ese a?o en la superproducci¨®n El Cid, de la que dej¨® una genial secuencia en la que Charlton Heston se va despojando del traje de caballero poco a poco para darse un chapuz¨®n en la playa.
Su fotograf¨ªa se consolid¨® como un retrato de los t¨®picos espa?oles, pero sin hacer las im¨¢genes t¨ªpicas, sino con una mirada lateral. Su instinto r¨¢pido y su humor lograban un ¨¢ngulo sorprendente, para convertir algo cotidiano en extraordinario. ¡°Mis fotos no tienes que mirarlas mucho para saber de qu¨¦ van, son evidentes¡±.
Aparte de la ic¨®nica foto del cura (encargo de Gaceta ilustrada), en la que pidi¨® a sus protagonistas que repitieran la escena hasta una veintena de veces, otra de sus fotos m¨¢s conocidas es Tomelloso (1960), en la que se ve a una anciana aplicando un producto insecticida en el suelo de su casa en una zigzagueante raya.
Tambi¨¦n dej¨® dos im¨¢genes de Franco. En una, el rostro del dictador queda oculto, mientras lee un discurso, por los micr¨®fonos y la carpeta que sostiene los papeles. Lo que se ve, la gorra, el faj¨ªn¡ componen una estampa que remite a El gran dictador, de Chaplin. La otra fue un retrato por encargo de la Caja de Ahorros de Huelva en 1964 que le hizo en El Pardo y en el que, con la dificultad de medir la luz por ser un d¨ªa de claros y oscuros, acab¨® con una escena surrealista en la que el dictador le iba avisando: ¡°Que sale el sol¡±, ¡°que vienen nubes¡±. El resultado fue un retrato con una mancha de luz de forma f¨¢lica apuntando a la cabeza del ¡°general¨ªsimo¡±.
Igualmente, fue pionero de un formato que por desgracia desapareci¨® pronto. Libros con fotograf¨ªa y textos de autores de primera que lanz¨® la editorial Lumen. De ah¨ª surgi¨® el magistral Neutral corner (1962), en el que Ignacio Aldecoa puso letra a las im¨¢genes del mejor cine negro que tom¨® Ram¨®n de gimnasios infectos de Madrid, con contraluces y figuras difuminadas de aspirantes a una gloria forjada a golpes. Luego repiti¨® con Viejas historias de Castilla La Vieja (1964), con Miguel Delibes. Esta vez fue primero el texto, pero Delibes le llev¨® en coche a los lugares que ¨¦l cre¨ªa necesarios.
A mediados de esa d¨¦cada, con la popularizaci¨®n de la televisi¨®n, Masats vio en aquel nuevo lenguaje un atractivo. Realiz¨® documentales y pel¨ªculas, como El que ense?a, sobre un maestro de pueblo. En 1970 lleg¨® la surrealista Topical Spanish, con guion de Chumy Ch¨²mez, en la que un seminarista dejaba los h¨¢bitos para meterse en un grupo yey¨¦. ¡°Funcion¨® tan mal, que ya no quise hacer otra¡±, admiti¨®.
Al a?o siguiente, dirigi¨® para Televisi¨®n Espa?ola el documental Insular, sobre los paisajes de Lanzarote, con m¨²sica de Luis de Pablo. Una rareza que le cost¨® a ¨¦l y al director de esa cadena la llamada del entonces director general de TVE, Adolfo Su¨¢rez: ¡°Como volv¨¢is a hacer otra mariconada como esa, os echo¡±.
A comienzos de los ochenta retorn¨® a la fotograf¨ªa, ya en color, lo que no le supuso problemas. Nunca comulg¨® con ¡°la nostalgia del blanco y negro¡±. Hizo entonces m¨¢s de una veintena de libros para la editorial Lunwerg, con Juan Carlos Luna y Carmen Garc¨ªa al frente. Ello le permiti¨® fotografiar paisajes, monumentos, gentes y rincones de toda Espa?a. Su estilo se hace m¨¢s abstracto, se fija en las manchas de diferentes tonos para componer im¨¢genes en las que juega con sus formas.
Con el cambio de siglo, Masats se cans¨® de la fotograf¨ªa. Es a partir de entonces cuando le llegan los reconocimientos, el Nacional de fotograf¨ªa en 2004, exposiciones, desde la retrospectiva en el C¨ªrculo de Bellas Artes, en 1999; hasta la de Tabacalera, en Madrid, en 2020; homenajes, como en los Encuentros fotogr¨¢ficos de Gij¨®n; una tesis doctoral, El roble en el p¨¢ramo, de Jaime Fuster P¨¦rez, en 2007. Hoy sus im¨¢genes est¨¢n en el Museo Reina Sof¨ªa, la Academia de Bellas Artes o el Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo, entre otros.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas le acompa?¨® su segunda esposa, Paloma, de la que contaba c¨®mo se hab¨ªa acercado a ella. ¡°Era la vecina de arriba y cuando coincid¨ªa con su hija en el ascensor le preguntaba: ?Tu pap¨¢ no est¨¢?¡±. Y en los ¨²ltimos tiempos revis¨® su archivo junto al tambi¨¦n fot¨®grafo Chema Conesa y su hija, Sonia, para rescatar peque?as joyas. Se ha ido Ram¨®n Masats, quien, como dijo Caballero Bonald, pose¨ªa ¡°el distintivo de maestro¡±. Queda el consuelo de su obra (¡°parece que mis fotos siguen gustando¡±, se?alaba en la entrevista que concedi¨® hace un a?o a este peri¨®dico) y el recuerdo de su generosidad hacia quienes tuvimos la suerte de conocerlo.
Babelia
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