Richard Hell: las desdichas del castigador
Las indiscreciones en cuestiones de cama ya no son una prerrogativa exclusivamente masculina
Debo advertir que la columna de hoy pivota sobre trapos y sexo. No es un aviso de rutina: a pesar de lo que cabr¨ªa imaginar, abundan los musiqueros que se sulfuran si enfocamos el arte de la canci¨®n a trav¨¦s de los prismas de la moda y el erotismo. En el presente caso, urge prescindir del puritanismo. Resumo: se ha convertido en un (modesto) best seller el librito A Year on Earth with Mr. Hell, cr¨®nica de la relaci¨®n, esencialmente sexual, entre un hist¨®rico del punk rock neoyorquino, Richard Hell, y una mujer nacida en Corea pero crecida en Estados Unidos, Young Kim, que ejerce de narradora.
Hell pas¨® por grupos de leyenda ¡ªTelevision, los Heartbreakers de Johnny Thunders¡ª hasta formar banda propia, Richard Hell and the Voidoids, con la guitarra puercoesp¨ªn de Robert Quine. El negocio del rock comportaba demasiadas tentaciones qu¨ªmicas y termin¨® recicl¨¢ndose en escritor, columnista, conferenciante. Hell nunca vendi¨® discos en cantidades industriales pero abri¨® caminos. Actuando en 1974, fascin¨® a un ingl¨¦s llamado Malcolm McLaren, por su pelo cortado a tijeretazos y la ropa desgarrada, sujeta con imperdibles. ¡°Esas son las prendas que deber¨ªamos vender en mi boutique de Londres¡±. Y no solo inspiraci¨®n indumentaria: detect¨® el nihilismo en Blank Generation, tema que cantaba Hell (¡°pertenezco a la generaci¨®n en blanco¡±). Con esos mimbres, McLaren esbozar¨ªa un grupo explosivo, los Sex Pistols, que viraliz¨® la actitud punk antes de que adquiriera ideolog¨ªa.
Fabuloso embaucador, McLaren conseguir¨ªa fama y fortuna como productor musical, artista discogr¨¢fico y creador visual. Y otras mil aventuras, aunque lo que nos interesa es que, a finales del siglo pasado, coincidi¨® en Par¨ªs con una estudiante coreana de dise?o, Young Kim. Ya no se separaron hasta la muerte de Malcom, en 2010. Kim fue designada heredera universal del difunto, que incluso se olvid¨® de su ¨²nico hijo, nacido de su relaci¨®n con Vivienne Westwood.
As¨ª que hay cierta inevitabilidad en el hecho de que Kim, musa de McLaren, termine seduciendo a alguien que tambi¨¦n ejerci¨® de inspirador para Malcolm. Es ella qui¨¦n se aproxima a Hell; sin embargo, Richard se mete en el campo minado al sugerirle que escriba detalladamente sobre sus vivencias carnales conjuntas. Kim no se conforma con eso (en verdad, ¨²nicamente hubo cuatro refriegas amorosas): cuenta los encuentros previos, los intercambios de correos electr¨®nicos, la preparaci¨®n de regalos significativos, la ropa que se pone. De fondo, la vida en la jet set del arte contempor¨¢neo, de Basel a Venecia, con paradas en Par¨ªs y Nueva York.
Richard Hell no pod¨ªa imaginar que esos textos se convertir¨ªan en un libro. A Year on Earth with Mr. Hell evoca, en dise?o y tama?o, los tomos de Olympia Press, la editorial parisina que publicaba erotismo y literatura experimental. Hell no apreci¨® el gui?o bibliogr¨¢fico: se considera v¨ªctima del ¡°porno de venganza¡±, esa pr¨¢ctica deplorable en la que un amante despechado hace circular fotos o grabaciones ¨ªntimas.
No es una gran defensa. En sus memorias de los a?os musicales, I Dreamed I Was a Very Clean Tramp (2013), Hell alardeaba de sus episodios sexuales con muchas famosas del downtown rockero. Pero ahora ha cambiado el paradigma: las indiscreciones en cuestiones de cama ya no son una prerrogativa mayormente masculina.
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