Taylor Swift o el talento de hacernos brillar
La cantante rein¨® en Madrid con un espect¨¢culo arrollador, a ratos hortera como el algod¨®n de az¨²car, pero siempre intenso y avasallador, y nos hizo a todas cabalgar sobre el viento musical
Una de las inquietantes maravillas de un concierto masivo es que una entra como individuo para disolverse en multitud. As¨ª que, si usted tiene alg¨²n af¨¢n aristocratizante y cree que pertenece a una minor¨ªa en riesgo de extinci¨®n, abst¨¦ngase de ir a un concierto de Taylor Swift: la tribu que encontrar¨¢ all¨ª no es la suya. El efecto disolvente se multiplica al recibir en la entrada una pulsera que brillar¨¢ m¨¢s tarde en medio de la oscuridad, cuando el t¨¦cnico de turno juegue durante el espect¨¢culo con esa peque?a luz que irradia de decenas de miles de mu?ecas, coordinando su ritmo e intensidad con la m¨²sica y alimentando una verdadera y fascinante org¨ªa emocional.
Lo pensaba al escuchar Champagne Problems y observar c¨®mo Swift modulaba magistralmente el ¨¦xtasis provocado por su solitaria y sentida interpretaci¨®n al piano. Ah¨ª estaba ella, la artista frente a ¡°the crowd¡±, la multitud, como ella misma se dirig¨ªa a nosotras, miles de yoes diluidos en una epatante nebulosa de luci¨¦rnagas que se mezclaba con la neblina de lavanda que parec¨ªa perfumarnos a todas desde Lavender Haze, otra de sus canciones. Los gritos de las j¨®venes y adolescentes que se grababan a s¨ª mismas repitiendo las letras de Swift (cantando realmente con ella) son tambi¨¦n el reflejo exacto del poder de esa otra c¨¦lebre canci¨®n, Bejeweled, donde la artista confiesa que, a pesar de echar de menos a su antiguo amante, ¡°echa m¨¢s de menos brillar¡±. Cuando una mujer vestida con lentejuelas canta ¡°No me di cuenta de que estabas pisoteando mi paz mental / Usando los zapatos que te regal¨¦¡± pero tambi¨¦n ¡°Todav¨ªa puedo hacer que todo el lugar brille¡±, es imposible no quererla.
Durante el apabullante espect¨¢culo, Swift aparece, curiosamente, como una reinona que abre su coraz¨®n en una sucesi¨®n de confesiones donde nos descubre su vulnerabilidad. El hecho de que no sea una gran bailarina la hace parecer m¨¢s aut¨¦ntica, como ese azoramiento tan veros¨ªmil con el que se dirige a sus fans. No tiene la presencia imponente de Beyonc¨¦ en el escenario, y por eso juega con esa ambig¨¹edad de perdedora que se hace a s¨ª misma, como describe en Anti-Hero: ¡°Mirar¨¦ directamente al sol pero nunca al espejo¡±. Y, sin embargo, todo, absolutamente todo lo que la rodea est¨¢ pensado para hacerla brillar. Desde el relato ¨¦pico de c¨®mo se ha hecho soberana frente al poder de las discogr¨¢ficas que la han hecho millonaria hasta c¨®mo ha transformado el bullying del rapero Kanye West resurgiendo cual ave f¨¦nix, envuelta en culebras y reapropi¨¢ndose del insulto, con Look What You Made Me Do, single de una de sus obras m¨¢s apabullantes: Reputation. Pero suena Delicate y, de nuevo, es imposible no quererla cuando, desde el escenario y con ese estilo suyo tan goofy, confiesa que, cuando tu reputaci¨®n est¨¢ tan baja, solo queda que nos quieran por lo que somos. Y todas, artista, p¨²blico, pulseras y swifties, palpitamos como un solo coraz¨®n.
Un estudiante que me hab¨ªa pedido con 15 d¨ªas de antelaci¨®n salir antes de un examen para no perderse el concierto, me dijo que no hab¨ªa m¨¢s misterio que ese: c¨®mo ella convierte en historias hermosas muchas situaciones en las que es f¨¢cil reconocerse. Todas son distintas, pero al mismo tiempo variaciones sobre un mismo tema: ella misma. ¡°No la intelectualices ni la reduzcas a la caricatura del t¨ªpico producto del feroz capitalismo¡±, me advert¨ªa otro amigo. Porque lo cierto es que hay contadores de historias que, como los viejos trovadores, son capaces de dar con ese algo que no ocurre tan a menudo, que pensemos: pone palabras a algo que yo tambi¨¦n he vivido. Por eso no deja de ser gracioso que la pregunta que nos hacemos todos mientras no paramos de hablar de ella es, precisamente, por qu¨¦ solo se habla de ella.
Adem¨¢s de ser ambiciosa, trabajadora y astuta, Swift ha sabido explotar su talento como narradora, cont¨¢ndonos en The Archer, por ejemplo, que ¡°ha sido arquero y presa¡±, o c¨®mo nadie quer¨ªa jugar con ella cuando era ni?a, como nos canta en Mastermind: ¡°He estado tramando como un criminal desde entonces¡±. Su m¨²sica es sencilla, primaria, con estribillos sim¨¦tricos, org¨¢nicos, ordenados, con los que sabe crear una tensi¨®n ac¨²stica limpia porque son f¨¢ciles de escuchar: llegan cuando tu o¨ªdo te lo est¨¢ pidiendo. Los recursos musicales est¨¢n subordinados a sus historias, a su obsesi¨®n por la aprobaci¨®n externa o a c¨®mo vive la relaci¨®n con alguien que le hace luz de gas, como describe en Dear John: ¡°Y viv¨ª en tu juego de ajedrez / Pero cambiaste las reglas todos los d¨ªas¡±. El bullying, su primer crush, las diferentes etapas de una relaci¨®n madura¡ son m¨¢s universales que la globalizaci¨®n misma, aunque muchas de esas situaciones parezcan precisamente eso: champagne problems (problemas del champ¨¢n). Tambi¨¦n se ha atrevido con la salud mental (Who¡¯s Afraid of Little Old Me?), el c¨¢ncer de su madre (Soon You?ll Get Better) e incluso con alg¨²n posicionamiento pol¨ªtico (You Need to Calm Down o The Man) donde deja claro que el poder es dinero, pero tambi¨¦n influencia.
La chica intensa de Pensilvania vestida con botas de cowboy repletas de brillantina describe el amor con colores ¡ªa veces es rojo, otras, dorado¡ª y habla de las heridas de guerra de su coraz¨®n con letras concretas y sencillas, demostrando conocer al dedillo los arcanos del pop. Hay, desde luego, hallazgos sorprendentes, como en Cruel Summer y ese ¡°siempre estoy esperando que est¨¦s esperando abajo¡±, o como en la conceptual Lover, donde nos lanza c¨¢ndidamente: ¡°Podr¨ªamos dejar las luces de Navidad encendidas hasta enero¡±. Ocurre tambi¨¦n en la interminable All Too Well, que hace que las luces de mi mu?eca brillen y que un ¨¦xtasis rosa y feliz reine sobre el Santiago Bernab¨¦u: ¡°Y me llamas de nuevo solo para romperme como una promesa¡±, coreamos todas. Pero sobre todo est¨¢ su bell¨ªsima Willow, de su autodenominada ¡°era Folklore¡±, en la que salta del indie al folk para crear una atm¨®sfera embrujada que recre¨® sobre el escenario, vestida de azul como un hada y movi¨¦ndose al ritmo de un punteo guitarrero mientras nos cuenta que ¡°la vida era un sauce y se inclinaba hacia tu viento¡±. Porque lo cierto es que Taylor Swift rein¨® ayer en Madrid con un espect¨¢culo arrollador, a ratos hortera como el algod¨®n de az¨²car, pero siempre intenso y avasallador, y nos hizo a todas cabalgar sobre el viento musical de la brillantina para, por un instante, cantar con ella desde la multitud: I can still make the whole place shimmer (todav¨ªa puedo hacer que todo este lugar brille).
Babelia
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