Los toros (y el p¨²blico), una ruina
Mansa, blanda y muy descastada corrida de Adolfo Mart¨ªn con la que cumplieron los toreros, jaleados por un p¨²blico cada vez m¨¢s festivo y triunfalista en una tarde lluviosa
Se anunciaba una corrida del muy prestigioso hierro de Adolfo Mart¨ªn y toda ella se precipit¨® por la catarata de la invalidez y la falta de casta. Una ruina. Se llen¨® la plaza, m¨¢s 21.000 personas, seg¨²n el dato de la empresa, y su comportamiento jaranero turbar¨ªa a cualquier aficionado que por all¨ª anduviera. Otra ruina.
El festejo se deslizaba por los molestos derroteros de un calor sofocante, el sopor que produce el aburrimiento y la amargura del fracaso cuando en el cuarto toro comenzaron a caer unas gotas anunciadas por unos grandes nubarrones que presagiaban lo que sucedi¨®. Y de repente la corrida cambi¨® de color.
?ngel Otero clav¨® un brillante segundo par de banderillas, sorteando con oficio el recorte del toro que lo puso en un serio aprieto. Arreci¨® la lluvia, y se produjo la desbandada en los tendidos, porque nadie hab¨ªa venido con el paraguas protector.
Toma Ferrera la muleta, traza un par de muletazos limpios con la mano derecha y se escucharon unos largos y emocionados ol¨¦s que no correspond¨ªan ni por asomo a lo que suced¨ªa en la mojada arena. Cuando a¨²n persist¨ªa el eco del ¨²ltimo alboroto, el toro se desplom¨® a todo lo largo de su anatom¨ªa y se vivi¨® la escena deprimente del subalterno tirando del rabo para animarlo a recuperar la verticalidad. Algunos gritaron entonces aquello de ?toro, toro!, al tiempo que el torero intentaba aprovechar la clase de su oponente al que volvieron a fallarle las fuerzas una y otra vez. Nobil¨ªsimo era el animal, y algunos muletazos resultaron limpios, pero no emocionantes, como pretend¨ªan expresar los ol¨¦s fuera de tono. Como buen torero de su ¨¦poca, Ferrera alarg¨® la faena innecesariamente entre una persistente lluvia, con los tendidos vac¨ªos y los espectadores refugiados en las gradas y andanadas.
Cuando avisaron la salida del quinto, Escribano se dispuso a cruzar el ruedo para plantarse de rodillas en los medios y recibir al toro con una larga cambiada, suerte que ya hab¨ªa repetido en su primero, que se le par¨® antes del encuentro y lo puso en apuros. En esta ocasi¨®n, sali¨® airoso de la suerte e, incluso, pudo dibujar tres ver¨®nicas muy aceptables a un toro descarado y astifino, tan blando como los dem¨¢s. Al igual que en el otro, puso banderillas con su oficio habitual y desigual ejecuci¨®n, e inici¨® la faena de muleta con un pase cambiado por la espalda, instantes antes de que el toro se desplomara mientras el p¨²blico, envalentonado por la lluvia, que ca¨ªa con fuerza, cantaba la gesta del torero. Hubo una voltereta sin consecuencias, lo que aument¨® la intensidad de los ol¨¦s a los medios muletazos que el desfondado toro permiti¨® a un entregado torero. La estocada cay¨® trasera, pero afloraron los pa?uelos en los altos de la plaza ¡ªel resto de los espectadores hab¨ªa huido¡ª, la petici¨®n fue mayoritaria, pero el presidente no concedi¨® el trofeo y se gan¨® con raz¨®n una ruidosa bronca.
Aplac¨® la tormenta en el sexto, muchos volvieron a sus asientos, y Garrido tambi¨¦n se gan¨® unos ol¨¦s en su airoso esbozo a la ver¨®nica. Noble era ese animal y embest¨ªa humillado, pero era tan descastado como sus hermanos, y a pesar de que hubo muletazos limpios y estimables, la impresi¨®n resultante es que, a pesar del exagerado ¨¢nimo de la grada, la labor del torero no levant¨® el vuelo.
Nada pudieron hacer los toreros en sus primeros toros, tristes como dolientes de un funeral de tercera, sin fortaleza y sin casta.
Una debacle torista que la mayor¨ªa del p¨²blico quiso enmascarar con un triunfalismo exagerado que no hizo m¨¢s que a?adir m¨¢s ruina a la que trajeron los toros.
Mart¨ªn / Ferrera, Escribano, Garrido
Toros de Adolfo Martín, desiguales de presentación, astifinos, mansos, muy blandos y muy descastados.
Antonio Ferrera: pinchazo y bajonazo (silencio); -aviso-, dos pinchazos, estocada y tres descabellos (ovación).
Manuel Escribano: estocada algo caída (ovación); estocada trasera y desprendida (petición mayoritaria y vuelta al ruedo).
José Garrido: estocada baja y dos descabellos (silencio); estocada baja (ovación).
Plaza de Las Ventas. 6 de junio. Vigésimo cuarta corrida de la Feria de San Isidro. Lleno (21.168 espectadores, según la empresa).
Babelia
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