El t¨ªo Bruce y la prima Taylor
Hay mucho m¨¢s que une a la estrella del pop y al rockero, que han coincidido en Espa?a, de lo que los podr¨ªa separar
Estas ¨²ltimas semanas hemos vivido un nuevo cap¨ªtulo de la eterna batalla entre los que se compraron una casa porque no ten¨ªan Netflix y jam¨¢s volaron a Bolonia un finde semana con Ryanair y los que se autoproclaman la generaci¨®n m¨¢s preparada de la historia, a pesar de que van a vivir peor que sus padres, culpables, por cierto, de casi todos sus males. En esta ocasi¨®n, el debate no ha sido propiciado por los alquileres imposibles ni por lo artr¨ªtico del mercado laboral. Ha sucedido a cuenta de la visita con apenas un par de semanas de diferencia de Taylor Swift y Bruce Springsteen, dos iconos musicales que han servido para que la facci¨®n masculina de la armada boomer se riera de las chicas que supuestamente llevaban pa?ales para aguantar horas sin perder el sitio en la primera fila de los conciertos de la de Pensilvania y el contingente femenino swiftie respondiera mof¨¢ndose de todos aquellos se?ores que deber¨ªan ya considerar a su edad llevar pa?ales, sobre todo, si van a pasar m¨¢s de tres horas fuera de casa. Pero lo cierto es que hay mucho m¨¢s que une a Taylor Swift y Bruce Springsteen de lo que los podr¨ªa separar.
La batalla ha sido profundamente rid¨ªcula y, los argumentos, rematadamente pedestres. ¡°Que, a ver, Taylor Swift, no puede ser tan famosa si yo (?yo!) no he escuchado ning¨²n tema suyo. Y bueno, como te dec¨ªa, no he escuchado nada de ella, pero ahora te voy a contar lo que pienso de la cantante¡±. Todo el mundo parec¨ªa tener alguna teor¨ªa para justificar su ¨¦xito, un pensamiento rompedor que arrojaba luz y daba el caso por cerrado. ¡°Que, a ver, ser¨¢ que estoy mayor, pero esto no es m¨²sica ni nada¡±. S¨ª, Jos¨¦ Luis, est¨¢s mayor, eso es lo ¨²nico sensato que has dicho en meses y deja ya de mandar esos comentarios cada vez que se publica algo sobre un artista que no conoces, que con cada oraci¨®n pierdes m¨¢s vida que con un paquete de Camel. ¡°Pero si no sabe bailar¡±. Pues claro que no sabe bailar, pero, parafraseando a Morrissey, deber¨ªas verla tocar el piano.
El disfraz y la ilusi¨®n. Eso es lo que ten¨ªa en com¨²n el p¨²blico de ambos conciertos. Unos con sus pulseras, sus lentejuelas, sus flecos; los otros con sus camisetas de ancestrales giras de Springsteen
Y luego, claro, los otros, lo que creen que hasta que llegaron ellos aqu¨ª nadie sab¨ªa divertirse. Que todos los que critican a cualquier icono pop actual es porque son unos tristes y unos amargados, mis¨®ginos o envidiosas, en este particular. Dardos envenenados con caf¨¦ de especialidad lanzados por gente que dice amar la m¨²sica, pero tiene menos curiosidad que un koala, que cree firmemente que el ¨¦xito es lo ¨²nico que justifica el talento, que ha convertido las listas de ¨¦xito en una suerte de Ibex 35: las monitorizan para asegurarse de defender siempre al m¨¢s fuerte, no vaya a ser que cambie algo en este mundo perfecto en el que, incluso d¨¢ndose de baja de Disney Plus, no les va a dar para independizarse hasta los 40. En fin, triste pero entretenido, como una pel¨ªcula de ?ric Rohmer.
El disfraz y la ilusi¨®n. Eso es lo que ten¨ªa en com¨²n el p¨²blico de ambos conciertos. Unos con sus pulseras, sus lentejuelas, sus flecos, su maquillaje de fantas¨ªa y el pijama de Taylor en el v¨ªdeo de You Belong With Me. Los otros, con sus camisetas de ancestrales giras de Springsteen, sus pa?uelos rojos, sus camisetas de otros artistas de rock, porque en sus estertores, el rock ya no cuenta apenas con matices, es un monolito, y en su defecto, esas otras camisetas de la broma, tan amadas por cierta facci¨®n de hombres de mediana edad ¡ªlos que se r¨ªen de sus chistes, hacen las comillas con los dedos y llaman a la cuenta la dolorosa¡ª y que con el logo de los Ramones sustituyen el nombre de la banda por palabras como Raciones o Jamones, o el de Pink Floyd y en vez de Wish You Were Here en la el¨¢stica se lee Wish You Were Beer. Alguien que lleva esto no puede mofarse de alguien que va con un pijama y doscientas pulseras a un concierto. Y viceversa. Porque ser rid¨ªculo y que no te importe, es clave para pasarlo bien, tengas la edad que tengas. Todo lo dem¨¢s es silencio. Y aqu¨ª hemos venido por el ruido.
Tras cada disco, son millones los voluntarios para acompa?ar esa noche de vuelta a casa a Taylor. Y ¨¦l, desde esa capacidad para contar historias de perdedores, con sus coches, sus chicas, el tipo de los pollos de Filadelfia que ayer se cargaron
Era la primera cita en un estadio con Taylor y tal vez la ¨²ltima de Bruce con la E Street Band. Dos personajes que, cada uno a su manera, han cimentado su ¨¦xito en la capacidad de empatizar con su p¨²blico, en ser figuras cercanas, en fin, amigos y confidentes, a pesar de que sus vidas en nada se parecen a las de sus fans, y si ma?ana te rompes un brazo d¨¦jame dudar de que vayan a ser Taylor o Bruce los que te hagan la compra y te acompa?en al traumat¨®logo. Han sido muchos los artistas que han intentado y logrado esto, pero muy pocos, tal vez solo ellos, lo han conseguido en la inmensidad de un estadio de f¨²tbol. Ella desde la confidencia generacional de la narraci¨®n casi en tiempo real de su vida, con un discurso el¨¢stico que, cuando se pone demasiado dram¨¢tico, casi siempre encuentra la frase para destensar.
Te identificas con ella, pero tambi¨¦n la quieres, que no le pase nada malo. Tras cada disco, son millones los voluntarios para acompa?ar esa noche de vuelta a casa a Taylor. Y ¨¦l, desde esa capacidad para contar historias de perdedores, con sus coches, sus chicas, el tipo de los pollos de Filadelfia que ayer se cargaron y aquellos d¨ªas de gloria que ya no volver¨¢n, pero que cuando los recuerdas a¨²n te arrancan esa sonrisa tonta. M¨¢s protegido en lo confesional que Taylor, porque ¨¦l no creci¨® en la era de la autoficci¨®n y de la capacidad de convertirse en marca. Y tambi¨¦n de la clase social, de cierto poso obrero que hoy suena rar¨ªsimo, casi impostado, pero que hubo un tiempo, cuando los culpables de nuestros males llevaban traje ¡ªahora creemos que son los que nos salvaran de nuestros males¡ª, en que hab¨ªa cierta conciencia de clase en la m¨²sica, y con sus grietas y su saneada cuenta corriente, Bruce la represent¨®. Nadie, solo tal vez Bob Dylan y Billy Bragg, cont¨® historias como Bruce. Nadie hasta que lleg¨® Taylor Swift. Que el bosque de las lentejuelas no nos impida ver el ¨¢rbol en el que ha tallado su nombre la protagonista de Betty.
El disgusto que le dio Springsteen a Reagan cuando result¨® que ¡®Born in the USA¡¯ no iba de lo que el presidente cre¨ªa: y la decepci¨®n republicana actual al constatar que su chica blanca hetero no es el ariete contra la cultura ¡®woke¡¯ que tan bien les hubiera ido
Siempre pensamos que la m¨²sica era m¨¢s divertida que la vida, porque en la vida todo es pol¨ªtica, mientras que en la m¨²sica casi todo es sexo. Y vete aqu¨ª que, mirando atr¨¢s y al frente, tenemos a dos iconos que lo han logrado sin vender sexo ¡ªa ver, que el sexo est¨¢ tambi¨¦n muy bien, la mejor manera de ocupar la hora de la siesta¡ª, hasta el punto de que no hay mayor ordinariez hoy en el mundo que hacer un comentario l¨²brico sobre Swift. Ah¨ª, curiosamente, Bruce es quien s¨ª se ha sexualizado un poco m¨¢s, sobre todo en la ¨¦poca de Born In the USA. Porque, al final, hay formas de perder a un amigo: compartir piso, ir de viaje y acostarse juntos. Podemos estar tranquilos, ninguna de las tres nos va a suceder con ninguno de estos dos. Esta amistad va a durar.
Y para acabar, la pol¨ªtica. El disgusto que le dio Springsteen a Reagan cuando result¨® que Born in the USA no iba de lo que el presidente cre¨ªa: y la decepci¨®n republicana actual al constatar que su chica blanca hetero no es el ariete contra la cultura woke que tan bien les hubiera ido. Un s¨ªntoma de ¨¦xito es la capacidad para decepcionar a quien debes decepcionar.
En fin, que Springsteen haga una versi¨®n de But Daddy I Love You Him. Que Taylor se haga un Racing in the Street. Y la paz en el mundo.
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