Luz sobre los reyes de la noche: Jennifer Ackerman ilumina la vida y la historia cultural de los b¨²hos
La naturalista estadounidense dedica su nuevo libro a las extraordinarias y misteriosas rapaces nocturnas
¡°Cuando escucho su grito resonando en el bosque, y luego los cinco gr¨¢nulos de su ulular cayendo como piedras en el aire, s¨¦ que estoy de pie en el borde del misterio¡±. Las palabras de Mary Oliver sobre los b¨²hos son una buena introducci¨®n para conversar con la popular especialista en p¨¢jaros Jennifer Ackerman, que tanto admira a la poeta estadounidense y que dedica su ¨²ltimo libro a estas aves con fama de extra?as y oscuras, y a las que se les achaca presagiar la muerte. Ackerman (Omaha, Nebraska, 64 a?os), bien conocida en Espa?a por ...
¡°Cuando escucho su grito resonando en el bosque, y luego los cinco gr¨¢nulos de su ulular cayendo como piedras en el aire, s¨¦ que estoy de pie en el borde del misterio¡±. Las palabras de Mary Oliver sobre los b¨²hos son una buena introducci¨®n para conversar con la popular especialista en p¨¢jaros Jennifer Ackerman, que tanto admira a la poeta estadounidense y que dedica su ¨²ltimo libro a estas aves con fama de extra?as y oscuras, y a las que se les achaca presagiar la muerte. Ackerman (Omaha, Nebraska, 64 a?os), bien conocida en Espa?a por El ingenio de los p¨¢jaros, publica ahora, de nuevo en Ariel, La sabidur¨ªa de los b¨²hos (en Cosset¨¤nia en catal¨¢n), subtitulado, ¡°una historia natural de las aves m¨¢s enigm¨¢ticas del mundo¡±. Con su aspecto misterioso, sus cabezas grandes y redondas y sus ojos que miran al frente, los b¨²hos son unos de los animales m¨¢s reconocibles del mundo (desde el jerogl¨ªfico egipcio al icono del pegamento UHU). Pero, ?qu¨¦ se sabe en realidad de ellos aparte de que su grito acostumbra a helar la sangre en la noche y su fugaz e inesperada aparici¨®n fantasmag¨®rica llena de un arcano desasosiego?
En el libro, la naturalista sumerge al lector en el apasionante mundo de esas criaturas a menudo vilipendiadas y temidas (e incomprendidas), a las que se tiene en muchas culturas por portadoras de malos augurios y se las persigue con sa?a, pero que son tambi¨¦n s¨ªmbolo de sabidur¨ªa y motivo de fascinaci¨®n (y de creaci¨®n art¨ªstica: le encantaban a Picasso). Como ha hecho con otras aves, Ackerman explica las ¨²ltimas, asombrosas novedades cient¨ªficas y descubrimientos sobre la fisiolog¨ªa y el comportamiento de los b¨²hos, revela sus extraordinarias capacidades, desmonta t¨®picos (no, no todas las especies son nocturnas, ni vuelan todas en silencio), llama a conservarlos (les amenazan la deforestaci¨®n, los pesticidas y los gatos) y repasa su papel en mitos y leyendas: desde el mochuelo de la diosa Atenea a Hedwig, el b¨²ho nival de Harry Potter, que desat¨® una insana fiebre en Reino Unido de poseerlos como mascotas, pasando por Arqu¨ªmides, el b¨²ho ayudante del mago Merl¨ªn en la novela La espada en la piedra, de T. H. White, que dio pie a la conocida pel¨ªcula de Walt Disney.
Introduce al lector tambi¨¦n la autora, y no es es la parte menos interesante de su libro, en el singular colectivo de los esforzados investigadores de los b¨²hos, que, como puede imaginarse, no son f¨¢ciles de observar. Constituyen un grupo muy curioso y bastante exc¨¦ntrico los estudiosos (uno de ellos, el experto Jim Duncan, mantiene en el congelador cinco cabezas de b¨²ho, v¨ªctimas de accidentes de tr¨¢fico, para analizar c¨®mo oyen, o m¨¢s bien c¨®mo o¨ªan), y la naturalista los sigue en sus grandes aventuras vitales y cient¨ªficas por todo el mundo, as¨ª que estamos tambi¨¦n ante un libro de viajes. ¡°Mi objetivo no es solo la divulgaci¨®n cient¨ªfica, sino crear historias narrativas, contar¡±, recalca. ¡°?Y la gente que investiga los b¨²hos es muy interesante!¡±.
Ackerman recuerda de entrada que la de los b¨²hos es una gran familia (de hecho dos, los Tytonidae, las lechuzas comunes, el linaje m¨¢s antiguo) y los Strigidae (todos los dem¨¢s b¨²hos), con muchas especies (unas 260 y se siguen descubriendo m¨¢s, como el autillo de la isla de Pr¨ªncipe, Otus bikegila, descrito en 2022), y muy diversas. La escala var¨ªa desde el min¨²sculo y entra?able mochuelo de los saguaros, del tama?o, se?ala, de un nugget de pollo (una comparaci¨®n que a la avecilla seguramente no le gustar¨ªa) o el tecolote afilador, que es como una polilla grande, hasta esos dos enormes, majestuosos, poderosos e intimidantes se?ores de la noche, verdaderos predadores alfa, que son el b¨²ho pescador de Blakiston, la imponente criatura de los bosques del Far East ruso de casi dos metros de envergadura, y el b¨²ho real euroasi¨¢tico (Bubo bubo, el Gran Duque), capaz de matar a un cervatillo, a un halc¨®n peregrino o a un gato (como, por cierto, recuerda Oliver en Owls: ¡°Son r¨¢pidos y despiadados al caer sobre conejos, ratones, topillos, mofetas, incluso gatos sentados en patios oscuros ensimismados en pac¨ªficos pensamientos¡±).
¡°Por su vuelo y sus sentidos, los b¨²hos son un pin¨¢culo de la evoluci¨®n¡±, afirma con entusiasmo Ackerman, a la que despu¨¦s de conocerla pajareando sobre el terreno en el Delta Birding Festival del delta del Ebro en 2017 ataviada como para una incursi¨®n de comandos resulta sorprendente ver muy elegante en la terraza de la librer¨ªa barcelonesa Finestres con un vaporoso vestido sin mangas. La naturalista, que se reconoce una conversa de estas aves ¡ªen el delta solo ten¨ªa ojos para las aves marinas y las lim¨ªcolas, a las que ha dedicado otro libro precioso Birds By The Shore (Penguin, 2019)¡ª, ha trasladado a los b¨²hos la pasi¨®n que expresaba por c¨®rvidos y psit¨¢cidos (loros y periquitos) en libros anteriores. Parec¨ªa que los b¨²hos, pese a su aspecto arquet¨ªpico de sabios, no eran los cracks intelectuales de los p¨¢jaros, por decirlo suave. ?Son unos impostores, con esos aires de inteligencia? ¡°Est¨¢n extraordinariamente adaptados a la vida nocturna, pero eso no quiere decir que est¨¦n programados como robots¡±, responde Ackerman con cierta tirantez, como si fuera una cuesti¨®n personal que alguien dudara de las capacidades mentales de los b¨²hos. ¡°Es cierto que durante mucho tiempo ha habido controversia, se dec¨ªa que los b¨²hos no ten¨ªan la necesidad de ser muy espabilados, pero ahora est¨¢ claro que son realmente inteligentes. Sus cerebros son proporcionalmente grandes en comparaci¨®n con sus cuerpos, con gran densidad de neuronas, y tienen un comportamiento flexible que les permite responder a los cambios y retos de manera muy d¨²ctil y eficaz, una plasticidad de cognici¨®n¡±.
?Qu¨¦ es lo m¨¢s inteligente que hacen los b¨²hos, pues? ¡°Sabemos que aprenden toda la vida y se los puede entrenar. Rob Bierregaard, especialista en los c¨¢rabos norteamericanos, ha conseguido que individuos salvajes acudan a ¨¦l mediante un silbido con solo ofrecerles ratones un d¨ªa. Un b¨²ho al que llamaba Houdini, por su capacidad de salir de todas las trampas que le pon¨ªan para anillarlo, acudi¨® a su llamada tres a?os despu¨¦s de la ¨²ltima vez que le silb¨® para que viniera, ?eso es mucha memoria! Los mochuelos europeos reconocen a la gente, distinguen a los granjeros de los investigadores que los estudian, y con los primeros est¨¢n m¨¢s relajados¡±. Ackerman considera que lo que sucede con los b¨²hos es que ¡°tienen otra manera de pensar, y nos obligan a buscar nuevas definiciones de la inteligencia en los animales¡±. Hay que rascarle mucho para conseguir que diga su b¨²ho favorito: el simp¨¢tico mochuelo de madriguera, ¡°que tiene una personalidad muy peculiar, y decora sus viviendas con objetos que encuentra¡±.
El que tambi¨¦n es un fan de los buhitos es Carl Safina, que public¨® el a?o pasado el delicioso Alfie & me (Norton, 2023), centrado en el rescate y cuidado de un peque?o autillo chill¨®n o tecolote oriental. ¡°Carl y yo somos amigos, su libro sali¨® despu¨¦s del m¨ªo y es una historia diferente, de adaptaci¨®n, con muchas ideas filos¨®ficas, muy bonito¡±. Ackerman admira a Bernd Heinrich, el autor del seminal Mi b¨²ho (Labor, 1987), pero no tiene duda de qui¨¦n le gusta m¨¢s escribiendo sobre esas aves, la Pulitzer Mary Oliver (1935-2019), ¡°?todo lo que ha escrito sobre ellas es bell¨ªsimo!¡±, exclama. ¡°White owl flies into and out of the field/ coming down out of the freezing sky/ with its dephts of light/ like an angel, or a Budha with wings¡± (El b¨²ho nival vuela dntro y fuera del campo/ descendiendo del cielo helado( como un ¨¢ngel, o un Buda con alas¡±). Bueno, tambi¨¦n est¨¢ Shakespeare (¡°it was the owl that shrieked, the fatal bellman¡±, dice Lady Macbeth, ¡°fue el b¨²ho el que chill¨®, el fatal portero de la noche¡±). Ackerman r¨ªe: ¡°Es cierto, hay muchas citas literarias, pero aqu¨ª estoy m¨¢s interesada en esos incre¨ªbles personajes que son los investigadores de los b¨²hos, como David Johnson que tras 40 a?os de estudiarlos ya piensa como ellos, o Marjon Savelsberg, m¨²sica enamorada de la llamada de las aves nocturnas que las rastrea en silla de ruedas y que compara las vocalizaciones del b¨²ho real euroasi¨¢tico con las piezas de Ligeti¡±. Por ah¨ª anda tambi¨¦n Jonathan Slaght, el aventurero rastreador de los b¨²hos manch¨²es.
Junto a la descubierta inteligencia y el misterio que los rodea, lo que m¨¢s maravilla a la naturalista es la anatom¨ªa de los b¨²hos y los secretos, ¡°los superpoderes¡±, que les permiten cazar a oscuras, lo que requiere efectuar sofisticados c¨¢lculos matem¨¢ticos. Buena parte del ¨¦xito, explica, reside en el o¨ªdo: en los c¨¢rabos lapones, capaces de escuchar las pisadas de una musara?a en la nieve y de atraparla zambull¨¦ndose a medio metro de profundidad bajo la blanca superficie, el disco facial plano rodeado de plumas hace las veces de una antena parab¨®lica para recoger los sonidos. En realidad, los o¨ªdos de los b¨²hos son dos orificios a los lados de la cabeza (en algunas especies asim¨¦tricos) y no lo que a veces pueden parecer orejas y son penachos de plumas. ¡°Entre lo m¨¢s sorprendente del o¨ªdo de los b¨²hos est¨¢ que, a diferencia del nuestro, no envejece, regeneran las c¨¦lulas pilosas: se ha demostrado que una vieja lechuza oye igual que las j¨®venes¡±. Eso abre un interesante campo de investigaci¨®n aplicable a la p¨¦rdida de audici¨®n en humanos. Los ojos, situados al frente y no a los lados como otros p¨¢jaros, son asimismo excepcionales en los b¨²hos, que tienen visi¨®n binocular. La penetrante mirada escudri?adora que te lanzan resulta de esos ojos. Es un mito que puedan hacer un c¨ªrculo completo con la cabeza para observar, pero s¨ª rotar tres cuartas partes, 270?, tres veces la flexibilidad de torsi¨®n que tenemos los humanos.
Entre las p¨¢ginas m¨¢s apasionantes de La sabidur¨ªa de los b¨²hos est¨¢n las que Ackerman dedica a la capacidad de vuelo silencioso de la mayor¨ªa de las especies. ¡°El vuelo furtivo de un b¨²ho es una proeza de sigilo biomec¨¢nico¡±, apunta la naturalista. ¡°El plumaje y la estructura de las alas es lo que los vuelve tan silenciosos¡±.
?Descienden los b¨²hos de dinosaurios nocturnos? ¡°Todas las aves son de hecho dinosaurios evolucionados de peque?os carn¨ªvoros manirraptores. Pero la adaptaci¨®n nocturna lleg¨® despu¨¦s, tras la desaparici¨®n de los dinosaurios no avianos. Fueron aves que se especializaron en cazar a los peque?os mam¨ªferos por la noche¡±. ?La aprensi¨®n hacia los b¨²hos viene de la memoria gen¨¦tica de cuando cazaban a nuestros antepasados? ¡°Es interesante, y me encanta la idea, aunque creo que el miedo viene de la asociaci¨®n de los b¨²hos con los esp¨ªritus y la muerte por su naturaleza nocturna y predatoria, sus voces extra?as, y su forma de aparecer y desaparecer repentinamente. Todo en su aspecto y comportamiento les da a los b¨²hos un car¨¢cter sobrenatural. En la India, por ejemplo, hemos visto que se encuentran muchos en los cementerios, porque les gustan los lugares abandonados, claro, y tambi¨¦n porque ah¨ª se concentran cantidad de roedores atra¨ªdos por las ofrendas en alimentos¡±. Curiosamente, pese a la fama de siniestros, los b¨²hos no son peligrosos. ¡°Es verdad, pero se trata de un miedo instintivo y no aprendido. Se les teme y se les mata en pa¨ªses como Zambia, Belize, Brasil o Nepal. Es un miedo muy profundo, y hay proyectos de conservaci¨®n que pasan por erradicar esas aversiones irracionales y los falsos conceptos que llevan a detestar culturalmente a los b¨²hos. De todas formas, no hay que desde?ar el da?o que te pueden hacer grandes rapaces nocturnas si te metes con sus nidos como el b¨²ho europeo, el pescador o el nival. Conozco a muchos investigadores que presentan cicatrices que lo atestiguan¡±.
Desde el punto de vista gastron¨®mico, se?ala Ackerman, los b¨²hos son en su mayor¨ªa generalistas que se alimentan de todo tipo de animales (sobre todo roedores), incluidos otros b¨²hos m¨¢s peque?os. Recientemente se ha descubierto que no desde?an la carro?a y se ha visto a un b¨²ho nival aliment¨¢ndose del cad¨¢ver de una ballena y a un b¨²ho pescador sobre el de un cocodrilo. Los mochuelos depredan los nidos de las aves canoras.
Si bien Ackerman va de la mano de la ciencia en su viaje al mundo de los b¨²hos, lo caracter¨ªstico en ella es que divulga con una sensibilidad y una implicaci¨®n personal que la colocan en el campo de la escritura de la naturaleza, el nature writing: se puede encontrar en su libro frases tan evocadoras con respecto, por ejemplo, a los c¨¢rabos lapones como ¡°el invierno en Manitoba no es un camino de rosas¡±; o que ¡°las amenazadas lechuzas enmascaradas de Tasmania son sumamente reservadas¡±.
?Ad¨®nde volar¨¢ ahora Ackerman? ¡°Al nido, a casa, llevo mucho tiempo de viaje, he estado en Australia y Brasil, mi plan es volver a casa¡±. Le quedan los colibr¨ªes, por citar algo. ¡°Lo pens¨¦. Sin embargo, ya hay muy buenos libros sobre ellos. La verdad es que ya tengo preparado otro libro sobre p¨¢jaros, pero perm¨ªteme que me haga un poco la misteriosa, como un b¨²ho¡±. Vale, como ¡°el b¨²ho que llega a trav¨¦s de la noche a posarse en las ramas negras del manzano, silencioso¡± (Mary Oliver, The owl who comes).