Nuria P¨¦rez, escritora y ¡®podcaster¡¯: ¡°No te voy a contar una historia en 30 segundos si te la puedo contar en 15. Eso que le sobra es ego¡±
La autora, que se form¨® en el mundo de la publicidad, publica ¡®No tocar¨¢s¡¯, su primera novela, y reivindica el sentido ¨¦tico de contar historias que nos unan y no polaricen
Se curti¨® en el mundo de la publicidad. Pero aprendi¨® al tiempo el arte de Matthew Weiner para contar historias, como hizo este en obras de arte de la talla de Los Soprano o Mad Men. Eso junto a un talento que labr¨® desde ni?a como gallega rodeada de historias orales con su familia han convertido a Nuria P¨¦rez (Vigo, 51 a?os) en una maestra del podcast, sobre todo tras el ¨¦xito de Gabinete de curiosidades, eso que llaman storytelling, y ahora novelista con No tocar¨¢s (Salamandra), donde trata el libre albedr¨ªo truncado de tres mujeres en torno al Alexandra Palace, en Londres, todo un escenario de horrores y maravillas contempor¨¢neas.
Pregunta. Usted empez¨® en la publicidad. Al ver la serie Mad Men, que tanto le gust¨®, ?quiso volver o pens¨® que hab¨ªa hecho muy bien larg¨¢ndose?
Respuesta. Yo ya hab¨ªa salido pitando cuando la vi. Es muy real, incluso hoy. Alguien que ha trabajado en ello se puede identificar totalmente.
P. ?En qu¨¦?
R. En que el m¨¢s hijo de puta era el m¨¢s genio y en el machismo, aunque haya disminuido un poco, me dicen. Ha entrado una generaci¨®n mucho m¨¢s guerrera y menos sumisa de lo que fuimos nosotros, los X, y lo est¨¢ equilibrando. En mis tiempos me toc¨® desde ir a la tintorer¨ªa a por los trajes de los jefes hasta revisar tarjetas de primera comuni¨®n. Pero lo horrible y curioso es que lo hac¨ªa encantada.
P. ?Es eso lo que ha cambiado? ?Que hoy no lo har¨ªa encantada?
R. Eso o hacer reuniones a las siete de la tarde¡ Esta generaci¨®n es m¨¢s respetuosa con su tiempo.
P. Y de bueno, ?qu¨¦ aprendi¨® ah¨ª?
R. Que es el sector art¨ªstico con menos ego. La gente emprende las campa?as, pero nadie sabe qui¨¦n las hace. Aprendes a estar al servicio de la obra y no de tu propio narcisismo. Trabajar con una misi¨®n, a largo plazo, y valorar la labor en equipo. Cuando aparece un anuncio no sabes realmente de qui¨¦n parti¨® la idea.
P. Yo pens¨¦ que me iba a responder que lo mejor era c¨®mo contar una historia en pocas palabras y llegar al m¨¢ximo de gente posible.
R. Bueno, tambi¨¦n. Totalmente. Heredas el respeto por el tiempo del otro: no te voy a contar una historia en treinta segundos si te la puedo contar en quince. Eso que le sobra es ego, no sirve.
P. O sea, a no ser pesao¡
R. ?Exacto!
P. Me dicen que es una tremenda maestra del storytelling. ?Es eso lo que en palabras de mi madre se resume en: Ay, qu¨¦ gracia tiene fulano contando an¨¦cdotas?
R. Totalmente.
P. ?Qu¨¦ mareo con los anglicismos!
R. Yo he heredado esa tradici¨®n gallega de quien contaba algo alrededor del fuego y todos callaban. Mi padre lo borda, no recuerdo una noche sin irme a dormir con un cuento inventado. Tuve muchos familiares periodistas.
P. Saber contarse historias colectivamente es lo que dice Harari en Sapiens que marc¨® la diferencia entre el hombre y otros animales.
R. S¨ª y decidir cuando empiezas a contar qu¨¦ historia va a ayudar a la comunidad. No a?adir m¨¢s le?a al fuego para la crispaci¨®n o meterte al True crime, que me horripila, sino contar algo que nos una.
P. ?O lanzar mentiras no como c¨®digos de ficci¨®n, sino como apariencia de verdad manipulada?
R. Claro: plante¨¢rtelo con responsabilidad. Hay que escoger bien lo que cuentas. Centrarse en lo que nos une. Huir de blancos y negros, buscar los grises y territorios comunes para quienes piensan en claves cerradas.
P. ?De qu¨¦ impulso ¨¦tico nace entonces No tocar¨¢s, su primera novela?
R. Quer¨ªa contar que el libre albedr¨ªo es una milonga y m¨¢s si viene de la religi¨®n. No es verdad que Dios nos creara libres porque adem¨¢s nos trajo al mundo con unos mandamientos y una lista de pecados. Nuestro gran ejercicio consiste en perseguir esa libertad como queremos y no como se nos impone. Eso pretendo contar.
P. ?Cree que esa libertad coartada ha sido solamente cercenada por la religi¨®n?
R. No, yo soy madre de adolescentes y las veo muy limitadas. Con setecientas directrices que les indican c¨®mo comportarse.
P. ?Nuevos dogmas?
R. Exacto. Dedicar algo de tiempo a salir de ese ruido y pensar d¨®nde quieres ir, me parece muy importante. Somos aut¨®matas. Admiro a quien se rebela contra eso.
P. La juventud representa un s¨ªmbolo de libertad, pero: ?No lo es m¨¢s la madurez?
R. Deja de importar m¨¢s el qu¨¦ dir¨¢n, s¨ª. Mis hijas creen que todo permanecer¨¢ para siempre. Tienen mucho miedo.
P. ?Nosotros no lo ten¨ªamos?
R. Creo que menos.
P. ?Qu¨¦ le fascin¨® del Alexandra Palace para situar ah¨ª su novela?
R. Que fue muy fuerte lo que all¨ª hicieron los brit¨¢nicos: encerrar a decenas de miles de alemanes por el hecho de serlo. Una historia olvidada, f¨ªjate que la sede de la BBC estuvo ah¨ª y ni se preocuparon en hacer un reportaje. Hoy es como un complejo, donde puedes ir de conciertos o a pasar el d¨ªa sin esa parte que no nos han contado llena de aristas.
P. ?Le fascinan m¨¢s las historias que no se han contado porque nadie cay¨® en ellas o las que no se han querido contar por tener algo que ocultar?
R. Las que no se han querido contar. M¨¢s los ingleses, por preservar esa imagen tan bien cuidada, que no es tal. Eso lo bordan.
P. Cierto, capaces al tiempo de crear algo como The Crown y al tiempo alentar el Brexit.
R. Desde luego.
P. ?Le quedan curiosidades para su gabinete personal?
R. ?Siempre! Ahora voy a publicar un ensayo sobre la serendipia. Esas coincidencias que surgen gracias a que andas participando en ello. Puede que buscando otra cosa halles algo fundamental, como la penicilina, por ejemplo.
P. O como el viagra, que apareci¨® investigando contra las enfermedades coronarias y mire qu¨¦ gusto se llevaron¡
R. Eso es, pero como parte de un trabajo en equipo, no del destino.
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