Aquel verano de... Pablo Berger: Tim Burton vio mi corto

Para casi todo el mundo el verano acaba hoy, el 31 de agosto. No para m¨ª. Lo mejor est¨¢ por llegar¡­ en septiembre, que a¨²n es veranillo.

En los ochenta, a mediados del noveno mes, iba siempre al Festival Internacional de Cine de San Sebasti¨¢n. La primera vez fue en el a?o 1982, con 18 a?os. Cubr¨ª el certamen para una diminuta revista de viajes. No me pagaban, pero consegu¨ª el salvoconducto, el pase de prensa que te permit¨ªa ver gratis todas las pel¨ªculas del festival. Barra libre, el sue?o de todo cin¨¦fago. Vi m¨¢s de cincuenta: Querelle, de Fassbinder; Demonios en el jard¨ªn, de Guti¨¦rrez Arag¨®n; Fitzcarraldo, de Herzog, E. T., el extraterrestre, de Spielberg; Laberinto de pasiones, de Almod¨®var¡­ Buena cosecha la del 82.

Voy a hacer un flashback al festival de 1989. Un viaje en el tiempo. Estoy saliendo del teatro Victoria Eugenia de la proyecci¨®n de Batman con una sonrisa m¨¢s grande que la del Joker. Nos ha gustado much¨ªsimo el hombre murci¨¦lago. Y digo ¡°nos¡± porque la he visto con mi ¡°pandilla basura¡±, formada por ?lex de la Iglesia, Santiago Tabernero, Paz Sufrategui y varios mostrencos m¨¢s como Arri y Biaffra.

En la rueda de prensa, Tim Burton, con su aspecto de ¡°me acabo de despertar¡±, vende la pel¨ªcula al mismo tiempo que garabatea en un papel. A su lado Michael Keaton hace bromas sin parar. Mientras hablan yo tengo un solo pensamiento, una misi¨®n imposible, ense?ar a nuestro venerado Tim Burton un cortometraje que un a?o antes hab¨ªa escrito y dirigido, y en el que ?lex hab¨ªa hecho la direcci¨®n art¨ªstica. Un corto muy punk donde una familia disparatada tiene que bajar a su refugio nuclear debido a una invasi¨®n marciana. Esperpento, comedia negra, Torrebruno y mucha sangre.

Acaba la rueda de prensa. La pandilla basura, conmigo a la cabeza, nos acercamos a Tim. Le ense?o una cinta de VHS con nuestra obra maestra. Tim observa la car¨¢tula, un ni?o gordo vestido de Batman y ensangrentado le mira amenazante. Sobreimpreso, en blandas y setenteras letras rojas en may¨²sculas, el t¨ªtulo: Mama. Los ojos de Tim se abren como platos y dice: ¡°I WANT TO SEE IT!¡±. La misi¨®n imposible hab¨ªa sido pan comido, hasta que la publicista de la distribuidora espa?ola aparece y nos dice: ¡°Imposible, el se?or Burton tiene que hacer entrevistas todo el d¨ªa. No tiene tiempo. Muchas gracias, pero no¡±. Como un resorte, todos miramos a Tim con carita de pena. Yo le suplico con un hilo de voz ¡°Tim¡­ would you¡­ please¡­ watch our short?¡±. Y el coro griego al un¨ªsono dice ¡°PLEEEEASE!¡±. Tim nos sonr¨ªe, y dice ¡°I would love to see Mama after I finish the interviews¡±. La publicista nos fulmina con la mirada.

En procesi¨®n seguimos a la comitiva de Batman hasta llegar a un lujoso sal¨®n en el hotel Mar¨ªa Cristina. En la salita de espera con nosotros hay montones de periodistas que entrar¨¢n y saldr¨¢n cada quince minutos del sal¨®n contiguo. Pasan tres horas. La publicista sale y con pesadumbre fingida nos suelta: ¡°Lo siento, pero no vais a poder ense?ar vuestro cortito al se?or Burton. Desgraciadamente, en el sal¨®n no hay televisi¨®n. As¨ª que os pod¨¦is ir¡±. Al instante, le pedimos al recepcionista del hotel, muy cort¨¦smente, si puede llevar una televisi¨®n y un reproductor de video al sal¨®n donde est¨¢n haciendo el junket. Muy cort¨¦smente nos responde que no.

La pandilla basura est¨¢ hundida, hasta que¡­ ?lex llama a un amigo suyo que vive en San Sebasti¨¢n. Corte a ?lex y yo acarreando un enorme y pesado televisor de tropecientas mil pulgadas por el Paseo de la Concha. Parecemos los protagonistas del corto de Polanski Dos hombres y un armario. Est¨¢ anocheciendo. Llegamos al hotel Mar¨ªa Cristina. La puerta del sal¨®n se abre. La publicista se despide del ¨²ltimo periodista. Le grito ¡°?Tenemos una Telefunken!¡±. Nos mira. El rostro de ¡°nuestra amiga¡± se queda en pausa y cambia de color, a morado. Cierra la puerta. Me acerco. Toc, toc. La abro. Veo a Tim Burton y compa?¨ªa saliendo por la puerta del fondo. Grito hipohuracanado ¡°???TIIIIIIIM!!!!¡±. Este se gira. Agito la cinta de video como si fuese un abanico de Locom¨ªa. ¡°Oh, yes! Let¡¯s see it!¡±, dice. Sonrientes y triunfantes entramos. La puerta se cierra tras nosotros.

De noche, la pandilla basura, con ¡°el armario¡± a cuestas, emprende el camino de vuelta al hogar del televisor. Comentamos la jugada. Acabamos de vivir una aventura inolvidable, digna de los payasos de la tele. Las grandes carcajadas y chillidos de Tim Burton, Michael Keaton y de la publicista resuenan en nuestras cabezas. No se puede ser m¨¢s feliz. Para mis adentros canto September, la hipn¨®tica melod¨ªa de Earth, Wind & Fire: ¡°Do you remember de 21st night of September¡­¡±.