¡®Hysteria¡¯ impulsa a Carla Nyman de la escena alternativa a la Abad¨ªa
La autora estrena un relato teatral surrealista, fantasmag¨®rico y c¨®mico sobre uno de los males de nuestro tiempo
Una mujer acude a una consulta m¨¦dica por un malestar interno que padece desde hace tiempo. Va a la cita no solo para hablar de su dolor, que lo ha sufrido en solitario, sino para tener una conversaci¨®n. Su interlocutor es un doctor que, como no pod¨ªa ser de otra manera, se empe?a en hacer un diagn¨®stico certero y para ello acabar¨¢ absorbido por el cuerpo y la mente de la paciente. La dolencia de la mujer acabar¨¢ siendo tambi¨¦n la del m¨¦dico. As¨ª empieza Hysteria, la obra teatral escrita y dirigida por la autora Carla Nyman (Palma de Mallorca, 28 a?os) en lo que supone su primer estreno en un gran teatro fuera de los circuitos alternativos donde ha presentado hasta ahora sus trabajos.
Tras ese arranque, con la ins¨®lita entrada al cuerpo de la mujer, comienza un relato surrealista, fantasmag¨®rico y c¨®mico, que es todo un viaje y una investigaci¨®n esc¨¦nica en torno a la histeria, los miedos y los delirios. Protagonizada por Lluna Isa y Mariano Estudillo, Hysteria se representar¨¢ en el Teatro de la Abad¨ªa, de Madrid, desde el 25 de septiembre al 13 de octubre, en una producci¨®n de Kamikaze Producciones.
Est¨¢ Nyman con muchos nervios, preocupaci¨®n e histeria, pero tambi¨¦n confiesa su relajo al saberse arropada por un grupo de profesionales y no tener que cocinar todo ella, como ha tenido que hacer hasta ahora con el colectivo Amor y rabia, que form¨® hace un tiempo con la actriz Lluna Isa. ¡°Todas las obras que hemos estrenado en los circuitos alternativos las hemos hecho nosotras dos ocup¨¢ndonos de todo¡±, asegura en una entrevista en la sede del Teatro de la Abad¨ªa, mientras acaban de montar la fantasmal escenograf¨ªa en la sala.
La autora y poetisa, que public¨® su primera novela Tener la carne (Reservoir Books) el a?o pasado, centra su universo tanto literario como dramat¨²rgico en el deseo, como un compromiso con el futuro y el presente. ¡°El deseo es algo que me ha interesado profundamente desde siempre, porque es algo caprichoso y c¨ªclico, porque intenta restaurar una falta primigenia que nos viene dada ya en el registro biogr¨¢fico, una sensaci¨®n de vac¨ªo. El deseo es adictivo, aparece s¨²bitamente, no se programa y no hay negociaci¨®n posible. Los personajes de Hysteria padecen este tipo de situaci¨®n, una enorme vulnerabilidad que intentan cubrir a trav¨¦s de esta persecuci¨®n del deseo¡±, a?ade la autora, que confiesa que, a nivel personal, lo que ella desea en la vida es ser coherente y estar en su sitio. Dice encontrar en la creaci¨®n art¨ªstica ¡°un espacio donde se puede recodificar la realidad¡±, ya sea a trav¨¦s del teatro, la literatura o la poes¨ªa.
Si su anterior obra teatral Yo solo vine a ver el jard¨ªn exploraba los tab¨²es de la sexualidad de las mujeres, en esta que ahora estrena se centra en la histeria que, aunque ya Plat¨®n hablaba de ella, tuvo su momento ¨¢lgido en el siglo XIX con el famoso Hospital de La Salp¨ºtri¨¨re, en Par¨ªs. En ese verdadero infierno femenino cuatro mil mujeres declaradas incurables o dementes fueron exploradas y exhibidas para mostrar qu¨¦ era la histeria. ¡°Claramente la histeria fue una enfermedad inventada, con un sesgo clar¨ªsimo de g¨¦nero¡±, dice Nyman quien, rastreando como llega a nuestros d¨ªas, ve claro que la depresi¨®n y la man¨ªa son los grandes males de nuestro tiempo. ¡°Es justo lo contrario, si la histeria era una descarga del malestar reprimido, que era lo que sufrieron estas mujeres en La Salp¨ºtri¨¨re, con situaciones de violencia absoluta, la depresi¨®n y la man¨ªa es la represi¨®n de todo ese malestar actual¡±, explica la autora. ¡°No nos presentamos vulnerables por miedo a no ser compatibles en un sistema neoliberal que nos est¨¢ bombardeando todo el rato con mensajes de fuerza y poder. Eso nos impide mostrarnos como lo que somos¡± a?ade.
Y as¨ª, en un escenario, dise?ado por Monica Boromello, una intersecci¨®n de espacios de telas transl¨²cidas blancas, que alberga desde una sala de hospital a un museo de arte o el interior de un cuerpo humano, los dos protagonistas de la historia se presentan como seguros de s¨ª mismos ¡ªella, de una frialdad inusitada, casi como un androide y ¨¦l con un control privilegiado como doctor¡ª, pero a lo largo del montaje uno va adivinando que los personajes est¨¢n, en palabras de Carla Nyman, ¡°agujereados¡± y acabar¨¢n descendiendo ¡°a los infiernos¡±. ¡°Taponan su vulnerabilidad por sobrevivir en un mundo muy hostil¡±, sigue Nyman. ¡°Las mujeres seguimos viviendo una violencia sist¨¦mica absoluta, pero, a d¨ªa de hoy, todos, hombres y mujeres, estamos sufriendo un colapso ps¨ªquico que es el de no poder presentarnos en sociedad tal y como somos. Constantemente tenemos que relacionarnos a trav¨¦s de una imagen p¨²blica que es totalmente falsa, con una coraza muy fuerte. La histeria es un asunto que nos ata?e a todos y todas, porque estamos bajo el poder de este sistema occidental globalizado y neoliberal. Nadie se escapa¡±, explica la directora, que pide al p¨²blico que acuda a la funci¨®n abierto al rapto ¡°sensorial¡± y sin ninguna expectativa realista. ¡°Que entren perdidos y confusos¡±, sugiere.
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