Guapos, listos, encastados, exigentes¡­ ?victorinos!

Interesant¨ªsima la corrida de Victorino Mart¨ªn lidiada esta tarde en Las Ventas como cierre de la temporada. Seis toros de bonitas hechuras, muy bien presentados, astifinos, guapos, de aceptable juego en varas ¡ªespecialmente bravos segundo y tercero¡ª y, en general, encastados, nobles y exigentes en el tercio final. Destac¨® por encima de todos el tercero, que humill¨® en las ver¨®nicas de recibo de Perera, acudi¨® al caballo con alegr¨ªa y empuj¨® en las dos entradas, acudi¨® con presteza en banderillas, y embisti¨® con largura, fijeza, ritmo y clase suprema en la muleta.

El segundo fue otro buen toro para el torero en el ¨²ltimo tercio, sobre todo por el pit¨®n izquierdo; encastado el cuarto y dulce por ambos pitones el que cerr¨® plaza. Todos ellos listos, codiciosos y exigentes, dispuestos a no perdonar un solo fallo, emocionantes, combativos, ¨¢speros a veces, correosos otras, pero poderosos y vibrantes. Una corrida de toros desbordante de matices que oblig¨® a los dos toreros a tener alertas los cinco sentidos para no caer en las garras de la fiereza del toro bravo. Aun as¨ª, tanto Perera como De Justo mordieron el polvo aunque, felizmente, salieron airosos de las volteretas; el primero, a la salida de una tanda con la mano zurda a su segundo salt¨® por los aires, y el otro perdi¨® pie cuando recib¨ªa de capote a su primero y el toro le perdon¨® la cornada, y a punto estuvo de resultar herido en la faena de muleta al cuarto, volteado aparatosamente en un derechazo.

Una oreja cada uno pasearon los toreros del cartel. Ciertamente, acudieron a la cita con el ¨¢nimo por las nubes, dispuestos a afrontar con gallard¨ªa el serio compromiso de la corrida de Victorino. Ambos demostraron una aquilatada maestr¨ªa con capote y muleta, al tiempo que fueron incapaces de medir el tiempo de sus faenas: tres avisos escuch¨® Perera, y cinco Emilio de Justo, que compitieron en pesadez, y fallaron a la hora de matar.

Perera tuvo en suerte el toro m¨¢s completo de la corrida, Escusano, lidiado en tercer lugar, para el que se pidi¨® la vuelta al ruedo. Lo recibi¨® con airosas ver¨®nicas, y destac¨® sobremanera al natural en tres tandas de muletazos largos, templad¨ªsimos, y henchidos de hermosura, corroborados con grandes pases de pecho. Pero Perera no sabe terminar las faenas, o no quiere, de modo que escuch¨® el primer aviso antes de montar la espada y solo quince segundos lo separaron del tercero por su cabezoner¨ªa en no descabellar a un toro bravo que se resist¨ªa a doblar las manos. Su primero, de soso comportamiento y escaso celo, le permiti¨® una labor de muletazos sueltos, sin ligaz¨®n y poco mando, y el quinto, el m¨¢s soso de la tarde, no le ofreci¨® opciones.

Emilio de Justo ¡ªtorer¨ªsimo toda la tarde con el capote¡ª se cerr¨® la puerta grande porque se entretuvo en pinchar hasta cinco veces al cuarto, el de la aparatosa voltereta, y al que tore¨® muy bien, con gusto y hondura, especialmente con la mano zurda. Otra labor de categor¨ªa dibuj¨® a su primero, muy metido el torero en la faena, en tres tandas de derechazos largos y sentidos. A ese toro, al que banderille¨® muy bien Juan Jos¨¦ Dom¨ªnguez, tambi¨¦n lo pinch¨®. Y el triunfo gordo que se avistaba en el sexto, otro toro de calidad suprema, de eterna fijeza y ritmo extraordinario en sus embestidas, y al que mulete¨® primorosamente por ambas manos en una faena cargada de emoci¨®n, tambi¨¦n se rompi¨® en la suerte final y dos avisos que sonaron a merecido castigo.

Gran corrida de toros para acabar la temporada, y dos toreros en saz¨®n a los que sobr¨® tiempo y les falt¨® punter¨ªa. Nadie es perfecto.