La sobredosis de sexo de ¡®Buenas noches¡¯, el segundo disco de Quevedo, excita muy poco
El canario entrega un ¨¢lbum de 18 canciones con colaboraciones de Aitana o Pitbull, lastrado por la repetitiva tem¨¢tica y la ausencia de hallazgos musicales
Resulta llamativo que un chico de 22 a?os apueste por un formato tan vintage como el ¨¢lbum. En una ¨¦poca donde las centellas de TikTok queman las neuronas de miles de afines a las redes sociales, llega la estrella espa?ola del pop m¨¢s joven y entrega Buenas noches, un disco de 18 canciones con una duraci¨®n de 56 minutos, una intenci¨®n por tratar a la m¨²sica con pausa, intensidad y profundidad. La mala noticia es que se queda todo en una ambiciosa idea deficientemente ejecutada.
El primer disco de Quevedo, Donde quiero estar (2023), ten¨ªa la gracia de escuchar a un joven contando lo alucinante y a veces chusco que supone vivir un vertiginoso ¨¦xito como el suyo, que se dispar¨® cuando el productor de moda, el argentino Bizarrap, decidi¨® contar con ¨¦l para el ya celeb¨¦rrimo Qu¨¦date (de nombre real BZRP Music Sessions, Vol. 52). Quevedo pas¨® de cero a mil en pocas semanas, un chaval de clase humilde en un torbellino de popularidad. Aquello lo cont¨® con cierto encanto en canciones como Me falta algo o Donde quiero estar, ubicadas en su disco de deb¨².
Este Buenas noches pinta de otra forma. Empieza bien, con Kassandra, un tema sobre j¨®venes famosos inc¨®modos ante la fama con una l¨ªnea de graves que mantiene la tensi¨®n musical sin explotar. Interesante. A partir de ah¨ª nos metemos en un pu?ado de temas facilones sobre sexo con tendencia a lo chabacano y, lo peor de todo, con cero sentido del humor. Algunos ejemplos, sin incidir mucho: ¡°Nos metimos en la Ford Transit, a darle duro, duro, duro¡± (Duro); ¡°No me fio, ya no chingo, solo me lo maman¡± (Iguales); ¡°Baby y a decir verdad, yo estaba loco por chingarte¡± (La 125); ¡°Sorry I¡¯m going crazy I wanna taste ese toto¡± (Shibatto); ¡°Despu¨¦s chingamos y te quedas a dormir¡± (Los d¨ªas contados). Oiga, ning¨²n problema con que se hable de ese maravilloso h¨¢bito que es el sexo, pero siempre y cuando se haga con un pel¨ªn m¨¢s de intenci¨®n, y quiz¨¢ apelando a la poes¨ªa, o con un poco de iron¨ªa.
En la canci¨®n Iguales Quevedo deja claro que pertenece a esa parte de la poblaci¨®n a¨²n anclada en postulados pasados: ¡°Todos los hombres somos iguales. / Solo queremos montar en un McLaren. / Dinero, mujeres y abdominales. / S¨¦ que te duele, pero baby es la verdad¡±. Y, a partir de este gesto de sinceridad, a chingar¡
Hay alg¨²n respiro a esta tem¨¢tica, como en Qu¨¦ asco de todo, un tema que expone la cara fea de la notoriedad sobre una buena melod¨ªa. O en Te fall¨¦, una pieza de desamor donde cuela el mejor verso del disco: ¡°Estoy escuchando los temas antiguos de Amaral, n¨²mero 1 en todos lados menos en tu coraz¨®n¡±. Musicalmente tampoco se escuchan grandes hallazgos, salvo los indicados anteriormente. Hay reguet¨®n, electr¨®nica para todos los p¨²blicos, hip hop, pop comercial¡ Nada que no haya sonado ya. Los colaboradores (Aitana, Rels B, Pitbull¡) no consiguen elevar el nivel, aunque siempre es un gusto escuchar al expresivo Yung Beef.
Y lo que parec¨ªa una idea noble (un disco largo en tiempos de nula capacidad de concentraci¨®n) acaba siendo un tost¨®n.
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