Madrid, la gran ciudad que se resiste a serlo
La urbe monumental y art¨ªstica se humaniza en cada una de sus tabernas de toda la vida o en la complicidad de sus habitantes con el que viene de fuera. Un recorrido por un Madrid c¨¢lido y callejero con las fiestas de San Isidro como tel¨®n de fondo
Ning¨²n visitante dejar¨¢ de recorrer lugares emblem¨¢ticos madrile?os como la Plaza Mayor, la Gran V¨ªa o, si es amante del f¨²tbol, el Santiago Bernab¨¦u: una receta tur¨ªstica est¨¢ndar (pero muy atractiva) a la que se le pueden agregar aderezos en forma de lugares, historias y personajes sorprendentes que logran un eclecticismo muy poco habitual ya en las grandes urbes. Un Madrid que es imperial y popular, bullicioso y tranquilo, yanqui y latino que todav¨ªa sabe, san Isidro mediante, enamorar y mostrarse como genuinamente castiza.
Austrias castizos (y algo canallas)
De las cocinas reales a los caracoles a pie de calle
El Madrid de los Austrias guarda las esencias de la ciudad at¨¢vica e imperial. Naci¨® como atalaya musulmana para vigilar a los cristianos y se transform¨® en urbe cuando Felipe II, rey de la dinast¨ªa que da nombre a la zona, la design¨® capital del reino y se fueron levantando los emblem¨¢ticos lugares que cada a?o fotograf¨ªan ocho millones de turistas, como la Plaza Mayor y la Puerta del Sol o el imponente Palacio Real, el m¨¢s grande de la Europa occidental, estos dos ¨²ltimos ya proyectados por los Borbones. Pero los Austrias tambi¨¦n es un barrio lleno de vida donde salir a tomar una copa y donde a¨²n quedan negocios centenarios. Al lado, en la difusa zona que separa la ciudad m¨¢s palaciega de la m¨¢s callejera, los domingos se monta el Rastro, uno de los mercados al aire libre m¨¢s populares de Espa?a en el que moverse entre gangas, antig¨¹edades y objetos inveros¨ªmiles, nacido a mediados del siglo XVIII y, hoy, m¨¢s vivo que nunca.
Entre esos lugares, indispensables en cualquier visita, se pueden descubrir rincones muy poco transitados en medio de uno de los monumentos m¨¢s visitados: el imponente Palacio Real. Entre barroco y clasicista, cuenta con una de las cocinas palaciegas m¨¢s grandes y mejor conservadas de Europa y que puede visitarse al margen del itinerario oficial. Cuenta con taller de reposter¨ªa, botiller¨ªa, cava y una pantagru¨¦lica sala de fogones donde Alfonso XIII mand¨® instalar un horno con una parrilla que permit¨ªa asar hasta 50 aves y piezas de ternera. Adem¨¢s, en ella se instal¨® una de las primeras neveras el¨¦ctricas del pa¨ªs a principios del siglo XX.
Junto al palacio, se abri¨® en 2023 la Galer¨ªa de las Colecciones Reales, espacio que tambi¨¦n refleja la imagen de grandiosidad que la monarqu¨ªa hisp¨¢nica buscaba irradiar a trav¨¦s de su obra expositiva: de pinturas de maestros como Tiepolo, Goya o Madrazo o su mobiliario opulento a medios de transporte ¨²nicos, como la fastuosa carroza negra de estilo franc¨¦s donde viajaba la reina Mariana de Austria, esposa de Felipe IV. Cerca, el Museo de San Isidro (San Andr¨¦s, 2) muestra la otra cara de la ciudad, narrando su vida a trav¨¦s de su patrimonio paleontol¨®gico, arqueol¨®gico y art¨ªstico hasta el siglo XVI. En su colecci¨®n se pueden contemplar piezas ¨²nicas como la c¨¦lebre pintura de La virgen de la Leche, de Berruguete.
En los Austrias persisten negocios con varios siglos de historia. El m¨¢s veterano es la Antigua Farmacia de la Reina Madre (Mayor, 59), fundada por un veneciano en 1578 y as¨ª bautizada por prestar sus servicios a la familia real, especialmente a Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V y madre de Carlos III. Las compras se realizaban a trav¨¦s de un pasadizo hoy sellado, pero que se puede observar a trav¨¦s de un cristal.
Al otro lado de la Plaza Mayor, Sombrerer¨ªa Medrano, abierta desde 1832, es la m¨¢s antigua de Madrid. En 1973 la adquiri¨® el abuelo del due?o actual, H¨¦ctor Medrano. Mantienen su taller, donde han hecho sombreros m¨ªticos, como los de los Payasos de la Tele o los de superproducciones de Hollywood como Asesinato en el Orient Express (2017). Hoy lo que m¨¢s venden son gorras, boinas y parpusas, la t¨ªpica boina de San Isidro cuando llega el 15 de mayo.
Los Galayos, en el n¨²mero 5 de Botoneras, es uno de esos restaurantes centenarios con solera que a¨²n sigue abierto en los Austrias. Empez¨® a servir comida espa?ola en 1894 y fue testigo de la ¨²ltima reuni¨®n de la Generaci¨®n del 27. En la foto que inmortaliz¨® aquel momento, ocurrido el 29 de abril de 1936, figuran Federico Garc¨ªa Lorca, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Mar¨ªa Teresa Le¨®n y Concha M¨¦ndez, entre otros, que se puede ver en el local.
El escultor de la vida cotidiana
Esta zona de Madrid est¨¢ llena de estatuas que cuentan historias peque?as. Junto al Palacio de los Vargas, en la plaza de la Paja, un hombre de bronce lee el peri¨®dico sentado en un banco, una estampa hoy casi desaparecida. Cerca, en San Justo, 5, una figura rinde homenaje al historiador especialista en Madrid, Carlos Cambronero (1849-1913). Otra m¨¢s, frente a la Imprenta Municipal, recuerda a los faroleros, encargados de prender las luces urbanas. Y una cuarta, en la plaza de Jacinto Benavente, homenajea a los barrenderos. Todas han sido concebidas por el escultor madrile?o F¨¦lix Hernando, de 64 a?os, al que se le encargaron estas particulares estatuas a finales de los noventa. Como ¨¦l mismo explica: ¡°No est¨¢n en pedestales, sino a pie de calle, a nivel del ciudadano, que se siente tan protagonista como la estatua y al mismo tiempo se pregunta: ¡®?Qui¨¦n fue esta persona?¡±.
Todo viaje requiere alg¨²n momento de sosiego y verdor. En el centro de Madrid, a¨²n quedan peque?os remansos de paz, como el Jard¨ªn del Pr¨ªncipe de Anglona, situado al final de la plaza de la Paja, junto al Palacio de Anglona, que hoy es un restaurante. Es una peque?a joya del paisajismo, creada en 1750 y presidida por una peque?a fuente en torno a la que crecen olorosos bojs, ¨¢rboles de las pagodas, granados, almendros y madro?os.
Este Madrid tradicional est¨¢ repleto de opciones cuando se trata de tomar una cerveza o salir de copas, especialmente en el barrio de La Latina. En el 42 de Cava Baja se encuentra Lamiak, un restaurante de comida espa?ola que es un s¨ªmbolo para los amantes del rock espa?ol al ser, hasta los a?os 90, el Caf¨¦ La Mandr¨¢gora, en cuyo s¨®tano se reun¨ªan a principios de los ochenta artistas como Forges, Luis Eduardo Aute y Teresa Cano y donde actuaron Joaqu¨ªn Sabina junto a Javier Krahe y Alberto P¨¦rez, que qued¨® inmortalizado en el m¨ªtico (y ¨²nico) disco titulado, elocuentemente, La Mandr¨¢gora. Hoy, la bodega, que recuerda aquel esplendor con varias fotos, est¨¢ cerrada al p¨²blico, pero su due?o la ense?a a petici¨®n del nost¨¢lgico que se acerque por all¨ª.
Un palacio alberga dos locales con personalidad en la calle del Duque de Alba. Una de sus entradas da acceso al El Imparcial, un sofisticado restaurante que hereda el nombre del diario pol¨ªtico fundado en 1867, cuya imprenta estaba all¨ª. La otra puerta lleva a la Sala Equis, un bar con sala de proyecciones para pel¨ªculas independientes que hasta 2012 fue un cine para adultos. Su cierre fue recogido en el documental Paradisio de Omar Al Abdul Razzak (2013).
Si hay un lugar genuino es el Rastro, uno de los mercadillos m¨¢s extensos y antiguos de Espa?a, nacido en 1740. Se extiende por la plaza de Cascorro y ribera de Curtidores y cada domingo re¨²ne a parroquianos, turistas, curiosos y modernos en busca de objetos de todo tipo: de gomas para la cafetera a discos descatalogados o ropa vintage. Merece la pena visitar las tiendas del entorno cualquier otro d¨ªa, con mucho menos bullicio: abundan los locales de decoraci¨®n y las almonedas, con negocios que ya van por su tercera generaci¨®n, como Antig¨¹edades Palacios (Vara del Rey, 3).
Los caracoles del Rastro
Una taberna en plena plaza de Cascorro lleva d¨¦cadas haciendo m¨¦ritos para que los caracoles sean considerados un t¨ªpico plato madrile?o. Tanto, que muchos no conciben un paseo por el Rastro sin una cazuela de caracoles de Casa Amadeo, abierta en 1942 y donde siempre ha estado Amadeo L¨¢zaro, burgal¨¦s de 96 a?os. All¨ª, este plato a¨²n se elabora con la receta de su madre, que estuvo en los fogones cuando abri¨®: especias, codillo, manitas de cerdo y chorizo de Cantimpalos. Aunque est¨¢ jubilado, a¨²n se le ve por el local charlando y recogiendo alg¨²n plato bien reba?ado, algo irresistible eso de mojar el pan en la salsa que, como repite Amadeo, es uno de los mayores deleites de la vida, como el amor.
La Gran V¨ªa, la arteria que bombea vida
Tejados con vistas a la V¨ªa L¨¢ctea
Pocas calles tienen tanta fama como la Gran V¨ªa de Madrid. Todo el mundo la pisado alguna vez o, al menos, la ha visto en el cine, en Las chicas de la Cruz Roja (1958) durante un paseo en descapotable, en una escena de v¨¦rtigo con los protagonistas colgados de los neones del edificio Carri¨®n de El d¨ªa de la Bestia (1995) o completamente vac¨ªa como en Abre los ojos (1997). Abierta a principios del siglo XX para conectar la plaza de Cibeles con la de Espa?a, es el lugar al que ir al teatro, pues cuenta con tres de los m¨¢s grandes de la ciudad donde se programan musicales ininterrumpidamente desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas. O donde salir de compras, pues all¨ª est¨¢n las principales marcas populares al alcance de todos los bolsillos. Pero la esencia de esta avenida est¨¢, precisamente, en sus calles laterales, donde la uniformidad da paso a tiendas con estilo propio, mercados con los que viajar de verdad por el mundo y arte a la altura del Museo del Prado.
El arte est¨¢ presente en Gran V¨ªa seg¨²n el punto desde el que se comience su visita. A 7 minutos andando de su inicio ¨Cen el esquinazo con Alcal¨¢- se encuentra la Real Academia de San Fernando (Alcal¨¢, 13), fundada en 1752 y que, desde 1773, ocupa su actual sede, el espectacular palacio de Goyeneche, dise?ado por Jos¨¦ de Churriguera y adaptado al gusto neocl¨¢sico por Diego de Villanueva. Ofrece un recorrido por pinturas de maestros como Vel¨¢zquez, Rubens, Van Dyck, El Greco, Murillo o Goya -que fue uno de sus directores-, adem¨¢s de esculturas, grabados y fotograf¨ªas y lugar de estudio de Julio Romero de Torres, Maruja Mallo o Antonio L¨®pez.
Si el recorrido por la Gran V¨ªa comienza por la plaza de Espa?a, el arte con may¨²sculas se concentra en el Museo Cerralbo (Ventura Rodr¨ªguez, 17), un espacio singular que combina las antig¨¹edades, muebles y pinturas ¨C de Zurbar¨¢n o Tintoretto, entre otros- de la que fue residencia del marqu¨¦s de Cerralbo con la casi inalterada est¨¦tica de la ¨¦poca en la que se construy¨®, el cambio entre el siglo XIX y el XX. Finalmente, si la Gran V¨ªa se aborda m¨¢s o menos desde su mitad, a 6 minutos a pie de la plaza del Callao est¨¢ la Iglesia de San Antonio de los Alemanes (Puebla, 22), un ejemplo del barroco madrile?o, caracterizado por buscar un aspecto m¨¢s sobrio en el exterior, pero con un interior profusamente decorado de suelo a techo con frescos de Juan Carre?o de Miranda, Francisco Rizi y Luca Giordano, entre otros. Un aut¨¦ntico y recomendado espect¨¢culo.
El fot¨®grafo de las estrellas est¨¢ en Gran V¨ªa
Quien se pase por la tienda de fotograf¨ªa de la plaza de los Mostenses, casi en plaza de Espa?a, podr¨¢ conocer a Joaqu¨ªn Franco, una estrella local. Con 84 a?os, se proclama el ¨²ltimo fot¨®grafo de Gran V¨ªa, en cuyo entorno lleg¨® a haber 12 estudios. Nieto e hijo de fot¨®grafos, empez¨® joven y a los 17 retrat¨® a la actriz Ava Gardner. Decenas de artistas se han puesto ante su objetivo, tanto para hacerse fotos con las que actualizar el pasaporte ¨Cfue el favorito de Nino Bravo y la influencer Laura Escanes ha quedado cautivada por el retratista- como para elaborar un buen book. Estas son algunas de las an¨¦cdotas que cuenta con emoci¨®n y un toque de humor a todo el que entre y le pregunte. Franco asegura que continuar¨¢ haci¨¦ndolo el tiempo que le quede hasta que san Pedro le llame porque necesite una nueva foto de carn¨¦, como bromea.
En el primer tramo de la Gran V¨ªa, que va de Cibeles a la red de San Luis, en la esquina entre Clavel y Reina, una placa recuerda que en ese lugar vivi¨® V¨ªctor Hugo entre 1811 y 1812. El c¨¦lebre escritor franc¨¦s pas¨® dos a?os de su infancia en la capital, ya que su padre era oficial de Jos¨¦ I Bonaparte, rey durante la ocupaci¨®n francesa. Su estancia en Espa?a impactar¨ªa en un joven en pleno descubrimiento del mundo; tanto, que el especialista Jos¨¦ Antonio Losada explica que Hugo se acordar¨ªa de sus compa?eros del colegio de San Ant¨®n, en la calle Hortaleza (hoy Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid). De hecho, el personaje de Esmeralda en su novela Nuestra se?ora de Par¨ªs podr¨ªa estar inspirado en un amor de infancia que conoci¨® durante su estancia madrile?a.
A la hora de ir de compras, hay dos barrios colindantes con Gran V¨ªa que ofrecen un inabarcable repertorio de peque?as tiendas singulares. En el barrio de Malasa?a se concentran las tiendas de ropa de segunda mano. La calle de Velarde es el epicentro de la moda vintage, junto con Esp¨ªritu Santo, mientras que callejear siempre supone toparse con sorprendentes y extravagantes tiendas de decoraci¨®n a la ¨²ltima, como La Moderna o Am¨¦n. En el vecino barrio de Chueca se encuentra una boutique de Taschen (Barquillo, 30) en lo que antes era mercer¨ªa, de la que se conserva su mobiliario. Un lugar ¨²nico para descubrir esos libros de arte y decoraci¨®n que suelen ocupar un espacio especial en las mesas de t¨¦, porque son una obra art¨ªstica en s¨ª mismos.
Las terrazas tambi¨¦n se han convertido en una se?a de identidad de Gran V¨ªa y su entorno: de hecho, hay una veintena aproximadamente, lo que permite una perspectiva privilegiada del casco hist¨®rico de la ciudad. Algunas coronan edificios emblem¨¢ticos como el C¨ªrculo de Bellas Artes o el Ayuntamiento, ambos edificios del arquitecto Antonio Palacios, de cuyo nacimiento se cumplen 150 a?os; o la del edificio Espa?a, que hoy ocupa el Hotel Riu, con unas vistas impresionantes. Otras culminan hoteles boutique como INNSiDE Meli¨¢, Pestana CR7, Hyatt Centric o Vincci Capitol, e incluso albergues, como Generator, en la plaza de Santo Domingo. Aunque a veces hay que armarse de paciencia para hacer cola, son el mejor lugar donde tomar algo y disfrutar de un atardecer que ponga un broche de hora a la expedici¨®n por la Gran V¨ªa.
Este recorrido por Gran V¨ªa no puede cerrarse sin ir a dos de los pocos sitios m¨ªticos de la famosa Movida madrile?a a¨²n en activo, en el barrio de Malasa?a: el Penta (Palma, 4) y La V¨ªa L¨¢ctea (Velarde, 18), templos (estos, s¨ª) de lo que fue el germen de algunos de los grupos m¨¢s consagrados del pop y el rock espa?ol. A trav¨¦s de su decoraci¨®n y fotograf¨ªas se puede recorrer ese inicio de lo que, despu¨¦s, fue uno de los momentos m¨¢s ¨²nicos de la historia reciente de la ciudad.
Un fest¨ªn de comida latina
La Gran V¨ªa guarda un secreto para los sentidos en el mercado de los Mostenses. Nada m¨¢s entrar en ¨¦l, la pituitaria se agita con el olor a ceviche peruano, a bol¨®n colombiano o a encebollado ecuatoriano. En sus puestos se pueden degustar platos latinos a precios accesibles. Tambi¨¦n recetas asi¨¢ticas, especialmente chinas, elaboradas de manera casera: de fideos wanton a dim sum. Todo, junto a las carnicer¨ªas y fruter¨ªas para hacer la compra diaria. El de los Mostenses es uno de los pocos mercados municipales del centro que conserva su sabor popular, aunque a muchos pueda parecerle anticuado. Tras la peatonalizaci¨®n de la plaza, el edificio, con casi 80 a?os, va a ser remodelado. Los comerciantes esperan que no pierda la autenticidad que le caracteriza como punto de encuentro de las culturas que ya forman parte del ADN de la ciudad.
El sorprendente Madrid alrededor del Santiago Bernab¨¦u
Entre la barra americana y ¡®La casa de papel¡¯
Las pasiones que levanta el f¨²tbol, especialmente el Real Madrid, hace que pocos monumentos puedan competir con el estadio Santiago Bernab¨¦u cuando se trata de visitas. Su museo est¨¢ en constante ajetreo y, gracias a la monumental reforma a la que acaba de someterse este edificio de 1947, observarlo es una atracci¨®n en s¨ª misma, con su nueva fachada envolvente en acero y sus sorprendentes innovaciones, entre las que llaman la atenci¨®n el sofisticado sistema de c¨¦sped retr¨¢ctil y su cubierta replegable. Adem¨¢s, promete convertirse en el epicentro de la m¨²sica en vivo, con conciertos de estrellas internacionales: Luis Miguel, Taylor Swift y Karol G actuar¨¢n este a?o. Pero alrededor del estadio, al norte de la ciudad, hay un curioso mundo por conocer.
Hacia el norte del estadio se extiende la calle del Doctor Fleming que, durante los a?os sesenta, fue una de las zonas de la ciudad consagrada a la vida nocturna m¨¢s moderna y agitada. Tanto, que recibi¨® el apodo de Costa Fleming por la relajaci¨®n de costumbres y horarios. ?La raz¨®n? En esa zona se instalaron a partir de los a?os cincuenta los militares estadounidenses de la base de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid). Con ellos llegaron bares, prost¨ªbulos y restaurantes en el ¨¢rea comprendida entre las calles de Doctor Fleming, F¨¦lix Boix y Carlos Maurr¨¢s. Personalidades y estrellas se dejaban ver por all¨ª y el r¨¦gimen franquista, aunque no lo aprobaba, miraba hacia otro lado. El barrio inspir¨® una novela de 1973 Madrid, Costa Fleming, del periodista ?ngel Palomino, convertida en pel¨ªcula en 1976 por Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦.
El barrio ha cambiado, pero a¨²n siguen abiertos algunos locales testigos de ese Madrid con un toque americano como Knight ¡®n¡¯ Squire (F¨¦lix Boix, 9), una de las primeras hamburgueser¨ªas de la ciudad, si no la primera. Abierta en 1967, los vecinos la conocen como la Nait y sigue sirviendo comida al puro estilo estadounidense en un espacio-museo lleno de carteles de cine y objetos curiosos como un acuario dentro de una gramola o una motocicleta Harley Davison. Pese a que cambi¨® de due?os tras la pandemia, ha mantenido tanto la est¨¦tica como la carta. Tambi¨¦n Alfredo¡¯s Barbacoa (Juan Hurtado de Mendoza, 11) a dos calles de all¨ª, fundado en 1981, recuerda la influencia americana en el barrio con su decoraci¨®n al estilo salvaje Oeste.
Al sur del estadio, El Viso es otro barrio con tintes internacionales. Residencial y formado por viviendas unifamiliares, se proyect¨® durante los a?os treinta del siglo XX y, tras la Segunda Guerra Mundial se convirti¨® en una guarida de nazis gracias al r¨¦gimen franquista. All¨ª se ocultaron Otto Skorzeny, el hombre m¨¢s peligroso del mundo, como le conoc¨ªan, que trabaj¨® como ingeniero representando a pr¨®speras compa?¨ªas acereras alemanas. Tambi¨¦n el bielorruso-franc¨¦s Michel Szkolnikov, que vivi¨® junto a su pareja berlinesa, Elfrieda Tietz, conocida como H¨¦l¨¨ne Samson, con quien hab¨ªa hecho negocio en la Francia ocupada traficando con el mercado negro para los alemanes.
Un remolino de cultura junto al Bernab¨¦u
Entre las plazas de Gregorio Mara?¨®n y de San Juan de la Cruz se esconde el edificio donde coincidieron algunas figuras que modelar¨ªan la vida cultural y cient¨ªfica del pa¨ªs. Justo detr¨¢s del Museo de Ciencias Naturales, en la loma que Juan Ram¨®n Jim¨¦nez bautiz¨® como Colina de los Chopos, se encuentra desde 1915 la Residencia de Estudiantes, n¨²cleo de efervescencia intelectual durante el primer tercio del siglo XX. En ella se alojaron figuras como Federico Garc¨ªa Lorca, Luis Bu?uel, Salvador Dal¨ª y el nobel Severo Ochoa. All¨ª organizaban reuniones, lecturas y jaranas: ¡°Mi cuarto est¨¢ ba?ado por el sol desde que sale hasta que se pone, es amplio y tiene magn¨ªficas vistas hacia Madrid¡±, recordaba Lorca en una carta a sus padres. Hoy programa exposiciones y charlas y sigue siendo una residencia en la que puede que se est¨¦ formando un pr¨®ximo gran poeta o director de cine espa?ol.
Y m¨¢s Alemania en Madrid, en este caso, la de la reconciliaci¨®n. A 15 minutos del Bernab¨¦u se extiende el parque de Berl¨ªn, que el Ayuntamiento de Madrid construy¨® como homenaje a la Rep¨²blica Federal de Alemania en 1967. En el parque se recuerda a figuras germanas c¨¦lebres, como Beethoven al que, curiosamente, llamaban el Espa?ol, aunque nunca visitara Espa?a, porque su aspecto respond¨ªa al estereotipo de la ¨¦poca: robusto, con piel morena y el pelo y los ojos oscuros, modales toscos y muy apasionado. Pero si algo destaca en el parque son los tres fragmentos del Muro que dividi¨® la capital alemana hasta 1989, colocados en una isla del estanque principal y cedidos en 1990, testigos mudos del final de la Guerra Fr¨ªa.
Un poco m¨¢s abajo del estadio madridista se encuentra el complejo de edificios conocido como Nuevos Ministerios. Fueron proyectados durante la Segunda Rep¨²blica, pero no se terminaron hasta despu¨¦s de la Guerra Civil. El arquitecto que los proyect¨®, Secundino Zuazo (cofundador de la Asociaci¨®n de Amigos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica), concibi¨® la disposici¨®n del edificio, visto desde arriba, con forma de hoz y el martillo.
El conjunto de Nuevos Ministerios alberga el museo nacional de arquitectura, bautizado como La Casa de la Arquitectura. Emplazado en las arcadas del conjunto y de acceso gratuito, tiene el objetivo de concienciar sobre la incidencia de la arquitectura en la vida de los ciudadanos. Lo hace a trav¨¦s de maquetas de edificios relevantes situados en Espa?a y dise?ados por arquitectos espa?oles, as¨ª como de fotograf¨ªas y v¨ªdeos. Junto al museo, se encuentra un edificio que sonar¨¢ a los amantes de la serie de Netflix La casa de papel, pues la fachada del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible sirvi¨® en la serie para recrear el Banco de Espa?a asaltado. Muchos turistas pasan por all¨ª para hacerse una foto y concluir su visita con un lugar de pel¨ªcula o, mejor dicho, de serie.
Callos de competici¨®n
Melosos, contundentes, bien amalgamados, suavemente picantes... Esos son los adjetivos que deben acompa?ar a un buen plato de callos, uno de los guisos m¨¢s t¨ªpicos de Madrid, seg¨²n los que saben. Se elaboran con v¨ªsceras de ternera, pero tambi¨¦n patas y morro y son tan populares que su receta se ha extendido por Asturias y Andaluc¨ªa. No es extra?o as¨ª que el Campeonato Nacional de Callos se celebre en un restaurante asturiano en Madrid, La Guisandera de Pi?era (Rosario Pino, 12), a 20 minutos del Bernab¨¦u. El ganador de la ¨²ltima edici¨®n fue un local de Ronda (M¨¢laga), pero entre los finalistas estaba el madrile?o Tres Por Cuatro (Montesa, 4) con una carta corta pero variada centrada en la gastronom¨ªa espa?ola.