Hay otras ciudades, pero est¨¢n en esta
El libro ¡®La se?orita Haas¡¯ retrata la pluralidad de los barrios de Par¨ªs a partir de fragmentos de las vidas de una veintena de mujeres an¨®nimas
Como un mosaico, que solo funciona uniendo teselas, el libro de la matem¨¢tica argelina Mich¨¨le Audin La se?orita Haas (Perif¨¦rica) es un ejercicio de geometr¨ªa que reconstruye distintos barrios de Par¨ªs a partir de fragmentos en las vidas de se?oritas Haas. Todas se llaman Haas, pero sus vidas, como las calles de una ciudad, son muchas veces opuestas.
Audin salt¨® a la fama hace unos a?os cuando en Una vida breve (Perif¨¦rica) narr¨® la detenci¨®n, tortur...
Como un mosaico, que solo funciona uniendo teselas, el libro de la matem¨¢tica argelina Mich¨¨le Audin La se?orita Haas (Perif¨¦rica) es un ejercicio de geometr¨ªa que reconstruye distintos barrios de Par¨ªs a partir de fragmentos en las vidas de se?oritas Haas. Todas se llaman Haas, pero sus vidas, como las calles de una ciudad, son muchas veces opuestas.
Audin salt¨® a la fama hace unos a?os cuando en Una vida breve (Perif¨¦rica) narr¨® la detenci¨®n, tortura y muerte de su padre, del Partido Comunista argelino, a manos del ejercito franc¨¦s. El libro sirvi¨® para que el actual presidente de la Rep¨²blica pidiera perd¨®n por el crimen. Tambi¨¦n La Se?orita Haas tiene esp¨ªritu de rescate. Se recuperan aqu¨ª momentos vitales, investigados y buscados en archivos, peri¨®dicos, pel¨ªculas y hasta poemas, que son invisibles y, por lo tanto, ajenos a los libros de una historia que menosprecia los detalles. Conozcan a algunas de las 19 se?oritas Haas.
La tarde del 6 de febrero de 1934 Catherine Haas se meti¨® en el metro para ir al m¨¦dico. Sab¨ªa que perder¨ªa su empleo si ten¨ªa un cr¨ªo, ya que no estaba casada. Sab¨ªa tambi¨¦n que los hombres legislan pero ¡°siempre son las mujeres las que lo asumen¡±. No hac¨ªa falta decirlo. Pero es un buen comienzo. El azar va a jugar a su favor.
Poco despu¨¦s, el 10 de diciembre de ese mismo a?o, es Leopoldine Haas la que se sienta en un caf¨¦ del 63 del boulevard Saint-Michel. Se llama Leopoldine porque su madre ley¨® el poema de Victor Hugo Ma?ana, al alba, cuando el campo blanquee. Le gust¨® mucho y decidi¨® ponerle a su propia hija el nombre de la hija muerta del poeta. Leopoldine sabe qui¨¦n es su verdadero padre. La belleza de este relato es que la escritora gu¨ªa y corrige al narrador. Y ese artificio, lejos de alejar, acerca. Nos lleva a la barra del caf¨¦.
El 11 de marzo de 1938, ?otra? Leopoldine Haas entra en una peluquer¨ªa. ¡°En la familia de la se?ora Augustin no recuerdan a nadie que no haya vivido en Belleville y no sea portera desde al menos tres generaciones. Ella misma hered¨® el puesto de su madre¡±. Antes de la guerra, la se?ora Augustin trabajaba en la f¨¢brica de bombillas Osram. ¡°Cog¨ªa una con la mano izquierda y con la derecha le aplicaba un tamp¨®n impregnado en ¨¢cido para escribir la marca¡±. A veces la bombilla explotaba. Como Augustin llevaba gafas, sus ojos nunca se da?aron. Pero s¨ª su rostro: cubierto de innumerables cicatrices. ¡°?Qu¨¦ esperamos para ser felices? Preguntan en este barrio de Par¨ªs¡±.
El 17 de julio de 1937 es Aline Haas la que camina por Les Halles. Como llueve y ha refrescado se toma una sopa de cebolla. ¡°Eso es Par¨ªs: sopa de cebolla en Les Halles¡±. Tambi¨¦n es Par¨ªs la sala oval de la Biblioteca Nacional (la de entonces, estamos en 1937) y la tercera calle perpendicular al Sena, pasada la rue Danton, donde Picasso pint¨® el bombardeo de Guernica. Aline es periodista. Va a diario a la biblioteca a leer e investigar. Cuando sufre acoso y persecuci¨®n, se ve forzada a abandonar sus horas de estudio en la Biblioteca Nacional. Se cambia de casa. Recorre la ciudad. Hay un fot¨®grafo de su mismo peri¨®dico obsesionado con ella o con su desamor. El tipo le compra caramelos a la madre de Aline para intentar sonsacarle d¨®nde se ha mudado. Y ella atraviesa la ciudad. La ciudad cambia con los seud¨®nimos que la propia Aline utiliza para encontrar cierta paz. ¡°La gran ciudad o la selva tropical. ?Cu¨¢l de las dos es met¨¢fora de la otra?¡±. ?D¨®nde puede uno esconderse o ser an¨®nimo sin perder el alma?
Finalmente, en 1969, Francine Haas fotograf¨ªa el Par¨ªs en el que vivi¨® su madre. Tiene 17 a?os. Y consigue llevar el barro y el olor de los caballos a sus fotos. Averigua que los ni?os que sal¨ªan de misa le tiraban piedras a su madre en 1937. Sabe que su madre hab¨ªa sido criada de su propia hermana. En eso consisti¨® hacerse cargo de ella. Investiga c¨®mo de all¨ª pas¨® a coser en un taller de Belleville donde el ambiente era m¨¢s bien comunista: ¡°?bamos m¨¢s a los m¨ªtines que a la sinagoga¡±. ¡°En el taller pringabas duro, pero conoc¨ªas gente¡±. Aprendi¨® que Georgette Renal dise?¨®, nada m¨¢s terminar la guerra, los primeros uniformes de las azafatas de Air France. En 1937 consigui¨® la nacionalidad. Por eso le puso Francine a su hija, la que la busc¨® en 1969: ¡°Porque Francine era un nombre aut¨¦nticamente franc¨¦s¡±.