Osebol, un pueblo explicado por sus habitantes
Los comentarios que los habitantes de este pueblo sueco le hicieron a Marit Kapla sirvieron para que la escritora narrara, sin a?adir una palabra, la historia y la metamorfosis de su aldea
En Osebol hay bosques. Y hab¨ªa una serrer¨ªa donde preparaban paneles de conglomerado hasta que result¨® m¨¢s rentable fabricarlos en otro lugar. El pueblo, al norte de Suecia y m¨¢s cerca de Oslo que de Estocolmo, es, todav¨ªa hoy, un lugar tranquilo ¨Ddependiendo de la estaci¨®n¨D de entre 80 y 200 habitantes. All¨ª naci¨® en 1970, y creci¨®, la escritora Marit Kapla. Su padre hab¨ªa conseguido trabajo en la Universidad de St?llet, cerca de all¨ª. ?l y su madre alquilaron una planta baja en la granja de Karin y Alf Hakansson. Tres semanas despu¨¦s naci¨® Marit. Un a?o m¨¢s tarde su hermana. Siete despu¨¦s su hermano.
Kapla cuenta, en el ep¨ªlogo del libro, que su vida en Osebol termin¨® varias veces. Cuando se fue a estudiar al instituto. O a la universidad. Tambi¨¦n cuando, por fin, encontr¨® trabajo como reportera. Pero fue cuando tuvo que regresar para atender el alzh¨¦imer de su padre cuando comenz¨® a pensar en la memoria del pueblo. Por eso, tras una carrera como periodista y como directora de programaci¨®n de un festival de cine online, Kapla regres¨® a su aldea para hablar con sus habitantes. Lo hizo entre 2016 y 2017, durante algo m¨¢s de un a?o. Anot¨® los nombres y las fechas de nacimiento de sus vecinos y, en algunos casos, tambi¨¦n las de sus muertes. Los testimonios de los habitantes, los reci¨¦n llegados, los esperanzados y los olvidadizos, los orden¨® a partir del plano del pueblo. Todos parecen decir poco y juntos construyen un mosaico, una especie de patchwork de la historia del lugar.
Es una historia a pedazos, con remiendos. Los habitantes la dicen a veces dialogando, complet¨¢ndose o contradici¨¦ndose. A lo largo de un siglo los inmigrantes han pasado de ser noruegos huyendo de la Segunda Guerra Mundial a ser afganos que llegan para instalarse temporalmente y tratar de sobrevivir. Se habla de la ilusi¨®n de llegar y de la desaz¨®n de tener que estar. Del miedo al silencio y de la necesidad de esa tranquilidad. Parece que la calma marca el lugar. Y son las casas las que hablan y cuentan una historia coral, fragmentada y, sin embargo, cercana y muy viva. Sucede as¨ª:
Alvar Jannsson, nacido en 1945:
¡°Ahora talan m¨¢s que antes.
Hay m¨¢s venta.
Entonces no ten¨ªan recursos para talar tanto.
No los transportaban en camiones.
Los llevaban flotando.
Los apilaban en el prado de Osebol¡±.
Levi Stenberg, nacido en 1973:
¡°Yo viv¨ªa bien en Hungr¨ªa.
Era polic¨ªa.
Soy un hombre bastante bueno.
Para m¨ª no era tan importante poner multas a la gente.
Pero algunos de mis mejores amigos murieron en accidentes.
Piensan que la gente que no tiene un coche bueno y caro es una mierda.
Son muy materialistas.
Y no son ricos¡
He cambiado de vida.
Mi cuerpo es de Hungr¨ªa.
Mi alma de Norland¡±.
Pero hay m¨¢s. Ake Axelsson, nacido en 1947, recuerda que eran siete personas viviendo en dos habitaciones. Y que cogieron a Hugo y a Tore para que pudieran ir al colegio. Tambi¨¦n que, aunque no hubo adopci¨®n, esos ni?os noruegos nunca volvieron a sus casas. Y dice:
¡°Si la hija de un campesino se quedaba embarazada,
y no sab¨ªan qui¨¦n era el padre, el hijo era un bastardo.
Si ten¨ªan propiedades, la Iglesia se las quedaba como penitencia.
Eso dice la partida de nacimiento de mi padre: Bastardo¡±.
En el pueblo vive un holand¨¦s, Gerrit Conelis, nacido en 1956. Era marino. Recuerda que un invierno hizo mucho fr¨ªo en los Pa¨ªses bajos: -26. Que apenas ten¨ªa comida. Lo empez¨® con 93 kilos y lo termin¨® con 68. Lleg¨® a Suecia porque hay naturaleza y tranquilidad:
¡°La gente no es tan agresiva.
En Holanda viven muchas personas
En una superficie peque?a¡±.
En Osebol hay cazadores de arces y trabajadores de correos, le?adores, inform¨¢ticos y camioneros. Amas de casa, maestras y tiempo mucho tiempo. Hasta que llega el siglo XXI. Con ¨¦l, como en un deshielo, afloran a la superficie del pueblo otras opciones sexuales. Llegan inmigrantes de varios pa¨ªses. La tala se concentra en muy pocas manos an¨®nimas, las de la industria.
El pueblo no cambia apenas. Pero el tiempo, eso s¨ª parece desaparecer.
Babelia
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