Fernando Adri¨¢n, Roca Rey y Daniel Luque, tres caras de una oscura realidad que pocos se atreven a reconocer
La Puerta Grande de Las Ventas y los rid¨ªculos y perjudiciales enfrentamientos entre figuras exigen una urgente revisi¨®n
Tres toreros, Fernando Adri¨¢n, Roca Rey y Daniel Luque, han animado el aburrido invierno taurino. El primero, ciertamente, sin pretenderlo, al no recibir de la empresa de Las Ventas el trato que ¨¦l cree merecer, y los otros dos como protagonistas de una pol¨¦mica rid¨ªcula, cargada de rencor, resentimiento y aires de venganza.
El caso de Adri¨¢n (sali¨® en 2023 dos veces por la Puerta Grande de Madrid, y cree que los emolumentos que le han ofrecido los empresarios son impropios de la categor¨ªa adquirida) evidencia un problema que trasciende al propio torero, aunque lo roza tangencialmente; y ese no es otro que la Puerta Grande ya no es la que era porque quien dictamina el honor de salir a hombros (el p¨²blico) ha cambiado sustancialmente. Lo que hace unos a?os era un alt¨ªsimo honor que despejaba el futuro de un torero, hoy ha perdido fuste; porque en Madrid se conceden orejas que antes se premiaban, acaso, con una vuelta al ruedo, lo que permite que haya ¡®puertas grandes¡¯ que terminan en la cercana estaci¨®n del Metro.
Adri¨¢n merece ser tratado por la empresa de Madrid como figura del toreo, lo cual no impide que alguien pueda pensar que sus triunfos en Madrid no hicieron templar los cimientos de la tauromaquia actual.
El requisito de las dos orejas permite que haya salidas por la Puerta Grande en Madrid que terminan en la cercana estaci¨®n del Metro
Pero la culpa no es del torero, a quien se le reconoce el alt¨ªsimo m¨¦rito de salir del ostracismo para triunfar el a?o pasado en todas las plazas donde lo anunciaron, sino del rancio sistema que permite salir por la Puerta Grande de Madrid con dos orejas. Hoy, con este p¨²blico festivo, bullidor y orejero, los triunfos ya no son lo que eran, sobre todo en esta plaza, y, llegado el caso, ocurre lo que le ha sucedido a Fernando Adri¨¢n, que la propia empresa no lo valora justamente.
Conclusi¨®n: el requisito exigido para ver la calle Alcal¨¢ a hombros debe ser revisado porque en ello va el prestigio de la propia fiesta. Hoy se conceden orejas como rosquillas por faenas intrascendentes que han pasado al olvido antes de abandonar el tendido. Y tal circunstancia perjudica gravemente al torero y a la tauromaquia.
Un caso bien distinto es el que mantiene enfrentados a Roca Rey y Daniel Luque, el rey de las taquillas, por un lado, y el mejor lidiador del escalaf¨®n, por otro.Por la raz¨®n que sea, y a ellos solo incumbe, est¨¢n enfadados. Y resulta que ese enojo est¨¢ perjudicando al aficionado, interesado en ver a los dos gallos en el ruedo, lo que no es posible porque uno de ellos, Roca Rey, veta al otro all¨¢ donde puede.
El apoderado del torero peruano, Roberto Dom¨ªnguez, salta al cuadril¨¢tero y emite un comunicado en el que asegura que no hay tal veto, pero pasa por alto cuestiones de capital importancia, como explicar, por ejemplo, qu¨¦ ha sucedido en Sevilla para que Luque no figure en el cartel del Domingo de Resurrecci¨®n. En suma, que la intervenci¨®n de Dom¨ªnguez, lejos de aclarar la trifulca, la ha embarrado a¨²n m¨¢s y ha dejado a su representando a los pies de los caballos.
Es verdad que siempre ha habido vetos en el mundo del toro, lo que no significa que sean admisibles y, sobre todo, que no respondan a una baja calidad humana de quien los mantiene.
Si Roca Rey est¨¢ molesto con Luque, ?por qu¨¦ debe pagar los platos rotos el que pasa por taquilla? Ha dicho Roca que no quiere estar en un patio de cuadrillas con alguien que le falta el respeto. ?Y por qu¨¦ no? ?Acaso el Reglamento Taurino obliga a que los toreros anunciados sean amigos y se abracen antes de hacer el pase¨ªllo?
Muy mal la actitud de esta joven figura del toreo, porque la imagen que est¨¢ proyectando es la de un hombre lleno de rencor y con ¨¢nimo de venganza, lo cual colisiona frontalmente con los valores de hombr¨ªa, honor, se?or¨ªo y categor¨ªa personal que se le supone a todo aquel que se viste de luces.
Si Roca Rey est¨¢ enfadado con Luque, ?por qu¨¦ debe pagar los platos rotos el que pasa por taquilla?
Pero en este caso hay otro trist¨ªsimo protagonista: los empresarios que admiten el veto de la figura y castigan al p¨²blico con la ausencia del torero vetado. Es lamentable, muy lamentable, que no haya hoy un empresario que se vista por los pies, ponga firme a quien pretenda ejercer malas artes en las contrataciones y defienda los intereses del aficionado, que es el que mantiene el espect¨¢culo.
Y un apunte final: si Roca Rey no es el culpable de esta situaci¨®n, que lo diga, que cuente pelos y se?ales de ese supuesto enfado con Luque, que no se esconda en su apoderado, ¨Dque este no enmara?e m¨¢s la trifulca¡ª, y apueste por la claridad en lugar de por la ausencia total de transparencia, a la que tan acostumbrados est¨¢n todos los taurinos. Y los trapos sucios se lavan en casa (fuera de las plazas) y no vetando a compa?eros.
Fernando Adri¨¢n, Roca Rey y Daniel Luque, tres protagonistas de una oscura realidad que hay que airear para que la tauromaquia quede limpia de pecados que la contaminan y deshonran.
La exigencia debe volver a Las Ventas (condici¨®n imprescindible para la pervivencia de la fiesta), y a Roca Rey y Luque hay que verlos juntos en los ruedos, porque es lo que demanda la afici¨®n, cuyo inter¨¦s debe ser preservado por encima de rencillas rid¨ªculas y mal¨¦volas.
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