Ay, el amor entre los despose¨ªdos
De las diez nominaciones que ten¨ªa ¡®Mank¡¯, solo le han concedido dos premios menores. Que el diablo les perdone
No disponiendo ya de la suficiente fuerza mental f¨ªsica y an¨ªmica, ni demasiada capacidad de diversi¨®n, ni excesiva curiosidad cin¨¦fila, no veo en directo por primera vez la ceremonia de los Oscar. La observo en diferido a la ma?ana siguiente, pele¨¢ndome con la tecnolog¨ªa, con inter¨¦s muy limitado, acelerando las im¨¢genes. Y es muy aburrida. Percibo la abundancia y la apoteosis de personas negras y asi¨¢ticas, el protagonismo de la inclusi¨®n, el indigenismo, los conceptos progresistas. A Trump, esa bestia que ha desgobernado Estados Unidos durante infame tiempo, el espect¨¢culo se le hubiera atragantado. Lo que ya no s¨¦ es si esa diversidad est¨¢ acompa?ada por el talento, la sensibilidad y el arte que se precisan para hacer gran cine. Y, por supuesto, me da igual la identidad ¨¦tnica, cultural y sociol¨®gica de los autores. Pero tengo claro que el cine no debe ce?irse a obligatorias cuotas, etnias, militancias, adscripciones, esas cositas tan convenientes y pol¨ªticamente correctas.
Igualmente, soy consciente de que debido a la peste y a todas las limitaciones que esta le ha impuesto al cine, no he podido ver muchas de las pel¨ªculas nominadas. Intentar¨¦ recuperarlas, aunque mi instinto no me provoque demasiada pasi¨®n. A lo mejor me equivoco y existen muchas perlas entre ellas. Por lo tanto, solo puedo valorar aquellas de las que he sido testigo. Solo existe una pel¨ªcula estadounidense que me haya enamorado. Se titula Mank y todo me fascina en ella: la historia, el guion, los di¨¢logos, las interpretaciones, la atm¨®sfera, la ¨¦poca, el blanco y negro, el genio del director David Fincher conduciendo ese extenso material. La produce Netflix, que ha financiado en a?os anteriores otras joyas como Roma y El irland¨¦s. Imagino que Hollywood siente l¨®gico recelo ante esa competencia, que teme quedarse sin la parte del le¨®n cuando tantas cosas est¨¢n cambiando (y muchas para mal) en la forma de ver el cine. De las 10 nominaciones que ten¨ªa Mank, solo le han concedido dos premios menores. Que el diablo les perdone.
¡°Solo existe una pel¨ªcula estadounidense que me haya enamorado. Se titula ¡®Mank¡¯ y todo me fascina en ella¡±
Y se ha llevado el galard¨®n m¨¢s preciado Nomadland. En Mank abundan los perdedores sofisticados, incluido su protagonista, el legendario guionista Herman Mankiewicz. Aunque son perdedores con glamur, econ¨®mico, profesional y mundano. Sin embargo, el universo de Nomadland est¨¢ poblado exclusivamente por gente a la intemperie, soledades que sobreviven recorriendo el pa¨ªs en sus ajadas furgonetas, pillando trabajos ocasionales que les permitan un m¨ªnimo alimento, con el peso de sus sue?os rotos, dispuestos a seguir tirando en medio de la desgracia, el fr¨ªo, la pobreza o la desolaci¨®n. Pero resulta que todos ellos se ayudan sin esperar nada a cambio, se protegen mutuamente, se quieren mogoll¨®n, prometen volver a encontrarse en su vagabundeo, se otorgan monta?as de calor. Y me resulta demasiado id¨ªlica tanta solidaridad entre los que no poseen casi nada.
Entiendo que a muchos espectadores les emocionen las situaciones, los personajes y la po¨¦tica que despliega la directora china Chlo¨¦ Zhao. Pero yo, admitiendo las virtudes narrativas de esta se?ora (su forma de retratar los paisajes es muy hermosa), sus buen¨ªsimas intenciones, su vocaci¨®n humanista y l¨ªrica, su obsesi¨®n por demostrarnos que lo que est¨¢ contando es de verdad (incluida la innecesaria e irritante inclusi¨®n de sacar a la protagonista defecando), la dureza y la vulnerabilidad que exhibe esa buena actriz llamada Frances McDormand, no logro implicarme emocionalmente en lo que describen, no vibro, veo todo desde fuera. No s¨¦ si el problema es m¨ªo o de la manera en la que describen estas soledades tan c¨¢lidas.
Y no tengo dudas de que la pel¨ªcula europea m¨¢s bonita, triste y alegre, original y cercana, que he visto este a?o es la danesa Otra ronda. Nada que objetar al reconocimiento que ha obtenido Anthony Hopkins, actor muy notable y con variados registros. El anciano con alzh¨¦imer que interpreta en la sobrevalorada El padre le supon¨ªa un bomb¨®n. Lo ha aprovechado. Pero la actuaci¨®n de la que guardar¨¦ agradecida y eterna memoria es la de Gary Oldman en Mank. Es admirable su composici¨®n de ese alcoh¨®lico, mordaz, brillante, transgresor, honesto y valiente personaje que al final constata que el gran poder solo le consideraba el mono que divierte al organillero.
Babelia
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