La desapercibida vida extramuros
?vila desborda su propia muralla para entregar planes menos conocidos, como la visita a un castro vet¨®n con hallazgos recientes o a una dehesa en la que se cr¨ªan vacas de raza avile?a-negra ib¨¦rica, el origen del chulet¨®n que se sirve en el parador
A la carrera y de forma traum¨¢tica abandonaron los vetones el castro de la Mesa de Miranda, a 22 kil¨®metros de ?vila. Una f¨ªbula (un broche) y unos anillos de bronce hallados el pasado noviembre prueban que se fueron a toda prisa sin llevarse lo m¨¢s preciado, y nunca m¨¢s volvieron, ni el asentamiento se saque¨®. Era el siglo II a. C., eran las guerras celtib¨¦ricas. El arque¨®logo Juan Pablo L¨®pez y su equipo fueron quienes encontraron las joyas, pero podr¨ªa haber participado en la excavaci¨®n un vecino de Chamart¨ªn (el pueblo de al lado) o un cliente del parador de ?vila que vino con la muralla y Santa Teresa en mente y se vuelve con una nueva afici¨®n. Los trabajos son comunitarios, cuenta L¨®pez. Los t¨¦cnicos tutelan los proyectos, pero involucran a todo el que muestre un poquito de inter¨¦s: ¡°Que me llame quien quiera, que yo les traigo a esta gran ciudad protohist¨®rica¡±, invita el arque¨®logo en el castro, delante de un campo de piedras hincadas, un elemento defensivo para frenar a la caballer¨ªa. ¡°Lo que hacemos es etnoarqueolog¨ªa. Buscamos que la gente conecte emocionalmente con el paisaje¡±, a?ade sin misticismo, eso es cosa de la Santa.
Dentro del parador
A L¨®pez, arque¨®logo pero tambi¨¦n hostelero, lo conoce Luc¨ªa S¨¢nchez, gu¨ªa tur¨ªstica durante 25 a?os en ?vila, y V¨ªctor Teodosio, el director del parador ¨Cel trabajador m¨¢s longevo de esta empresa p¨²blica fundada en 1928 (¡°M¨¢s de 50 a?os¡±, dice sin querer concretar con una mezcla de timidez y orgullo)¨C. ?vila es un pueblo. O sea es una capital con 58.111 habitantes, pero todo el mundo se conoce. Y los clientes del parador se la conocen en nada. Todo queda cerca, todo son paseos y paradas en la primera catedral g¨®tica de Espa?a, delante de la talla de santa Teresa realizada en 1653 por el artista barroco Gregorio Fern¨¢ndez o en la veintena de palacios que se encuentran dentro de la muralla.
Fuera del recinto, el lugar en el que hay que parar con el coche nada m¨¢s llegar es el humilladero de los Cuatro Postes sobre el r¨ªo Adaja. No se est¨¢ descubriendo aqu¨ª nada, pero todo cambia si la visita comienza desde este monumento a santa Teresa que permite darse cuenta de la inmensidad de la muralla, del esplendor de la ciudad, de lo que despu¨¦s se va a recorrer a pie. Imagine coger el metro desde el aeropuerto de Heathrow, en Londres, hasta Westminster sin pasar por el hotel para ver el Big Ben. Pues eso, pero en ?vila, a 110 kil¨®metros de Salamanca, por donde pasa la Ruta de la Plata que conecta Gij¨®n con Sevilla.
Cuenta Teodosio que los clientes llegan atra¨ªdos por la monumentalidad de la ciudad, ¡°porque es un sitio hist¨®rico¡±, resume este legendario director nacido en Oropesa (Toledo). ¡°Tambi¨¦n por la gastronom¨ªa, por el chulet¨®n de ?vila¡±, resume sentado en un sal¨®n con chimenea, alfombra, sillas tapizadas, sof¨¢s y dos orejeros (esto es Paradores a fin de cuentas, un hogar). Ese ha sido el plan en ?vila durante mucho tiempo: hacer hambre mientras se visita la rom¨¢nica bas¨ªlica de San Vicente o se recorre la muralla por arriba y por abajo para despu¨¦s pedir unas jud¨ªas de El Barco, carne a la brasa y yemas de Santa Teresa. Pero hay mucho m¨¢s y m¨¢s diferencial ¨Cuno no quiere llegar al trabajo el lunes y contar lo que ya le hab¨ªan contado¨C.
Actividades para todos en un entorno natural
Visitas culturales, turismo sostenible, dinamizaci¨®n de la zona¡
C¨®mo sacarle el m¨¢ximo partido a la zona en la que se ubica el parador de ?vila
Para empezar, ?vila como una ciudad del renacimiento representada en sus palacios, insiste S¨¢nchez, la gu¨ªa. Vale asomarse al patio del Archivo Militar de ?vila (gratis), acceder al palacio de los Superunda a ver su patio adintelado y dos retratos de gran tama?o de Sorolla (5 euros) o visitar el Real Monasterio de Santo Tom¨¢s (4 euros), que se encuentra un poco m¨¢s alejado: ¡°Lo que no est¨¢ pegado a la muralla los turistas no lo ven¡±, lanza como aviso S¨¢nchez. ?vila no es Segovia ni Toledo, recuerda la gu¨ªa, que aun as¨ª afirma que la capital con mayor altitud (1.131 metros) de Espa?a se ha puesto de moda. ¡°El turismo crece pero se mantiene la esencia¡±, resume. El lavado de cara, la prohibici¨®n de que los edificios no superaran la altura de la muralla y la armon¨ªa de colores de las fachadas se llev¨® a cabo hace varias d¨¦cadas. Sigue luciendo.
Miriam, Jos¨¦ Manuel y Ana Mar¨ªa recomiendan
El Soto es un parque de 40 hect¨¢reas que se encuentra a media hora andando del parador. Lo atraviesa el Adaja, el r¨ªo principal de ?vila. Se camina entre fresnos, por varios senderos que se entrecruzan. Hay quien va a hacer deporte, a pasear. Es una gran superficie verde para estar en la ciudad.
Miriam Grande
Camarera 14 a?os en Paradores
En el valle de Iruelas hay un pantano, el de Burguillo, donde la gente va a pescar y a pasar el d¨ªa. Hay varios caminos se?alizados para hacer rutas de una o cuatro horas. Es sierra, se suben cuestas. Cuando hace buen tiempo se est¨¢ muy bien. Me gusta mucho ir con los ni?os, hay un merendero.
Jos¨¦ Manuel Pedrero
Jefe de mantenimiento 23 a?os en Paradores
La Hija de Dios es un pueblo que est¨¢ a 28 kil¨®metros del parador. A un lado de la carretera, al llegar, hay una presa en la que dejar el coche. Es una zona de monta?a por la que caminar, pero bastante llana, no hace falta ser un experto; yo voy con mis hijos peque?os. Hay agua por todas partes.
Ana Mar¨ªa L¨®pez
Cocinera 14 a?os en Paradores
Extramuros, crece la ciudad, y fuera tambi¨¦n de ella se encuentra el castro de la Mesa de Miranda. De la mano de L¨®pez cambia la historia, pero tambi¨¦n se puede visitar por libre, gratuitamente. Si se deja el campo de piedras hincadas a la derecha, se desemboca en una de las puertas del castro. ¡°Creaban pasillos para focalizar los ataques¡±, describe L¨®pez, licenciado en Historia por la Universidad de Salamanca. Al enemigo le esperaban arqueros con flechas y honderos con piedras.
El asentamiento se encuentra en un alto, en la sierra de ?vila. Es uno de esos paisajes a los que una foto no les hace justicia, ni siquiera est¨¢ en Tripadvisor. Pero tiene magia, es campo, es dehesa, es naturaleza, es salvaje, es desconocido. No se divisan construcciones modernas. ¡°El territorio conserva la pureza. No hay ruido visual¡±, cuenta. Con una buena explicaci¨®n, te sumerges en el pasado. Apenas hay una garita muy al principio y solo una pasarela peque?a. No est¨¢ recargado de los elementos propios de yacimientos orientados a un flujo grande de visitantes. Lo que hay son piedras que constituyen una muralla, una necr¨®polis o un calendario tallado. Son las que ya estaban entonces, claro. ¡°Estudiamos el lenguaje de las piedras. Este pueblo no dej¨® textos escritos¡±, dice L¨®pez, de 46 a?os. Cuando llegue el buen tiempo la asociaci¨®n cultural Abulaga, dirigida por este arque¨®logo entusiasta, reanudar¨¢ las excavaciones. Pedir¨¢n ayuda a alg¨²n vecino para que mueva con su maquinaria la tierra o las piedras, y hablar¨¢n y le preguntar¨¢n, igual que a campesinos de la zona. ¡°Son los garantes de este paisaje y de una tradici¨®n bien entendida. Hay que registrar la informaci¨®n y evolucionar¡±, dice L¨®pez.
La vacas, en su sitio
Por estos mismos campos pastan las vacas aut¨®ctonas de la raza avile?a-negra ib¨¦rica, aut¨®ctona de la sierra de ?vila y de la de Gredos. Con este animal tiene trato tambi¨¦n L¨®pez. Est¨¢n analizando a partir de restos hallados la evoluci¨®n de este bovino del centro peninsular. 660 ganaderos, de los que 248 permanecen activos, est¨¢n asociados a la indicaci¨®n geogr¨¢fica protegida (IGP) Carne de ?vila. Estos animales trabajaban en el campo, en la agricultura. Los campesinos ten¨ªan dos vacas y un trocito de tierra, recuerda Jos¨¦ Juan Vila, el presidente de la IGP. Desde mediados del siglo pasado se pas¨® a la ganader¨ªa.
Vila posee 150 reses en la sierra de ?vila. ¡°Es una vaca r¨²stica, no necesita mucha atenci¨®n. Come lo que hay en el monte, como si fuera una cabra¡±, cuenta delante de un toro de 900 kilos. Cada vaca da un ternero al a?o. Cuando el animal tiene entre 12 y 16 meses y pesa unos 350 kilos, tras haber pastado en la dehesa, se destina para carne. El ganadero reconoce que el veganismo est¨¢ creciendo y la caza cada vez est¨¢ peor vista, pero no lucha contra esas tendencias, sino que se centra en defender la carne de la avile?a con respecto a otras que se han puesto de moda en los ¨²ltimos a?os: la angus o la wagyu. ¡°La nuestra en calidad-precio no es comparable¡±, afirma.
Est¨¢ tan institucionalizado el plan de comer carne a la brasa en ?vila, que la ciudad est¨¢ plagada de carteles en los que se anuncia. ¡°Luchamos contra el fraude¡±, dice Vila para referirse a aquellos establecimientos que sirven carne de otras razas a pesar de venderla como de ?vila. La que sirven en el parador es aut¨¦ntica, una vitola con el logo de la IGP lo atestigua cuando llega a la mesa, luego ya cada uno lo comprueba en su boca.