El Inter recarga de dudas al Madrid
Los italianos se llevan el trofeo Bernab¨¦u y recuerdan a los blancos sus agujeros
Lo malo para el Madrid empez¨® bien pronto, a los 10 minutos, cuando Vieri recibi¨® un pase profundo de Seedorf, se col¨® con su potencia habitual entre los dos centrales del Madrid, inicialmente Hierro y Geremi -que no lo es- y remat¨® con la cintura hacia un lado, mandando a Casillas al lugar equivocado, y con la pierna hacia el otro.
El primer cuarto de hora fue un suplicio para el Madrid. La presi¨®n adelantada y decidida del Inter, muy ordenada, atasc¨® la salida de los blancos y recarg¨® de trabajo a Casillas. El acoso rival no le dej¨® otra al Madrid que jugar rapid¨ªsimo, casi al primer toque, pero lo que ense?aba en su alineaci¨®n no le alcanzaba.
El conjunto blanco perd¨ªa la pelota en todas las zonas -especialmente por la de Makelele y Helguera, que corri¨® riesgos excesivos pese a jugar ahogado- y Vieri causaba estragos de todos las formas posibles: por alto y por bajo, acudiendo para recibir de espaldas y tocar, y march¨¢ndose al desmarque.
Hubo una fase, breve, en la que el Madrid sali¨® de los agobios abriendo el campo y aprovechando el despliegue de Salgado por la banda derecha. Junt¨® tres o cuatro llegadas que hicieron sufrir al Inter y subi¨® el ritmo del duelo. Y despu¨¦s se acab¨®.
El Inter interpret¨® los avisos del Madrid y orden¨® retirada, acumulando personal por detr¨¢s de la pelota. Denle a C¨²per una ventaja en el marcador y un par de sustos del rival, sobre todo ahora que encuentra la comprensi¨®n infinita de los italianos para estos gestos, y pierdan cualquier esperanza de f¨²tbol. Cose entonces en su equipo una pared defensiva, infranqueable del todo si se encuentra adem¨¢s frente a un rival a c¨¢mara lenta, y adi¨®s al partido. Fue ah¨ª, tras el repliegue interista, cuando al Madrid le faltaron las ideas, la coordinaci¨®n y la velocidad. Cuando, entonces s¨ª, ech¨® de menos a su mejor gente.
El segundo tiempo se volvi¨® un tr¨¢mite plomizo que dej¨® en mal lugar a los dos equipos. Al Inter, auqneu le interesaba, y al Madrid, que agrand¨® su sensaci¨®n de impotencia. S¨®lo una maniobra exquisita de ¨²ltima hora de Ra¨²l en el balc¨®n del ¨¢rea, con pase exquisito sobre Makelele, al que entr¨® Gugli con los ojos cerrados, permiti¨® al Madrid so?ar con el mal menor del empate. Pero en cuanto Hierro marc¨® el penalti, un tal Adriano, un prodigio a seguir, se encarg¨® de recordarle al Madrid todos sus problemas defensivos, que empiezan en el centro del campo. Dos, tres jugadas de Adriano y, como colof¨®n, un golazo de falta. Un trallazo imparable.
En suma, cuando el Inter quiso atacar, agujere¨® al Madrid, y cuando quiso defender, le conden¨® a sentir la frustaci¨®n de no saber qu¨¦ hacer con el bal¨®n. Y se fue del Bernab¨¦u dejando al Madrid lleno de dudas. Suenan las alarmas en el Bernab¨¦u. Vaya si suenan.
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